Lasso: ¿Rumbo al etnocidio de los pescadores artesanales?

Autor: Marcelo Larrea | RS 59

Declaración de Reserva Marina a 8 millas de la ribera continental es inconveniente, porque tiene el efecto de suprimir la pesca artesanal sustentable y beneficiar a la pesca depredadora extranjera.

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¿1.5 millones de hectáreas para proteger la vida de especies destinadas a ser pescadas por las gigantescas escuadras marinas extranjeras en perjuicio de la seguridad alimentaria del Ecuador? El presidente Lasso debe archivar este absurdo.

El 2 y 3 de marzo del 2023 tuvo lugar en Panamá la VIII Conferencia Internacional “Our Ocean”, bajo la preocupación mundial por los riesgos que amenazan al océano: “las incidencias del llamado “calentamiento global”, las prácticas insostenibles, la pesca ilegal, la contaminación imprudente, la pérdida de hábitats marinos”. Una gigantesca flota de cientos de barcos de bandera china de enormes dimensiones, se llevan trimestre tras trimestre, el 99% de la pesca del archipiélago de Galápagos, cifra estimada por uno de los más poderosos periódicos de EEUU, el New York Times.
Sus faenas se extienden también hacia la ribera continental, y se complementan con la pesca de otras flotas extranjeras. Así se dibuja una práctica insostenible que sufre actualmente el océano en escala mundial, la que ocurre precisamente en el histórico mar del Ecuador, que ha preocupado a la prensa internacional.

“Our Ocean”, una conferencia internacional impulsada desde el 2014, por el ex Secretario de Estado de Estados Unidos Jhon Kerry, en su calidad de Enviado Presidencial Especial para el Clima, fue un escenario ideal, una caja de resonancia mundial para que, Ecuador, ponga en evidencia la gravedad de la pesca depredadora, sus consecuencias ecocidas y proponga la pertinencia y urgencia de enfrentar sus causas. Pero no. No fue esto lo que hizo el gobierno del Ecuador.



La delegación oficial encabezada por varios ministros bajo el timón del titular de la cartera de ambiente, Gustavo Manrique, anunció con un despliegue mediático de fuegos pirotécnicos, como si se tratase de la cereza del pastel, la próxima declaración de una reserva marina de 8 millas en la costa continental, Bajo el plausible papel de regalo de la protección de la vida marina, se oculta un caramelo ácido, se está encubriendo una perspectiva inaceptable: dar las espaldas al ecocidio en curso en las redes de los flotas extranjeras desde la costa continental hasta las Galápagos, donde para el gobierno del presidente Lasso, no pasa nada. Además, la “reserva” implica el etnocidio de cientos de miles de pescadores artesanales, decisión que favorece a la pesca depredadora ejecutada por las escuadras marinas extranjeras.

La CONVEMAR y el ecocidio en el mar del Ecuador
La pesca depredadora impide el crecimiento de las especies, “están matando el mar”, advierten los pescadores artesanales.

Desde la adhesión a la CONVEMAR el 2012, que reconoce a los países adherentes un mar territorial de apenas 12 millas (art. 3), Ecuador, ha sufrido las consecuencias de la pérdida de su soberanía plena en 200 millas de mar territorial continental e insular.

La primera, es la apertura de las puertas a la operación de flotas pesqueras extranjeras, una suerte de ciudades flotantes en movimiento que pueden ocupar un área de 30.000 a 60.000 kilómetros cuadrados o más, capaces de pescar decenas de millones de toneladas de peces, mariscos, crustáceos en forma depredadora, no regulada ni controlada e ilegal.

Las artes de pesca que se aplican virtualmente dragan el mar, llevando a numerosas especies al peligro de su extinción, por severas afectaciones en sus hábitats, cuya estabilidad depende también de la interrelación de la flora y la fauna marinas.
El perjuicio ecológico que está sufriendo el mar del Ecuador, contiene además una lesión económica.

