Karina Marcillo, la primera taxista de Esmeraldas

Era un viernes de hace 11 años. El hermano mayor de Karina Marcillo le hizo una propuesta que luego sería su estilo de vida. Él, al notar que su hermana estaba necesidades económicas y separada de una relación, le ofreció su carro para haga de taxista.

La propuesta fue firme y sin opción a pensarlo. Esa misma noche salió desde su casa y empezó a trabajar en algo que tenía la exclusividad masculina. “La verdad que me daba un poco de temor por ser mujer, y la primera en esa época, pero lo hice”, lo recuerda quien ya era mamá de dos.

Revela que tras asumir el rol de madre soltera se dedicó a elaborar chifles (plátano frito), pero los ingresos no cubrían su demanda familiar, por esa razón le comunicó a sus familiares las limitaciones y éstos le ayudaron con la herramienta; el taxi.

Coquetería

La jornada de trabajo empezaba a las 18:00 y se extendía hasta las 05:00. “Si el balneario Las Palmas hablara. Hasta allá me iba a llorar, porque recordaba que luego de tenerlo casi todo pasé a trabajar de taxista y en horario nocturno, eso me afectaba, pero ahora me siento muy orgullosa”, comenta Karina.

Destaca que gracias a ese trabajo de chofer sus dos hijos se educaron y ella ha mejorado su roce social por la gran cantidad de personas que optan por contratarla. El mayor recorrido nació en los exteriores del Aeropuerto de Esmeraldas hasta Manta-Manabí; en el caso de su provincia Esmeraldas, la ha recorrido casi toda.

Pese a que en sus inicios como taxista trabajaban exclusivamente en las noches y madrugada, asegura que nunca ha sido víctimas de robo, pero sí de centenas de elogios y propuestas para formar un nuevo hogar.

“Como taxista uno se encuentra de todo. Hombres que dicen que se suben al taxi solo para conocerme, otros me proponen que deje el trabajo y que ellos me mantienen, pero también están los que me dicen: ‘bien siga que es un buen ejemplo para sus hijos y las mujeres’”, relata la taxista de cabello claro, ensortijado, sonrisa agradable y de buen hablar.

Un mapa

Karina Marcillo destaca el mapa sobre una hoja de papel a cuadros que le hizo su papá que también es taxista para que recorra la ciudad, que tiene seis calles principales y menos de 30 transversales en su urbe.

“Ese papelito me ayudó mucho”, destaca la mujer que ahora, literalmente conoce Esmeraldas, con los ojos cerrados y que optó por trabajar en cambiar el horario de las madrugadas por la luz del día, de lunes a sábado, ya que los domingos son para sus hijos y nieto. (MGQ)