‘No nos engañen más, necesitamos una casa’

Mientras un grupo vive ‘cómodamente’ en las casas donadas, otros están en lo que era el camerino de un estadio y carpas.

A Yolanda, Cira y Jesús las unen dos factores: son madres y damnificadas por una de las más fuertes réplicas (19 de diciembre de 2016) del terremoto ocurrido el 16 de abril de 2016, que azotó al cantón Atacames, zona sur de la provincia de Esmeraldas. Sin embargo, un factor adicional separa a Cira del grupo.

Ella, a diferencias de sus vecinas, sigue viviendo en una carpa azul que le asignó el Gobierno en 2016. El sitio es pequeño y caluroso. Las dos camas ocupan el 80% del área, por lo que la cocineta está a la intemperie; el baño a unos metros fuera del cerramiento de caña guadúa, junto al cuarto de su nuera quien vive en el camerino de lo que era un estadio.

El hijo de Cira no soportó más el calor y hacinamiento y optó por buscar un lugar para arrendar. Conseguir los 60 dólares para pagar el alquiler se ha vuelto una odisea, porque la vieja tricimoto con la que trabaja se ve afectada por la modernidad. “Está duro conseguir cinco dólares en el día, todavía más para el arriendo”, se lamenta el hombre.

Planifican protesta

Cira se muestra cansada, fatigada y decepcionada al hablar del tema de vivienda, de las entrevistas o de funcionarios de Gobierno. Su sentir no lo oculta al relatar sus días viviendo en la carpa. Pero tras calmarse un poco, advierte a las autoridades de Esmeraldas que si ella y las otras cinco familias que solicitan casas no son atendidos, harán una protesta pública.

“Cuando entreguen las casas para los otros damnificados acá en Tonsupa, iremos con carteles, nuestros hijos y hasta con nuestras carpas, para que nos atiendan. Ya no nos engañen más, necesitamos y merecemos una casa”, expresó con bronca.

Hasta mediados de 2018, 5.900 damnificados, seguían esperando sus nuevas casas y otros 6.856 todavía no recibían las intervenciones y reparaciones en sus viviendas, según datos del Comité para la Reconstrucción y Reactivación Productividad.

Mientras que Yolanda y Jesús no tienen más que palabras de agradecimiento para el Gobierno Central porque las sacó de los albergues y les donó las casas. Yolanda está en unas de las 20 viviendas adaptadas para personas con discapacidad.

Inversión

“Mi hija de 16 años tenía el 79% de discapacidad, ahora tiene 69% y se mueve en su silla de ruedas. La casa sí está bonita”, comentó con alegría la favorecida desde el 17 de agosto de 2017.

En el caso de Jesús, dejó de vivir en una carpa desde el 1 de marzo de 2017. Lo mismo ocurrió con las otras 115 familias que son parte del reasentamiento ‘Fénix’ ubicado en el barrio ‘John Pérez’ de la parroquia Tonsupa.

En ese lugar se continúa con la construcción de casas, también se erige un amplio letrero que les recuerda a todos que el Gobierno invirtió 943.100 dólares para reubicarlos, pero entre los favorecidos no está Cira, la mujer con aproximadamente dos años viviendo en una carpa.