El valor de las decenas de millones de toneladas de vida marina que pescan y se llevan las flotas extranjeras, supera decenas y decenas de miles de millones de dólares americanos. Implica una disminución severa de la captura por la pesca artesanal y las pequeñas y medianas industrias pesqueras nacionales, las que incluso las más avanzadas tecnológicamente no tienen término de competencia con la sofisticada industria pesquera de tecnología de punta en gran escala, implementada por las flotas extranjeras.

Determina, además, la subsecuente carestía e insuficiencia de la provisión de pesca para la dieta cotidiana de las familias ecuatorianas. Es común escuchar a los pescadores desde Esmeraldas a El Oro, una frase que se repite diariamente: “no hay pesca”.

El repliegue de la Armada de las 200 a las 12 millas de mar territorial, definido por la CONVEMAR, que fija las 188 millas como Zona Económica Exclusiva -aguas internacionales en las que el Estado ribereño no ejerce soberanía-, ha traído consigo el despliegue de las operaciones del narcotráfico, que ha disparado los índices de inseguridad, que van sumando muertos más muertos, presos en el exterior y en el país, en el teatro trágico de una descomposición humana de consecuencias nefandas.

El Yasuní de los mares del mundo frente a la pesca depredadora
La función del mar del Ecuador, en el Océano es esencial, no marginal ni secundaria. Sus cualidades se derivan de su ubicación en el centro del mundo. Confluyen en su ecosistema las corrientes submarinas del norte, “el Niño”, del sur, “Humboldt”, del paralelo cero, “Quito”, conocida también como Cromwell. A ellas se suma el flujo de las aguas dulces formadas en la vigorosa Cordillera de los Andes.

En este Yasuní de los mares del mundo, convergen los vientos alisios del norte y del sur que chocan en el paralelo cero y suben a la estratósfera, jugando un papel decisivo en el equilibrio climático del planeta.

Como si fuese poco, en ese mismo espacio marino, se integra la mayor radiación solar del planeta. Y los puntos calientes que le proveen de innumerables minerales y elementos de la tabla periódica procedentes del centro de la Tierra, a través de la Cordillera Submarina de Manta (conocida también como Carnegie).

Precisamente la estructura geológica que une la provincia de Manabí, con el archipiélago de Galápagos, en la cual descansan los derechos soberanos del Ecuador sobre el mar que va desde el continente hasta las islas.

La articulación natural de estas características, hacen del mar del Ecuador un útero de la vida del Océano, que permite la diversidad genética deslumbrante, expuesta a la superficie en las Galápagos y, una profusión de vida sin par, hoy en peligro por el asalto de la pesca depredadora habilitada por la CONVEMAR.

¿Usar la “Reserva marina” para el exterminio de la pesca artesanal?
Precisamente los riesgos que enfrentan los mares están en el ojo de la tormenta que, motiva eventos como “Our Ocean”. Sin embargo, en su cumbre en Panamá, en lugar de exponer el ecocidio en curso y convocar a la comunidad internacional a una acción concertada en defensa de la vida del mar y por su puesto de los soberanos y legítimos derechos de Ecuador a su mar territorial de 200 millas, el presidente Lasso anunció la declaración de “reserva marina” a las 8 millas de la costa continental, lo que finalmente beneficiará a las operaciones gigantescas de la pesca industrial extranjera.

Algunos twiteros satirizaron esta medida escribiendo: “no se pueden cambiar 200 millas de mar territorial por 8 de reserva marina”. Al sustentar su decisión, Lasso, dijo: “esta zona se constituye como la primera de su tipo, protegiendo a especies emblemáticas como la ballena jorobada, mantas, rayas, tiburones y cuatro de las siete especies de tortugas marinas del mundo. Su superficie aproximada será de 1.5 millones hectáreas” y se integrará al Sistema Nacional de Áreas Protegidas.

