El Ecuador es un país caro para producir, comparándolo con sus vecinos y demás competidores en un mundo globalizado y competitivo. Y para corregir esto, primero, hay que tener honestidad intelectual y conciencia social, para visualizar objetivamente las causas de nuestro subdesarrollo.
La intermediación en todo país es muy necesaria, porque la industria necesita estar abastecida de materias primas de manera ininterrumpida. Pero de ahí, a que el libertinaje de la intermediación haya acabado con el progreso económico y social de millones de productores y sus familias, y sea la génesis de que le lleguen artificialmente caros los productos al consumidor, es inmoral, y responde a una estructura mañosamente diseñada. Y que todos los gobiernos hayan solapado este acto seudo delictivo, que favorece a quienes no corren mayores riesgos, y que, en pocos días u horas, se llevan el grueso de la utilidad que debería ser distribuida equitativamente con quienes “se sacan el aire” y corren los riesgos para producirlos, es antipatriótico y reprochable.
Y es por esta miopía en el desarrollo nacional, por llamarla suavemente, que los gobiernos se entienden más con la industria que con los productores, situación aprovechada por las elites de manera organizada y vinculatoria, pues son un pequeño grupo de familias, que, por su condición económica, están siempre cercanos a todo régimen. Hecho que tiene que modificarse, para que la carestía para producir vaya bajando y la canasta básica sea más accesible, solucionando la pobreza extrema; y lo más importante: sin implementar políticas de izquierda, probadamente fracasadas.
No queda claro, por qué solo se disminuyó aranceles a ciertos bienes de capital e insumos para la producción, en lugar de eliminarlos, y, además aun pagan IVA e ICE, por lo que tales medidas se quedaron cortas.
Tractores, camiones, riego e insumos, requieren incluso subsidios, como compensación aceptable, a cambio de su eliminación en los combustibles.
Para firmar un TLC con un país que subsidia a su agricultura, se tiene que restructurar ya, las “taras” existentes en nuestras cadenas de producción. No hay otro camino.
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