Historias no contadas sobre el cannabis medicinal

Las propiedades medicinales del cannabis están más que comprobadas, pero los investigadores analizan nuevos usos. Uno de ellos es que ayuda a dejar la adicción a las drogas. Conozca más. 

Omar Vacas Cruz, etnobotánico ecuatoriano, ha dedicado los últimos 30 años a la investigación de los usos tradicionales de las plantas medicinales, revalorizando y difundiendo la enorme diversidad de las plantas útiles ecuatorianas.

Lo ha realizado a través de libros, artículos indexados y otros de difusión científica como EBooks y aplicaciones para celulares. Muchas de estas publicaciones fueron realizadas con el Herbario QCA de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. A través de sus trabajos ha creado, bajo fórmulas farmacológicas, extractos eficaces para el tratamiento de algunos tipos de cánceres y otros para algunas enfermedades tropicales, como la leishmaniasis y la malaria.

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Ha escrito varios libros relacionados con plantas útiles a través de la cosmovisión Quichua. Hace pocos meses estuvo de candidato al premio “Eugenio Espejo” en el área científica. Entre sus investigaciones realizadas, está el cannabis que, desde el 2015, empieza en el Ecuador a darse los primeros pasos en el conocimiento del cannabis medicinal y es a partir de esta fecha que empieza a investigar sobre principios activos de variedades de cannabis en el país para el tratamiento terapéutico de las enfermedades más recurrentes validando esta investigación con trabajos científicos realizados en Israel, España, Canadá y Estados Unidos. En este sentido, es importante mencionar que la especie Cannabis sativa L., muy probablemente, se originó en Asia Central, cerca del macizo de Altai, donde convergen Siberia, Mongolia y Kazajstán, hace aproximadamente unos 36 millones de años.

El género Cannabis incluye plantas trepadoras, enredaderas, hierbas, arbustos y árboles con flores. El taxón agrupa 11 géneros con hasta 170 especies, en su mayoría con distribución cosmopolita. La especie Cannabis produce más de 700 compuestos químicos, principios activos para la investigación y posteriores usos entre ellos: medicinales, textiles, cosméticos, alimentarios, etc.

Entre estos compuestos están: terpenos, flavonoides, aminoácidos, alcoholes simples, ácidos grasos, vitaminas, pigmentos y cannabinoides (+ de 100), el principal cannabinoide es, sin duda, el THC –C21H30O2– (delta-9-tetrahidrocannabinol) responsable del efecto psicotrópico, así como también de efectos terapéuticos como ser un antiinflamatorio y analgésico potente, protector neuronal y reductor de la presión intraocular, espasticidad y tensión muscular.

Por otro lado, el CBD –C21H30O2– (cannabidiol) que se ha popularizado durante los últimos años. En general es ansiolítico, anti psicótico y no produce las alteraciones sobre la memoria ocasionadas por el THC. Esto no quiere decir que el CBD no sea psicoactivo, lo que ocurre es que su repercusión en la conducta es menos evidente que el THC.

Las diferencias entre la marihuana y el cannabis

La diferencia entre la marihuana y cannabis está en que la “marihuana” son las flores secas (cogollos) de la planta de cannabis que principalmente se fuma para uso recreativo, entre sus nombres más comunes en español se encuentran “mota”, “mafú”, “juana”, “juanita” y “hierba”. Mientras que por cannabis se entiende a toda la planta que tiene varios usos industriales entre estos el medicinal, donde se encuentran: aceites para ser ingeridos por vía oral, cremas y pomadas para uso tópico o líquidos para cigarrillos electrónicos.

La marihuana es una sustancia con una extensa y controvertida historia. A lo largo del tiempo, esta planta ha sido utilizada para diferentes fines, que van desde el uso lúdico y recreativo, pasando por un medio de relajación y meditación, hasta su uso en el tratamiento de varias enfermedades o el alivio de procesos vinculados a cierto tipo de malestares.

Mientras que la planta de cannabis ha acompañado al ser humano como medicina desde épocas prehistóricas a lo largo y ancho de los continentes y las culturas. Preparados realizados con la planta del cannabis han estado disponibles en las farmacias de todo el mundo, hasta el siglo XX. Junto con el opio y algunos de sus derivados, el cannabis ha sido durante siglos el principal remedio del que disponían muchas culturas humanas para combatir los síntomas de numerosas enfermedades, principalmente el dolor.

El primer registro escrito del uso medicinal del cannabis aparece en farmacopeas chinas de hace más de cinco mil años, y en las culturas antiguas y medievales se utilizó predominantemente para el tratamiento de diversos trastornos somáticos, incluyendo dolor de cabeza, epilepsia, fiebre, infecciones bacterianas, diarrea, dolor reumático y malaria. La medicina occidental usó el cannabis hasta bien entrado el siglo XX como un analgésico común antes de la introducción de la aspirina.