Las ballenas jorobadas, los tiburones, no viven, no se reproducen ni se capturan en las 8 millas ribereñas, constatación que expone la falacia con la que se pretende encubrir, los objetivos reales de la creación de esta “reserva”. La pesca de tiburones ocurre más allá de las 100 millas mar adentro, en consecuencia, la “reserva” del presidente Lasso no va a proteger la vida de un solo tiburón. Si realmente es sensible al cuidado de los tiburones, está en sus manos la derogatoria de las normasde aquel decreto que legalizó la pesca incidental del tiburón, su criminal aleteo, el transporte y la comercialización de las aletas, emitido por Rafael Correa el 2007. A estas alturas sus consecuencias son gravísimas, han implicado una depoblación de tiburones, el riesgo de extinción de varias especies y un deterioro del ecosistema marino, varios de cuyos equilibrios, entre ellos los índices de morbilidad, dependen de la función de los tiburones, situados en la cúspide de la cadena trófica.

Si bien las tortugas van a desovar en las playas y merecen medidas de protección, al igual que las mantarrayas, se trata de especies no sujetas a la explotación pesquera, por lo tanto, la supresión de la pesca en las 8 millas de reserva, no tendrá incidencia en la estabilidad de su población, de la misma forma que con los tiburones y las ballenas jorobadas, que sólo ocasionalmente vienen a tomar sol en las playas continentales, pues viven en las 525 millas, desde el continente hasta las Galápagos y extienden sus horizontes mar adentro. Una reserva marina se declara en función de objetivos precisos: 1) incrementar la población de alevines; 2) fomentar la proliferación de especies susceptibles de explotación pesquera; 3) proteger ecosistemas amenazados.

No es permisible que se anuncie su declaración para encubrir la ausencia de una política pública gubernamental frente a la pesca depredadora y ecocida extranjera, abierta por la adhesión a la CONVEMAR, respecto a la cual gobierno y Asamblea no hacen nada, excepto continuar una subordinación a la mutilación territorial que implica, la reducción del mar del Ecuador en más de 1’000.000 de kilómetros cuadrados y sus consecuencias ecocidas.

En realidad, este acto propagandístico, actúa como una declaración de sometimiento a los intereses de las flotas extranjeras en perjuicio de la pesca ecuatoriana, de los millones de personas que laboran en ella y de la población que se nutre de ella.

La declaración de una reserva marina implica la realización de estudios científicos que la sustenten, el conocimiento verdadero no se improvisa, implica una investigación sostenida por años y años de clasificación, observación, evaluación y análisis, solo en ella puede afirmarse una política pública ambiental, social, cultural y económicamente justa, segura y responsable.

Las investigaciones deben incluir la clasificación de las especies, sus edades y crecimiento, las áreas en las que viven, nacen, se alimentan, crecen, se reproducen, se pescan y/o mueren. Su incidencia en las actividades pesqueras, en la cadena de provisión alimentaria a la población del país, en la seguridad alimentaria, en la economía de los 7 millones de personas que informan los videos publicitarios del Ministerio de Ambiente dependen de la pesca, en la vida de toda la población ecuatoriana que se alimenta de la fauna marina.

Los anuncios oficiales sobre la reserva de 8 millas, tanto del presidente Lasso y su ministro Manrique, revelan la inexistencia de los estudios científicos que la sustenten en todos los ámbitos. Para quienes tienen una mínima preocupación por el mar y sus especies, es obvio que la reserva en las 8 millas continentales no va a proteger a los tiburones ni a las ballenas.

Su presentación en “Ouro Ocian”, fue por decir lo menos, desafortunada. El blanco real de esta reserva, es la eliminación de raíz de la pesca artesanal, semi industrial e incluso industrial ecuatoriana, que no podrá pescar en las 8 millas y tendrá que disputar su cuota con la pesca depredadora extranjera, que opera no con canoas, botes, naves a remo, pequeños y medianos barcos, muchos de ellos de madera, fabricados por su propias manos, sino con ciudades flotantes, compuestas por cientos de naves de gran tamaño, equipadas con sofisticada tecnología electrónica y satelital de punta, apoyadas por una suerte de portaviones capaces de transportar 750 millones de toneladas, como lo denunció el reporte del New York Times.

