Una blasfemia de Rafael Lugo

El escritor quiteño usa todo su humor para contar la historia de un Dios que usa Crocs y un ecuatoriano que debe evitar el apocalipsis.

POR: Alexis Serrano Carmona

Dios tomó conciencia de que creó la lujuria el día en que, caminando por los jardines del edén, descubrió en el río a esa bella mujer llamada Aurora. Para demostrarle su poderosa divinidad, él empezó por cumplir un deseo que ella había atesorado toda su vida: tener pecas en la espalda. (“Con las primeras diez pecas ella ya estaba empapada de pasión, y Él le hizo ciento setenta”).

Aurora no pudo poner resistencia y Dios disfrutó tanto de ese celestial encuentro sexual que pensó en alargar el orgasmo masculino a media hora, como el de los chanchos. (“Pero desistió de hacerlo, en una decisión que los teólogos todavía no deciden si fue de racionalidad o de egoísmo”).

Dios y Aurora tuvieron dos hijos. Uno guapo, al que llamaron Lucifer y terminó a cargo del infierno, y otro muy feo, al que llamaron ‘El Brayan’ y fue criado en el bosque por un unicornio. Con el paso de los años, ‘El Brayan’ terminará refiriéndose a Dios, su padre, como ‘huevas de hule’.

Shaitán Lucero Estrella es un quiteño de 33 años (la edad de Cristo), cuyo destino de salvar el mundo del apocalipsis le fue revelado, primero, en sueños y, luego, por un enfurecido gallo de la catedral que le ordenó buscarlo en un lugar secreto del túnel Guayasamín, en Quito…

Estas dos historias se entremezclan en la nueva novela del escritor quiteño Rafael Lugo. ‘Tripa Mistic’ cuenta lo siguiente: es el fin del mundo, pero ha empezado en Ecuador y no en Estados Unidos, como supone toda película gringa. Y los ecuatorianos, con nuestros vicios y defectos, somos la única esperanza.

Lugo lleva al máximo nivel la irreverencia y la convicción crítica que siempre lo han retratado. Con su pluma baja a Dios del pedestal y lo vuelve un tipo que usa Crocs y posee una televisión de 700 pulgadas. Pero, al mismo tiempo, revela uno de los lados más ecuatorianos de los ecuatorianos: el regionalismo, la viveza criolla, la corrupción.

Siempre me han llamado la atención dos cosas. Una: el manejo del ‘fin del mundo’; y siempre me ha parecido curiosa la posibilidad de ubicarlo en Ecuador. Y, la otra: que la mitología judeo-cristiana ya tiene que ser utilizada, como se utilizan todas las otras mitologías. Los griegos, los romanos, los escandinavos… Todos están repartidos en distintas obras de literatura. Y no hay corona, pues. Ninguna idea es sagrada”.

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ILUSTRACIONES DE  Ángel Torres (Gelju)
ILUSTRACIONES DE Ángel Torres (Gelju)

Rafael Lugo siempre maquina una idea. Y decidió publicar esta novela, a través de dos episodios semanales, en una página web. Lo hizo, luego de una campaña de promoción en redes sociales, en la que vendió su texto como una especie de serie de Netflix. Una serie que tendrá, hasta ahora, dos temporadas, pero que podrá terminar convertida en un libro.

¿Tienes todo escrito o vas escribiendo conforme lo subes a la página?
Cuando arranqué a publicar tenía algunos capítulos. Tenía ocho, creo, o nueve. Ahorita ya no los tengo, los estoy escribiendo.

¿Pero en tu cabeza tienes el final?
Sí. Digamos, el esqueleto está planteado. Pero ya desde el episodio 13 solo tengo guías. Tengo que escribir.

¿Y no tienes miedo de que en algún momento no lo logres?
Me sirve. Es como cuando escribía para SoHo. Para mí el ‘deadline’ es súper importante para sentarme a hacer. La adrenalina y todo. Por supuesto, no es que yo tenga ahora un editor encima, pero, aunque fueran pocas las personas que están leyendo, tengo un compromiso con ellas. Si no, viejo, voy a dejar botando.

O sea, fue a propósito.
Fue a propósito. Porque, si no, me aburro de mis ideas. Me terminan pareciendo, tal vez, inútiles. Tenía que autogenerarme un compromiso con un tercero, que en este caso son las personas que me leen.