El cannabis y la ley

El cannabis se legaliza tras una larga historia de penalizaciones, restricciones y en muchos casos subjetividades hicieron del mismo una especie prostituida, prohibida y estigmatizada, casi como salida del infierno de Dante, hasta que la ONU ha reconocido en 2020 las propiedades medicinales del cannabis en una votación sin precedentes realizada en Viena por parte de la Comisión de Estupefacientes, el órgano ejecutivo sobre políticas de drogas de Naciones Unidas.

Mientras tanto en el Ecuador, en septiembre de 2019, la Asamblea Nacional despenalizó el cultivo y la producción de productos de cannabis con un contenido inferior al 1% de tetrahidrocannabinol (THC) en peso seco, cultivo que tiene propiedades medicinales y no recreativas, posteriormente el 24 de diciembre de 2019 se publicó en el Registro Oficial la Ley Orgánica Reformatoria al Código Orgánico Integral Penal. Entre las novedades más importantes se encuentra aquella que excluye al cannabis no psicoactivo (cáñamo) de la lista de sustancias estupefacientes y psicotrópicas sujetas a fiscalización.

Un año después, el 19 de octubre de 2020, el Ministerio de Agricultura publicó el acuerdo ministerial 109, que regula la importación, siembra, cultivo, cosecha, poscosecha, almacenamiento, transporte, procesamiento, comercialización y exportación de Cannabis No Psicoactivo o Cáñamo y Cáñamo para Uso Industrial en Ecuador, finalmente el 29 de noviembre de 2020 se emite el acuerdo ministerial 141 que corresponde al tarifario de las licencias. 

En esa línea, la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria publicó la resolución ARCSA-de-002-2021-MAFG que corresponde a la “normativa técnica sanitaria para la regulación y control de productos terminados de uso y consumo humano que contengan cannabis no psicoactivo o cáñamo, o derivados de cannabis no psicoactivo o cáñamo”.

Desde que Raphael Mechoulam et al., en 1964 aisló y determinó la estructura y síntesis de la molécula delta-9-tetrahidrocannabinol (THC), se han descubierto a lo largo de estos años sistemas, estructuras bioquímicas, receptores celulares y rutas metabólicas que posee la especie Cannabis sativa L., lo que ha permitido después de más de 50 años de investigaciones de esta especie, demostrar concluyentemente la eficiencia (medicina basada en evidencia) que tiene sobre el dolor crónico, vómito y náuseas postquimioterapia, epilepsia refractaria y espasticidad.

En el Ecuador en los actuales momentos se comercializan alrededor de 50 marcas nacionales e internacionales de productos en base a cannabinoides que abastecen pacientes que padecen especialmente algunos tipos de cáncer y epilepsias, dolores crónicos, enfermedades autoinmunes, neurodegenerativas, en las cuales existe la evidencia testimonial del cannabis sobre su eficacia.

Por esto, es de alta importancia científica y social la investigación que se realice en el Ecuador sobre el cannabis y otras especies de plantas medicinales en beneficio de la colectividad en general.

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La peor de las verdades

El cannabis favorece a dejar la adicción a las drogas y antes de abordar directamente el tema recordemos que quizás hay cosas que se escapan a la farmacología que pueden tener algo que ver con el abuso de sustancias.

Aunque existen razones de órdenes psicológico y contextual, quizás uno de los factores que mejor puede explicar el problema de las drogas es el de las políticas establecidas con relación a las mismas. Si no, ¿cómo se explica que las prevalencias de consumo sean diferentes en cada país? ¿Por qué hay tanta diferencia de género en cuanto a la prevalencia de consumo de cannabis en particular y del resto de drogas en general? ¿No estarán operando en el consumo y la adicción a drogas mecanismos que nada o poco tienen que ver con los principios activos de las sustancias?

Un estudio reciente concluye que en Estados Unidos, en los estados donde se ha legalizado el cannabis con fines terapéuticos desde 2002 a 2013, la prevalencia de trastornos asociados con el uso de cannabis entre adolescentes ha descendido. Otros estudios epidemiológicos concluyen que más del 80% de los adictos a drogas con el tiempo terminan superando su adicción, lo cual contradice el dogma de que se trata de una enfermedad crónica y recidivante. Por poner un último ejemplo, en el Reino Unido los ingresos hospitalarios por psicosis relacionada con cannabis así como los diagnósticos de psicosis asociados con el consumo de cannabis se redujeron en el período de 2003-2006, años en los que el cannabis estuvo en la lista menos restrictiva de sustancias controladas (Fundación CANNA, 2021).

