Un factor común que une Iván Salazar, Júnior Alencastro, Ariosto Franco Echanique y Manuel Gonzales Quiñónez, es el emprendimiento. Cada uno con una visión diferente sobre cómo generar fuentes de trabajo, ser solidarios y darle valor agregado a productos cotidianos.
Salazar hizo del bambú su musa de inspiración y la materia prima para darle ‘vida’ a juguetes, adornos, mesas, sillas, utensilios de cocina. Su idea agradó tanto empresas como Mavesa, que le auspició asistencia técnica y maquinaria para industrializar su trabajo.
El aporte le permitirá, en caso de tener otro financiamiento, implementar un taller de bambú para jóvenes de la parroquia Camarones, al norte de Esmeraldas. “El bambú es un material muy noble, no se causa daño al ambiente con su tala, pues de cada caña que se corta nacen 10 en un corto tiempo”, aclara el carpintero del bambú.
Valor agregado
Mientras que Alencastro le dio un valor agregado a las carnes: las ahumó y empacó para su distribución. Recuerda que no siempre vendió ahumados, lo hizo con queso, pero al introducir el nuevo producto decidió conseguir todos los permisos sanitarios y crear su emprendimiento denominado ‘El Emperador’, el que ahora tiene cinco colaboradores.
“La iniciativa se da por el hecho de que todas las personas deben alimentarse y en este siglo se ha puesto énfasis en los alimentos naturales”, revela, tras reconocer que una de las etapas más difíciles fue conseguir el capital inicial para comenzar con los permisos, los análisis, y la certificación sanitaria, “pero con esfuerzo y determinación pude superar este problema”.
Dentro de la línea gastronómica está Franco Echanique, quien le da a los productos del mar como el camarón, pescado, calmar entre otros, a los que le da el valor agregado a través de su conservación hasta que llegar al consumidor final.
Fuente de abastecimiento
“La marisquería ‘Jafemar’ inició hace 6 años con 20 libras de camarón pomada y servicios a domicilio de amigos y familiares, en la actualidad y gracias asesorías alimenticia, abastecemos a hoteles, restaurantes a la ciudadanía”, destacó el emprendedor.
En el caso del emprendimiento ‘Empamor’ de Gonzales Quiñónez, su diferenciador es la solidaridad. Él junto a un grupo de ocho madres solteras, su esposa y un joven de 22 años, elaboran de empanadas y morochos que distribuyen en carritos adaptados para la ocasión.
La razón de trabajar con madres solteras –revela el emprendedor- es generar autonomía de pensamiento y económico de aquella mujer que por la circunstancia sentimentales, ahora cría sola a sus hijos sola, además de darles fuentes de trabajo.
Dinamizar economía
“Con Empamor no solo ganan mis madrecitas, también lo hace el lechero, el que vende el pollo, la señora de la tienda, todo esto es una forma de ayudar a dinamizar la economía de los hogares esmeraldeños”, destacó,
Confiesa que requiere la ayuda de empresas privadas o públicas en la compra de sus productos, y el financiamiento para permitir que otras madres tengan una fuente de trabajo, ocupación que incluso les permite ir a casa a preparar los alimentos de sus hijos y realizar las tareas académicas. (MGQ)