La reacción de Ecuador ante los refugiados Afganos

FABRICIO GUERRERO
FABRICIO GUERRERO

¿Qué nos caracteriza como ecuatorianos? La primera palabra que se me viene a la mente es solidaridad, sin embargo, después de que Guillermo Lasso anunciará que se brindará refugio a 5000 afganos (de manera temporal) con el apoyo de los Estados Unidos parecía todo lo contrario. A pesar de que el gobierno norteamericano financiará la Operación Refugiados, no se hicieron esperar los comentarios llenos de apatía, xenofobia y en parte, desconocimiento de la situación en la que se encuentran los Afganos y el trabajo por hacer en materia de Derechos Humanos.

Posterior al comunicado oficial del gobierno sobre la ayuda humanitaria al pueblo afgano se destiló odio y xenofobia. Las redes sociales se plagaron de comentarios en contra de los extranjeros que venían a “robarnos” nuestros empleos y recursos. Por eso, antes de inclusive sudar apatía es importante diferenciar al migrante del refugiado.

En primer lugar los migrantes buscan una vida mejor dado que en su país no sienten que puedan conseguirla, no obstante, el refugiado jamás pensó en llegar a otro país, nunca tuvo en sus planes el dejar todo atrás y huir. El refugiado no busca una vida mejor, el refugiado busca vivir. Huyendo del olor azufre y metralla, de la persecución y las violaciones a sus derechos más básicos. El migrante tiene donde volver, el refugiado no.

Debido al riesgo que corren las mujeres y niñas y el retroceso en sus derechos, la ministra de gobierno afirmó que el acogimiento humanitario va a priorizarlas. Según Unesco en 2001 no había niñas en colegios formales, en 2020 habían 3.5 millones y ahora en 2021 con el nuevo régimen no se puede esperar más que nuevamente, un retroceso. Ya en 1996 a 2001 gobernaron y durante esos 5 años ninguna mujer pudo trabajar o estudiar. Aun así, el principal portavoz del movimiento aseguraba que se les permitirá trabajar y estudiar dentro del marco del Islam. Declaraciones sin peso o valor para una de las activistas políticas más veteranas del Estado dado que afirmaba que “están siendo muy amables, pero no seguirán así, van a cambiar” refiriéndose al gobierno Talibán y su barbárica forma de actuar.

Y para aquellos que se han arrodillado a rezar y al mismo tiempo optan por la indiferencia o la xenofobia, me veo en la obligación de citar al Papa Francisco pues “como cristiano la situación en Afganistán nos compromete, en momentos históricos como este no podemos permanecer indiferentes”. Cualquier forma de discriminación o abuso debe ser rechazado y condenado por cada uno de los que han jurado la bandera tricolor y su bondad. Las mujeres y niñas de Afganistán merecen un futuro lleno de libertades y derechos plenos, como ecuatorianos ¿No vamos a extender la mano?