En ninguna de las obras de artes de los artistas esmeraldeños está el rostro de la corrupción. Refinería y la Empresa de Agua se han convertido en los íconos negativos de Esmeraldas, pese a que nacieron para engrandecer a la provincia; en ambas entidades se juzgaron a los corruptos.
Pero no todo es corrupción en Esmeraldas. Hombres y mujeres de la Escuela de Líderes ‘Nelson Estupiñán Bass’, cada sábado, desde hace siete años, trabajan para formar a líderes con visión de cambio y empoderados con su ciudad.
Ayer, un grupo de 15 habló del prejuicio. En la charla dirigida por el tutor Manuel Gonzales Quiñónez, se enfatizó en la importancia de no juzgar sin conocer e investigar. También se trató de la empatía y lo importante de la honestidad.
En otro escenario y desde la visión del arte el esmeraldeño Adison Güisamano intenta mostrar a la negritud desde sus orígenes. En su tienda, ubicada en el Centro Comercial ‘Tierra Negra’; la madera, la tagua, la damajagua, la balsa, el bambú y el pambil tienen otra connotación.
El rostro de una mujer negra toma forma sobre un pedazo de madera. El hombre con su machete, su dorso desnudo, su sombrero de paja y el pescado, dan fe de la cercanía de la negritud con la naturaleza y el respeto hacia ella.
La marimba también llamada el ‘piano de la selva’ es la protagonista en el arte. Cinco pedazos de bambú bañado en barniz, igual número de tablillas de pambil y una base con sostiene al conjunto, dan forma al instrumento ícono de los afro-esmeraldeños, quienes por medio de su arte, sus costumbres, tradiciones y el baile, recuerdan su origen: África.
Pero no todo los artesanos son afros. Francisco Barcia, de piel clara y ojos verdes, desde hace 17 años que llegó de Guayaquil se enamoró del arte negro y ahora vive elaborando aretes, pulseras de coral, monederos de la corteza del coco y todo lo que un pedazo de tagua, madera o damajagua se lo permita.
“El arte también se lleva en la piel”. Así piensa Alexis Samaniego, tatuador desde hace siete años. Confiesa que le gustaría plasmar en una pared la esperanza y el esfuerzo de los esmeraldeños. Está convencido que con el arte, eso que ahora está su mente, sí puede ser inmortalizado en los murales de su ciudad. Él trabaja en el Centro Comercial ‘Tierra Negra’.
En su taller con un área menor a los ocho metros cuadrados, también está la belleza natural pintada en camisetas. De ese oficio se encarga Jackson Gaspar; su amigo. Jackson hizo de las frutas, del amor, el sol, los peces, el día y la noche… sus musas de inspiración.
Lejos del arte está Jhonny Bedoya Medina, fiscal desde hace 11 años. Él hizo de las letras y la justicia su estilo de vida. También es papá. Lamenta que muchos, en la actualidad, tengan el prejuicio de que el afroecuatoriano no es acto para asumir cargos públicos o puestos de jerarquía.
Para romper el estigma –agrega- no solo hay que formarse académicamente, sino fomentar los valores. “Entre más valores se creen en el interior de la familia, el ser humano será más coherente con todo su formación académica”, recomendó Bedoya Medina, hombre de piel negra e integrante del pequeño grupo de afros con un cargo: Juez del Tribunal de Garantías Penales con sede en el cantón Esmeraldas. (MGQ)