Así que antes de abordar el eventual papel del cannabis en el tratamiento de las drogodependencias, debemos tener muy en consideración lo expuesto anteriormente. Pues no podemos esperar ni en el cannabis, ni en ningún otro fármaco una eficacia milagrosa. Primero, porque en medicina los tratamientos milagrosos no existen. Y segundo, porque si estamos defendiendo que la adicción a drogas no es una enfermedad, no podemos pretender tratar solo con un fármaco.

Una vez dicho esto, ahora sí, las evidencias que existen al respecto. Estas son de tres tipos: investigación preclínica (con modelos animales), estudios observacionales y estudios clínicos controlados. Es posible que ocurra una sobredosis de marihuana si se consume una dosis muy alta, los síntomas incluyen ansiedad, pánico y latidos cardíacos rápidos. En casos raros, una sobredosis puede causar paranoia y alucinaciones. No hay informes de personas que mueran solo por usar marihuana (Fundación CANNA, 2021).

El riesgo de una sobredosis mortal por cannabis es extremadamente bajo en comparación con los riesgos de la sobredosis de opioides y drogas estimulantes (Gable, 2004). La dosis de THC que provoca con seguridad la muerte de roedores es extremadamente alta, y la dosis mortal equivalente en el ser humano, extrapolada a partir de los estudios realizados en animales, oscila entre 15 g (Gable, 2004) y 70 g (Iversen, 2007; Lachenmeier y Rehm, 2015). Esta dosis es mucho mayor que la cantidad de cannabis que consumiría en un día una persona con un consumo de cannabis muy importante (Gable, 2004). No se han referido casos de sobredosis mortales en publicaciones epidemiológicas (Calabria et al., 2010). La ausencia de sobredosis con afectación respiratoria es coherente por la ausencia de receptores de cannabinoides en las zonas del tallo cerebral que controlan la respiración (Iversen, 2012).

En la actualidad, lo usual es padecer lo que se ha denominado “el síndrome de hiperemesis cannabinoide” el cual fue descrito por primera vez en 2004 y ya en 2012 se propusieron una serie de criterios diagnósticos. Afecta a consumidores crónicos de cannabis y se caracteriza por episodios cíclicos de 2-4 días de duración de vómitos incoercibles junto con baños compulsivos en agua caliente. Los vómitos no suelen responder a los antieméticos habituales y mejoran con la abstinencia de cannabis. La etiología y fisiopatología aún no está clara, pero el cannabis parece interactuar con la motilidad gastrointestinal. Como tratamiento únicamente se requiere abstinencia, esta no suele lograrse en la mayoría de los casos, dado el efecto deletéreo del cannabis en el control de la toma de decisiones, lo que suele llevar a la cronicidad del cuadro.

¿Desde qué edad se puede medicar el cannabis?

En general, los proveedores no deben recetar y/o vender cannabis medicinal a menores de 18 años de edad y, además, a personas que presentan enfermedades cardíacas. mujeres embarazadas y personas con antecedentes de psicosis. Incluso, debería ser con receta médica.

¿Vía inhalada de administración?

La vía inhalada, fumando o vaporizando cannabis, es la vía de acción más inmediata y extendida entre los consumidores. Puede inhalarse en forma de cigarrillo o bien utilizando unos dispositivos llamadores vaporizadores, pero además hay una tercera vía que es el vapeo, utilizando cigarrillos electrónicos en cuya carga hay cannabinoides y terpenos. La utilización del cigarrillo electrónico no es la vía óptima (lo sería el vaporizador), pero sí se acerca bastante a lo ideal.

La diferencia entre vaporizar con vaporizador y hacerlo con cigarrillo electrónico (o vapear) es que en el vaporizador se inhala el material vegetal tal cual, sin disolventes, y la temperatura de vaporización es controlable, algo que no ocurre en el cigarrillo electrónico. Aun así, el grado de toxicidad de los disolventes de los cigarrillos electrónicos está aún por determinarse.

En términos de salud, las cargas de cannabis para cigarrillos electrónicos basadas en una extracción supercrítica son las que aseguran que el producto esté libre de residuos tóxicos derivados del proceso de extracción, aunque no garantizan que el material de partida no haya estado expuesto a pesticidas y metales pesados. El uso de cannabis mediante vapeo reduce además el riesgo de dependencia al tabaco. Debe ser recetado por un profesional de la salud.

¿Donde se puede encontrar?

En Centros Médicos especializados como centro Médico AMCOR y HEMP Ecuador Labs, y otros locales sen el Ecuador.

  • Yohanna Piedra Costales