Asilo político I

JOSÉ LUIS SAMPIETRO SAQUICELA

El asilo político, más allá de su definición, se ha transformado con el pasar del tiempo, desde un recurso de protección o un derecho ciudadano debido a una persecución injusta, hacia una herramienta de complicidad ideológica desenfocada de toda herramienta de Ley.

Cronológicamente es en la Grecia antigua en donde se daban las primeras nociones de asilo, como lo relata el filósofo moralista griego ‘Plutarco’, quien menciona en una de sus obras, a la consagración del templo del dios Asileus, para aquellos individuos que sufrían de algún tipo de persecución.

Con los hebreos el criterio de asilo evoluciona, hasta convertirse en un derecho humanitario y legalista. En el antiguo testamento, el asilo se concedía a crímenes involuntarios como una herramienta orientada a impedir la venganza de Goel (llamado el vengador de la sangre) pero carecía de validez cuando los crímenes ya estaban probados y se emitía una sentencia.

En la época egipcia se brinda asilo también a los culpables, deudores y esclavos maltratados en el interior de templos en los que debían residir. Con la aparición del cristianismo se refuerza el criterio de inviolabilidad de los recintos sagrados, por lo que el asilo adquiere una representación espiritual basada en el arrepentimiento.

Después fue en la antigua Europa donde el asilo toma una mayor importancia debido a las etapas bélicas que vivía el continente, para posteriormente trasladarse como una figura legal hacia América, en donde en la actualidad ha tomado un tinte político más que un derecho humanitario.

La consolidación del asilo en nuestro continente se desarrolla en medio de una inestabilidad política generada por una inmadurez democrática acarreada por la lucha entre izquierda y derecha por el poder, usando los instrumentos del capitalismo y el socialismo como banderas de batalla.

De esta manera, en nombre del derecho fundamental del ser humano llamado libertad, los gobernantes han tergiversado el concepto básico de protección ante la injusticia, por un apoyo incondicional a su ideología política, inclusive, sobre cualquier prueba fehaciente que culpe o condene al procesado que solicita asilo.

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