La pretensión de declarar esa reserva de 8 millas, advierte la Coordinadora Nacional de Organizaciones Pesqueras y Afines del Ecuador, implicará que la faja costera se transformará en una fuente de sustentación de la vida marina, no ciertamente de las ballenas jorobadas ni los tiburones, pero sí de otras especies, por cuya pesca deberán competir millas adentro los pescadores artesanales e industriales ecuatorianos, frente a las tecnologías de punta aplicadas a gran escala por las flotas pesqueras chinas y de otros países, en tanto Ecuador no denuncie la CONVEMAR y reestablezca su soberanía territorial marina. Lasso hizo todo lo contrario de lo que se habría esperado, un acto de capitulación ante la pesca depredadora, a su pretensión de reordenar la explotación del mar en función de sus intereses, eliminando a los numerosos pescadores artesanales, que se cuentan por cientos de miles y lesionando a la pesca semi industrial e industrial ecuatoriana.

Etnocidio para favorecer el ecocidio marino
La pesca artesanal por siglos ha operado en las 8 millas costeras, ha abastecido de abundante y fresca proteína marina, a la población ribereña del Pacífico y del país entero, ha sustentado la cultura alimentaria marina de la milenaria nación de Quito, en la que descansa el actual Ecuador.

La creación de esta “reserva” es un golpe que afectará las condiciones de trabajo y de vida de 3 millones de personas, relacionadas y dependientes de la pesca artesanal, lesionará la soberanía alimentaria del país, favorecerá a las corporaciones dedicadas a la harina de pescado y a las flotas pesqueras extranjeras, indica Jimmy López, experto pescador ecuatoriano, calificado por la OIT.

Los conocimientos del mar, sus aguajes derivados de condiciones astronómicas, cuando se alinean el sol, la luna y la tierra; sus oleajes definidos por el comportamiento de los vientos, las mareas, producidas por las fuerzas gravitacionales de la luna y el sol, así como su sabiduría sobre las diversas especies de la flora y fauna marinas, con los que laboran los pescadores artesanales se han formado en siglos, pasando de generación en generación de amantes del mar, no se han adquirido en escuelas formales en cursillos rápidos.

Una prueba del valor de sus conocimientos, refiere el acierto de las vedas declaradas en base a la recomendación de los pescadores artesanales, y el fracaso de las vedas adoptadas bajo la presión de los intereses mercantiles de las corporaciones pesqueras, que en función de maximizar sus ganancias omiten observar sus consecuencias negativas. Las artes de pesca, las embarcaciones a vela, a remo y a motor fuera de borda que usan los pescadores artesanales, les permiten ejecutar sus faenas entre las millas 3 y 5, cuando mucho alcanzan a operar en 2 o 3 millas más mar adentro. La declaración de la reserva marina de 8 millas configura el curso al etnocidio de los pescadores artesanales.

Las variacio nes regresivas de la disponibilidad de cantidad, diversidad y calidad de peces y mariscos y el aumento de sus precios, afectará negativamente la alimentación de toda la población ecuatoriana e incidirá en la elevación estructural del costo de la vida.

Particularmente desde la adhesión a la CONVEMAR en el 2012, los pescadores artesanales, han sido víctimas de lo que juristas latinoamericanos consideran un etnocidio, un proceso deliberado y sostenido de supresión de sus formas de vida.

Las leyes de pesca y sus reglamentos, la inconstitucional reforma al Código Civil, que reduce el territorio marino ecuatoriano de 200 a 12 millas, aprobada en la Asamblea el 5 de agosto de 2021, denuncian que el actual poder político del país, no adopta medida alguna para contener las operaciones depredadoras de las flotas pesqueras extranjeras y por el contrario se las facilita subordinando la legislación ecuatoriana a la CONVEMAR.
En estas normas en lugar de proteger el interés de la nación, se han establecido restricciones a los pescadores artesanales en espacios y tiempos de pesca, regulaciones absurdas y costosas, sanciones pecuniarias de miles y decenas de miles de dólares, impagables en su modesta economía.

