Sentencia y relativismo moral

Por: SHAKESPEARE ABARCA CÓRDOVA

Ahora que conocemos la sentencia de seis años de prisión para Glas, como principal involucrado en el caso Odebrecht, surgen las voces de aquellos que nunca pensaron que esto sucedería, que la venida de su jefe iba a causar tal conmoción que el segundo al mando saldría libre, en hombros y sonriente, se equivocaron, su exmajestad vino y se fue sin pena ni gloria, no hubo tal conmoción, ni el esperado revuelo de masas y el show que por 10 años cada sábado practicaron perdió su grandiosidad; sin poder ni dinero la cosa no les funcionó, lo que sirvió fue para comprobar el gran nivel de desgaste que es evidente en Correa, vimos un individuo física, política y moralmente desgastado, sostener mentiras y falacias con tanto cinismo y por tanto tiempo debe ser muy extenuante y fue evidente que las acostumbradas muletillas que repite ya no causan el efecto de antes, que Ecuador ya despertó.

Ante los hechos consumados y JG sentenciado, algunos nostálgicos recurren a una simplista justificación de relativismo moral, como excusa dicen, por ejemplo, que a lo largo de la historia patria siempre ha habido corrupción, que esta no es nueva, que de alguna manera todos somos corruptos: el chico que copia en exámenes, el profesional negligente, el funcionario irresponsable y podríamos seguir con un largo etc. Es un análisis simplista, porque la corrupción, no solo ha sido una lacra en nuestro país, apareció y se desarrolló con la sociedad humana y no por eso vamos a dejar de combatirla y castigarla; que todos hemos cometido alguna vez y de alguna forma pequeños o grandes actos de corrupción, es cierto, pero eso no le quita el derecho al conjunto de la sociedad de crear y aplicar normas para sancionarla.

Aunque aceptemos que en el mundo de los hombres no existen inocentes, sino solamente menos culpables, este tema también tiene gradientes, como el nivel del daño causado, la posición desde donde el corrupto despliega su acción, si el daño es individual o colectivo, no podemos decir que sea lo mismo llevarse varios millones, que por hambre o necesidad robarse dos gallinas; ni es igual un perjuicio económico individual, que apropiarse del dinero que todo un pueblo paga como impuestos y siempre será mucho más censurable el hecho de delinquir desde una dignidad con la que el pueblo nos enalteció, traicionando su confianza y pisoteando el futuro de sus hijos; ante eso, poca cosa son seis años, pero de ese tema luego hablamos.

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