Saber conducir

MARÍA LUISA GÓMEZ DE LA TORRE GÓMEZ

Diariamente abundan los accidentes de tránsito en ciudades y carreteras con consecuencias fatales, generalmente sin que se remedie el mal que crece vertiginosamente. Con cuánta aparente seguridad y grado de confianza el usuario de un vehículo viaja sin siquiera percibir que la muerte lo espere irremediablemente o que la imprudencia permitió el desenlace fatal.

Si la vía por donde se conduce tiene fallas o desperfecto, se debe actuar con extrema prudencia; si es factible conducir, sobre todo, en una recta o amplitud vial, no es confiable considerarse el conductor como perito del volante y de lo que hace, pues, intempestivamente puede presentarse la causa del accidente: una estampida de un animal, salida rápida de la guardarraya, encontrón con otro vehículo que invade el carril o vía, carro estacionado sin señal preventiva.

La norma de la Ley de Tránsito enseña y previene, pero el descuido es abrumador y fundamentalmente en nuestra Esmeraldas cada quien desea hacer lo que le place, por lo que para muchos que vienen a nuestra ciudad, temen conducir por el irrespeto a la Ley de Tránsito con que se manifiesta el conductor. Manejar un vehículo en la ciudad es diferente a hacerlo en la carretera, al igual que conducir en la noche o en el día, con lluvia o sin ella. El conductor, al parecer, se precia de ser el señor y amo del volante y no piensa o reflexiona lo que pueda sucederle por el descuido, imprudencia de otro chofer o un dolor arduo al pecho.

¿Y qué decir de las manos en el volante? El buen chofer conduce con las manos en el timón, lista sí la mano derecha para aminorar la marcha, el pie derecho para inclinarlo rápidamente y frenar. El celular no es para el que maneja, está tremendamente equivocado, debe aprender a conducir sin él para calificarlo sobre veinte. ¿Qué se cansó, venció el sueño? Deténgase, descanse un rato en lugar seguro y no abuse de lo que no puede salvarle la vida y la de los demás.

Existen taxistas jóvenes sin experiencia que creen que el volante es un juguete y por cierto, están mal vestidos, sin peinarse, con olor desagradable, el carro sucio, la imagen es pésima y un servicio así no debe brindarse ni ser aceptado por el usuario. Agradable es escuchar noticias, música selecta para el viajero, alguna película aceptable, se respeta la persona que es conducida en el vehículo.

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