Cementerio general

LUIS LÓPEZ ESTUPIÑÁN

Cuando una persona, de cualquier condición social, cultural o económica muere, hay una sentencia bíblica o algo por el estilo que dice: “Descanse en paz”. Así lo hemos entendido en nuestra tierra, en esta Esmeraldas desprovista de normas elementales que deben cumplirse por quienes hacemos esta conflictiva sociedad. Para los esmeraldeños y aquellos hermanos que han vivido con nosotros y que han muerto con la sinfonía eterna del arrullo inmortal que nos prodigan el caudal de nuestros ríos y el agitar constante de las aguas de nuestro mar, esto sería como un “epitafio” en las tumbas de cada uno de los hermanos que ya no están más con nosotros y que moran eternamente en la misericordia del Creador.

Resulta que ir al cementerio municipal de Esmeraldas, desde hace años se ha convertido en una “visita peligrosa”. He conocido de fuentes ciertas que no son pocos los atracos y hasta intentos de asesinatos cometidos por unos pocos desadaptados, a lo mejor, traumatizados por el inhalar incesante drogas. Ahora, con más dolor que nunca, la familia López Estupiñán denuncia públicamente que estos desadaptados, que con saña y odio han roto los vidrios de las tumbas de nuestros seres queridos: nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros sobrinos y más allegados. ¿Cuál es el mensaje que estos bárbaros nos quieren hacer llegar?. Que nos digan frente a frente, ¿dónde fallamos, dónde fallaron mis padres, donde fallaron mis hermanos, donde fallaron el resto de nuestra familia?.

Estos malos, a lo mejor descendientes del averno, han tomado con sus manos la destrucción de algo material: los vidrios de las tumbas de nuestros recordados familiares. Estamos, caray, averiguando por todos los medios legales quiénes son estos hechores y ¡caray! que si los descubrimos van a ir a la cárcel a pagar su irrespeto para con los muertos. Ojalá que así sea y a quienes puedan proporcionarnos datos sobre este diabólico suceso, ¡muchas gracias! Nuestro silencio hacia ellos está comprometido. Esperemos. Sugerimos que por la parte trasera de nuestro cementerio, por las lomas que lo rodean parcialmente, no se permita el ingreso de nadie.

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