¿Y nadie te está leyendo antes de que lo subas a la web?
No. Esto, básicamente, lo comparto con mi esposa. Es un buen termómetro ella. Estoy pendiente de que se cagué de la risa, de que reaccione de alguna manera.

Que su hijo le diga a Dios ‘huevas de hule’ es genial, pero es bien quiteño.
Lo es. Y no tuve ningún pudor en hacer una historia absolutamente local. Sin embargo, me están llegando comentarios de gente que en Chile me está leyendo. El tema de la política, de las relaciones con la religión, es bien latinoamericano.

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En pocas novelas estará tan viva la voz del autor como en esta. Lugo habla en ella con el mismo humor que caracterizaba sus columnas en SoHo, que es el mismo humor con el que habla en una reunión de amigos o en un consejo editorial.

Este extracto, por ejemplo, se parece mucho a algo que diría él: “Ecuador, año 2022. Gobernaba con mano férrea y robo monopólico una esperada coalición de partidos políticos. Las hidroeléctricas chinas se habían convertido en jardines colgantes y todavía estaban buscando quién financie la Refinería de El Aromo. Correa seguía prófugo, pero expulsado de Bélgica por un pedido de alejamiento de su exesposa, y con 25 boletas de captura que la Interpol aún analizaba. La nueva mayoría evangélica en el Concejo Metropolitano de Quito votó a favor de retirar a la Virgen del Panecillo, pues legislaron una ordenanza que prohibía la exhibición pública de imágenes, para ellos, blasfemas”.

En las charlas de Rafael Lugo siempre están volando velozmente sus duros dardos contra la especie humana, en general, y contra los ecuatorianos, en específico. Le pregunto si odio es la palabra y me dice que no, que no es odio, pero sí una “absoluta decepción”.

«Somos muy destructores, muy dañinos, muy egoístas. Muy cabrones. El mundo se está destruyendo y, al final del día, lo que nos importa es tener plata. Hemos alterado nuestra evolución, a tal punto de ser cavernícolas con celular, con palas mecánicas, con bombas atómicas. A los primeros homo sapiens dales las herramientas que tenemos hoy y van a hacer lo mismo. Van a salir a matar todo, a destruir sin sentido, a matarse entre ellos. Somos cavernícolas con tecnología. Me siento terriblemente despechado de lo que somos, como especie, en conjunto. Capaces de matar o de negar derechos a un ser humano que está al lado tuyo por tus caprichos o tus prejuicios. ¡Me emputa!”.

Y en los ecuatorianos eso vos elevas por 10.
En el debate del aborto por violación hemos visto los niveles de argumentación de hombres y mujeres que quieren convertir las morales religiosas en políticas públicas. Y que, además, siempre están hablando del otro, siempre diciéndole qué hacer. Entonces, le dicen a la niña violada de 13 años: ‘tú no puedes abortar y, además, hazte cargo’. Y gracias, se lavan las manos. Ante los ojos de ‘diosito’, seguramente han salvado una vida, pero le han jodido a una niña de 13. Son niveles de egoísmo; es decir: ‘mi creencia está por encima de ti como ser humano’. Es una cosa estúpida.

Vos haces siempre estas críticas, así bien crudas. ¿No te asusta la reacción?
Si tú lees la historia, ves burla. Pero ves que es una burla que nace de una distinta manera gramatical de exponer las cosas que existen, que ocurren y que se dicen. ¿Quién fue el que dijo ‘voy a enviar a mi hijo para que los salve del pecado’?

¿El propio Dios? Según la religión…
Exacto. ¿Y dónde dice que fue una niña, la virgen María, de 14 años, que quedó embarazada y que su hijo tenía que morirse para salvarnos del pecado?

En la Biblia.
Ese es el dogma. Y no es inventado por mí. El tema de que Dios es creador de todo. No es mi dogma.

Y de que sus planes son perfectos, como tantas veces repites satíricamente en tu texto.
La gente podrá decir: ‘¿este ‘man’ odia al Ecuador o simplemente nos está diciendo las cosas en la cara?’ Hay una diferencia. Lo que pasa es que no nos gusta que nos ‘canten las plenas’. Todas las personas que conozco de otros países tienen un criterio en común respecto a los ecuatorianos: todo nos tomamos personal. Cualquier crítica es ofensa personal. Cuando empecé a pensar esta novela, supuse que estas cosas iban a traer una reacción así. Y me está pasando; menos de lo que me esperaba, pero me está pasando.