A ellas se suman extorsiones de diversas formas, incluidas las vacunas, robos de sus embarcaciones y motores, la infiltración del narcotráfico para abusar del deterioro de su economía y usarlos como carne de cañón, la cadena se rompe por el eslabón más débil.

Cuando se detienen naves con droga quienes van presos son los pescadores artesanales, que se ven obligados para sobrevivir a prestar sus servicios como navegantes, no los capos de la droga. En Estados Unidos y varios países de Centroamérica se cuentan 7.000 pescadores ecuatorianos sentenciados a 20 o más años de cárcel por narcotráfico. En Ecuador se espera que las organizaciones de derechos humanos levanten un censo de cuantos pescadores se encuentran en situaciones similares.
Esta tragedia generada por el hilo conductor de la CONVEMAR, ha sido el preludio al que se suma ahora la pretensión de declarar esta reserva marina de 8 millas, para ejecutar el tiro de gracia del etnocidio de los pescadores artesanales.

Hacia una política ecopesquera soberana
Ecuador requiere una transformación radical de su política marina y pesquera. La columna vertebral del cambio necesario y cada día más indispensable, es la denuncia de la CONVEMAR, la plena restitución de su derecho marino expedido desde la década de 1830, en el que descansa la soberanía irreductible del mar territorial desde el continente al archipiélago de Galápagos, los legales y legítimos derechos ecuatorianos a sus 200 millas de mar territorial continental e insular establecidos en la Declaración de Santiago de 1952 y a las 125 millas que las separan, establecida en la Declaración de Soberanía sobre el archipiélago en 1832 y ratificada por decreto ejecutivo en 1986.

Este es un primer paso indispensable para fortalecer a la Armada y la FAE que tienen la responsabilidad constitucional de garantizar la soberanía territorial marina y aérea, y la seguridad en ese espacio 5 veces superior al territorio continental.

El no hacerlo es favorecer la pesca depredadora y las operaciones del narcotráfico que se ha enseñoreado en el mar del Ecuador, particularmente desde la adhesión a la CONVEMAR. Un segundo e indispensable paso, es legislar para proteger el ecosistema marino y sus diversas y ricas formas de vida; para proteger también la ecopesca artesanal e industrial sustentable, la agregación de valor a sus productos, en la perspectiva de hacer del sector pesquero un pilar fundamental del buen vivir de toda la población ecuatoriana y de la estabilidad y fortaleza económica de la república.


Giant Frogfish, Isla Seymour, Galápagos
Fowlerichthys Avalon’s, Isla Seymour, Galápagos
Es la segunda vez en mi vida que veo un Frogfish gigante, realmente son raros y sorprendentes, estamos ante la presencia de una criatura hermosamente extraña y amigable, ¡ojalá vuelva a ver otro pronto!. Iván Carmigniani


Este maravilloso ecosistema está en grave riesgo por la pesca depredadora que se lleva millones de toneladas de peces trimestre tras trimestre, exponiendo al mar del Ecuador a un ecocidio sin precedentes.

¿Nadie va a hacer nada?

Debemos unirnos y exigir la denuncia de la CONVEMAR que, reduciendo nuestro mar de 200 a 12 millas, abrió las puertas a las flotas extranjeras.

Debemos recuperar nuestras 200 millas de mar territorial, para la protección del ecosistema marino, el que por siglos y siglos hemos cuidado y nos ha proveído de sus frutos para la dieta cotidiana. Debemos parar la pretensión del presidente Lasso de declarar 8 millas de reserva marina continental, porque está política significa el tiro de gracia a la pesca artesanal y semi industrial y favorece a las flotas extranjeras.

No debemos olvidar que el frogfish pez sapo, los tiburones martillo, los tiburones ballena, los pingüinos de Galápagos, también son ecuatorianos!