Juegos ancestrales como manifestación cultural esmeraldeña

Los juegos tradicionales y sus manifestaciones autóctonas son parte de la cultura popular de los esmeraldeños, se convierten en elementos esenciales, favoreciendo la distracción, expresión lúdica, anímica de los infanto-juveniles, procurando la inserción de contenidos de ejes transversales en el diseño curricular-pedagógico, evocando el pasado de los mayores.

Con el avance de las tecnologías ha mermado la práctica de los juegos ancestrales,  surgiendo elevada demanda de contenidos audiovisuales del teléfono celular con sus aplicaciones, influyendo en los procesos de enseñanza-aprendizaje, en el desarrollo de destrezas comunicacionales, fomentando la retroalimentación y la síntesis. Es verdad, que el uso intensivo de los dispositivos hace que se distancien físicamente las personas pero se fortalece el acercamiento por medios móviles, provocando sedentarismo.

Federico Froebel y María Montessori precursores de la educación infantil, determinan al juego como método de trabajo en los aprendizajes, que con la mediación pedagógica en los niños, facilita el desarrollo cognitivo mediante actividades lúdicas, recreativas a fin de mejorar el comportamiento para satisfacer sus múltiples carencias orgánicas e intelectuales como: necesidad de saber, explorar, observar, trabajar, jugar y vivir.

Los juegos tradicionales permiten conocer las raíces culturales de los mayores que fueron trasmitidas de generación en generación (abuelos a padres y de padres a hijos), con el propósito de rescatar y propender a la preservación de los saberes ancestrales: Pega, trompo, rayuela, palo encebado, ensacado, arrancada de la yuca, vuelo de la cometa, zumbambico, la gallina ciega, el trompo, carrera del huevo en cuchara, juego de bolas, salto de la soga, zambullida en el agua, balero, yoyo, la quemada, mirón-mirón y un vasto etcétera.

A través de la vinculación de los juegos en el tejido social y en la estructura familiar favorece el trabajo en equipo, promueve el compañerismo, solidaridad, autonomía, equidad, justicia; potencia aspectos mentales, psicomotores, coordinación, lateralidad, equilibrio de los infantes para un mejor desenvolvimiento en la vida.