Pero esto de estar entre la crítica dura y ser un tipo ‘cague de risa’ está muy en ti. Tienes un excelente humor.
Eso ya es una forma de ser. Me alegro de tener sentido del humor y creo que es algo innato, no es el producto de mi trabajo, de mi esfuerzo y de mi sudor.

No es decir ‘qué disciplinado este cojudo, ha aprendido a ser chistoso’. Eso no existe. Creo que una de las muy pocas cosas buenas que tengo es el humor; y lo utilizo. Y en esta historia me dije ‘voy a volcarme 100% a cagarme de la risa, a joder; con el humor que yo creo que tiene que existir, el que te convoque a pensar. Y puede ser esa mi forma de ‘dorar la píldora’. Te digo cojudo pero te hago reír. Te mando a la mierda pero te hago ‘cagar de la risa’, porque no estoy calumniándote. Probablemente el humor sea una mejor manera de ponerte a pensar.

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Hace casi 10 años, cuando publicó ‘7’, su segunda novela, Lugo pasó por una crisis: existencial y literaria.

Primero, porque fue una especie de limpieza sicológica para él, y terminó “como haber corrido un maratón”. Segundo, porque un escritor a quien él respetaba mucho le hizo una crítica tan despiadada que lo invitó a almorzar solo para terminar diciéndole: “Dedícate nomás a los articulitos de la SoHo”. Tercero, porque se despechó del Gobierno de Rafael Correa, a quien, dice, al principio le creyó. “Pero a los dos años del ‘man’ dije: ‘esto es una mierda’”.

Por esa época decidió no escribir nada y dedicarse de lleno a su profesión de abogado. Tanto así, que cerró su cuenta de Twitter, sin importarle sus miles de seguidores, solo para no tener que escribir ni un tuit.

Pero, “al final del día, uno es lo que es y vuelve por los fueros”. Y ahora, con ‘Tripa Mistic’, ha conseguido lo que todo escritor debería conseguir: simplemente disfrutar escribiendo.

Y eso se nota. En la forma en que ríe cuando le digo que es genial que Dios lea ‘Tripa Mistic’. En cómo me muestra el documento de Word donde está el ‘esqueleto’ de esta novela. En cómo me contó que hay alguien en Chile que lo está leyendo.

«Estoy en el punto en que a alguien le podrá gustar, a alguien no. No persigo el Nobel, ni me creo merecedor del Nobel. Aprendes cosas. Y no tengo ningún cálculo con relación a esta novela. Y me di cuenta de que, tanto no calculo bien, que soy tan ‘huevón’ de lanzarla en plena Navidad. Sentí que era el momento y lo empecé a hacer. Fueron días en que nadie tenía ningún interés en leer. Pero, ya en este punto, me importa un culo si me lee una persona o me leen 10.000. Yo lo estoy disfrutando».

Y eso es bueno
Es bueno, estoy contento. Como escritor, ¿cuándo vos dices ‘siento que todo este trabajo se justificó’? Cuando tuviste 100.000 lectores, pero también cuando le sacudiste el alma a uno. Ayer vino una chica a pedirme un autógrafo. Nos quedamos hablando un ratito. Con todo lo que ella me contó de su vida, de cómo se ha vinculado a mis libros, dije: ya está. Es liberador. Si tú escribes para cambiar el mundo, te jodes, porque no va a pasar. Pero si escribes porque ves el mundo hecho de letras y quieres contar esa historia y con eso destapaste un volcán, bacán.

HOJA DE VIDA
El Autor

° Escritor y abogado (en ese orden).

° Excolumnista de la desaparecida revista SoHo Ecuador.

° Autor de las novelas: ‘20’, ‘7’ y ‘207’.

° Tiene dos libros que recopilan sus columnas: ‘Al Dente’ y ’50 sombras del buey’.

«Te mando a la mierda pero te hago ‘cagar de la risa’. Probablemente el humor sea una mejor manera de ponerte a pensar”.

«No persigo el Nobel, ni me creo merecedor del Nobel. Aprendes cosas. Y no tengo ningún cálculo con relación a esta novela”.

«La mitología judeo-cristiana ya tiene que ser utilizada, como se utilizan todas las otras mitologías. Ninguna idea es sagrada”.

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