Por Gonzalo Sevilla Miño*
A partir del concepto académico de que la historia es la narración y exposición de los acontecimientos pasados y dignos de memoria, sean públicos o privados, me permito algunas reflexiones que justifican la razón de ser de este artículo.
He de empezar por comentar una experiencia personal que tuve hace algunos años en el archivo de la Asamblea Nacional cuando escribí la biografía de un personaje ambateño que se destacó por su notoriedad y relevante trayectoria en la Provincia de Tungurahua a lo largo de una muy dilatada participación en la política ecuatoriana. Entre otras dignidades se desempeñó como diputado provincial en reiterados períodos que se remontan a 1915.
En 1941 fue presidente del Congreso Nacional y, en esa condición, le correspondió presidir muchas sesiones mientras se desarrollaba la guerra con el Perú; y, en 1942, cuando se firmó el Protocolo de Río de Janeiro. Esas sesiones, por obvias razones eran reservadas, consecuentemente, las actas debían ser secretas.
Cuando fui a obtener información muy importante para mi escrito, me dijeron que esa documentación seguía clasificada; por lo tanto, no podían entregármela. Ante semejante respuesta, hice notar que, a lo largo del siglo XX hubo dos guerras mundiales y varios conflictos bélicos en todo el mundo, que, con el pasar de los años, prácticamente, todas las evidencias documentales que fueron consideradas como secretas, ya habían sido desclasificadas y estaban al alcance de quien necesitara de esa información para los fines que a bien tuvieren. La respuesta fue que, en Ecuador, no se podía levantar el secreto por ser información muy delicada y que tenía y tiene que permanecer bajo siete llaves.
Con este antecedente fueron acentuándose en mí muchas dudas respecto a la veracidad de la historia del Ecuador. ¿Cuánta evidencia está vetada y cuántos acontecimientos se han ocultado por ser considerados secretos de estado? Mientras se mantenga clasificada como secreta la evidencia de muchos acontecimientos históricos, y mientras permanezcamos sujetos a las opiniones de los políticos que nos han mal-gobernado a lo largo de casi dos siglos, difícilmente lograremos encontrar nuestra auténtica identidad. Sin lugar a dudas, hay mucha historia escondida en archivos y recovecos que impiden que todos sepamos la verdad de lo que en realidad sucedió en el pasado.
Para ir contextualizando este escrito, me refiero a la razón por la que en líneas anteriores hablé de interrogantes relacionados con la veracidad de la historia del Ecuador, he de empezar por mencionar aspectos que se remontan a la mal llamada colonia española; es decir, a la etapa posterior a la conquista de la que fue objeto todo el continente americano con la llegada de los españoles y después de ellos, los ingleses, los franceses, los holandeses y los portugueses.
El descubrimiento de América, acontecimiento tan importante para la humanidad que fue un hito que marcó el fin de la edad media y dio paso a la modernidad, y que, para bien de todos, fue a causa de un accidente naval que Cristóbal Colón tuvo en su intención de encontrar una ruta marítima más corta para llegar a la India desde España, se topó, sin saberlo, con que en medio de su camino había un continente gigantesco que, poco a poco, se fue descubriendo; y, paulatinamente se fue conquistando, y, posteriormente, ocupando.
En este punto cabe una aclaración muy importante: En primer lugar, la corona española, que en esa época era la más poderosa de Europa, optó por anexar (no colonizar) a sus territorios europeos los que fueron descubiertos a lo largo de algunos años y que se extendieron desde las islas caribeñas, que es a donde llegaron los navíos de Colón, para posteriormente, adentrarse y encontrar tierra firme al haber llegado a Centro América, y desde ahí, dirigirse al norte y llegar a lo que ahora es México y a buena parte del sur de lo que también ahora es Estados Unidos. Hacia el sur fueron descubriendo vastos territorios habitados por civilizaciones y pueblos autóctonos, empezando por los Incas, los Araucanos, etc.
Con lo dicho, me permito revelar algo de lo que muy poco se conoce, seguramente porque es “información delicada”: Después del descubrimiento de América el 12 de octubre de 1492, lo que hizo España es la conformación histórica de la constitución de la monarquía española en América, partiendo de la disposición que, en su testamento, ordenara la reina Isabel I de Castilla en el que dispone que los territorios americanos sean incorporados a España como provincias; por esa razón, se conformaron virreinatos, reales audiencias, capitanías generales y presidencias o gobernaciones. En la España peninsular sucedió lo mismo con los reinos de Navarra y de Granada. Esta disposición se puso en vigencia por el rey Carlos I en las cortes de Cádiz en 1518.
Esta aclaración es válida en el sentido que tiene que ver con lo que hicieron las otras potencias mencionadas a fines del siglo XVI, y luego en los sucesivos siglos XVII, XVIII y XIX, me refiero a la corona británica en el norte de América, y a Portugal en el actual Brasil. Ellos sí colonizaron y sometieron a sus habitantes explotándoles, conduciéndoles a reservaciones, tratándoles de la peor manera imaginable al esclavizarles y cometer con ellos un auténtico genocidio.
España jamás esclavizó, y peor aún, exterminó a los indígenas que habitaban en los territorios ocupados por la monarquía española. Por el contrario, ellos tenían sus propias leyes, su propia justicia, sus propios gobiernos. Tanto fue así que, Ecuador, en la actualidad, es considerado como un país multicultural y multiétnico.
Es precisamente a partir de las reflexiones anteriores que he ido acentuando mis dudas acerca de la historia que se nos ha contado desde que somos República. Ha habido una suerte de adoctrinamiento en escuelas, colegios y universidades, y se nos ha enseñado que, a lo largo de trescientos años, España, entre otras barbaridades, con su poder, explotó, abusó y condujo a la gente del nuevo mundo a vivir bajo su yugo. De haber ocurrido, por ejemplo, el genocidio del que se ha hablado a lo largo de casi dos siglos de leyenda negra, estaríamos viviendo en un país sin indígenas, consecuentemente, no se habría producido el mestizaje, vale decir, no habría el sincretismo de las culturas indígenas e hispanas como ocurre en Norteamérica que esclavizó al indio y le arrebató sus tierras
En Hispanoamérica fuimos considerados súbditos de la monarquía española, vale decir, teníamos los mismos derechos que los españoles europeos. Tampoco se ha dado importancia al gran desarrollo que, en el campo cultural tuvo la Real Audiencia de Quito, empezando por la primera universidad que se fundó en 1603 que fue la de San Fulgencio, después la de San Gregorio Magno en 1622, solo por mencionar a las primeras y que fueron anteriores a la famosa universidad de Harvard en Estados Unidos que fue fundada en 1636. En el campo industrial, el actual Ecuador estaba muy avanzado en la producción de textiles que se fabricaban en los obrajes que sistemáticamente fueron desapareciendo. Las bayetas, jerguetas y géneros que se producían eran comercializados en América y en Europa. Todos estos aspectos tan importantes, han sido ocultados y subestimados para justificar la gran injerencia que, luego de la independencia, tuvo el imperio británico, al ser el principal gestor de la revolución industrial que se veía afectada económicamente en la comercialización de sus productos.
En este somero resumen he intentado sacar a la luz algunos aspectos importantes de nuestra historia y que no se han tomado en cuenta para transparentarla. Muchos políticos, en sus afanes por ocupar puestos de poder y de mando, han hablado, entre tantos discursos demagógicos, que una vez que obtengan sus fines, van a refundar el país, como que eso fuera posible, y los electores han creído a pie juntillas en esas quimeras irrealizables. De acuerdo a mi particular criterio, lo que hay que hacer, es reescribir la historia despojándola de mitos y leyendas, enseñando a los estudiantes la verdad, sin secretos y sin misterios que, lo único que consiguen es desinformar y afectar perniciosamente a la niñez y a la juventud que se forma con historias mentirosas y carentes de realidad.
Hasta aquí he hablado de ciertas facetas relacionadas con la historia en la época de la presencia española en nuestro país en particular y en Hispanoamérica en general. De tener la oportunidad de volver sobre estas líneas, hablaré de lo relacionado con el Primer Grito de la Independencia, de las guerras independentistas y de la vida republicana a partir de la fundación del Ecuador.
*Gonzalo Sevilla Miño
Ambato, 26 de junio de 1953
Escritor, historiador aficionado, genealogista.
De estado civil, viudo, con tres hijos y seis nietos.
En 2023 publicó un libro titulado AÑORALGIAS. Es una obra que recoge las vivencias reales de cinco generaciones de una familia provinciana del Ecuador.
Publicó en dos libros editados por la Sociedad de Amigos de la Genealogía Capítulo Sierra Centro “HISTORIA SOCIAL, NUESTROS PRIMEROS QUINCE AÑOS”, la biografía del doctor Alfredo Sevilla Chacón, su abuelo paterno; y, en “TRAS LAS HUELLAS DEL PASADO”, Algunos aspectos poco conocidos de Don Juan Montalvo, y conjuntamente con Carmen Toledo Ridder, Un Caballero con Alma Extranjera y Corazón Ecuatoriano.