Guía sobre la depresión en niños y adolescentes

Esta guía es un documento indispensable para que los estados de depresión de niños y adolescentes para sean detectados y tratados oportunamente


El número de jóvenes que luchan contra su salud mental va en aumento.
¿Qué pueden hacer los adultos para ayudarlos?

La depresión es el segundo trastorno mental más frecuente entre niños y adolescentes, trás de los trastornos de conducta. Aproximadamente un 15% de la población infanto-juvenil muestra síntomas de depresión durante la infancia, según señala UNICEF, y aparece con más frecuencia en niñas que en niños.
A pesar de que esta problemática está cada vez más presente entre los jóvenes, solo una proporción muy reducida recibe un tratamiento adecuado, debido principalmente a que la depresión en adolescentes no muestra la misma sintomatología ni señales que en los adultos. Por ello, muchas veces queda enmascarada y no se llega a detectar.

Ser padre o madre de un niño deprimido o ansioso puede ser aterrador, frustrante, traumático y agotador, sobre todo teniendo en cuenta las últimas estadísticas. Las derivaciones de niños por problemas graves de salud mental en Inglaterra, por ejemplo, aumentaron un 39% el año pasado.

Las razones de este aumento son complejas. “Con los encierros, los niños perdieron 18 meses de desarrollo social”. “Ahora las redes sociales conllevan todo tipo de presiones”.

Además, tenemos mayores expectativas sobre nuestra salud mental —esperamos ser felices todo el tiempo—, lo que ha hecho que algunos jóvenes luchen con emociones más difíciles, por lo que, para ellos, el uso frecuente de redes sociales podría provocar cambios en el cerebro de los adolescentes. Según una investigación publicada en JAMA Pediatrics, destacó que los jóvenes que consultan muy a menudo estas plataformas muestran mayor sensibilidad a los comentarios de sus compañeros. Entonces, la pregunta que debemos hacernos es ¿Qué consecuencias puede haber a largo plazo en su desarrollo cerebral?

Lastimosamente la mayoría de los padres que tienen un hijo con depresión o ansiedad lo tratan ellos mismos, lo que es perjudicial para los jóvenes porque los padres no tienen las herramientas cognitivas como para emprender la gran tarea.

“Siendo realistas, en este momento, a menos que su hijo esté a las puertas de la muerte, puede que le atiendan una vez o, como mucho, unas cuantas sesiones de (terapia cognitivo-conductual)” TCC.

SEIS CONSEJOS DE PADRES
QUE HAN ENCONTRADO SU CAMINO

1. Las señales de alaSSSSSuzanne Alderson, una mujer británica, se vio abocada a una crisis cuando su hija Issy, de 14 años, reveló a un médico de cabecera que planeaba quitarse la vida. Mirando hacia atrás, ella puede ver lo que ahora llama “una lenta quema de desesperación” que se presentó durante un período de 18 meses
2. SEÑALES DE ALARMA
1.-SEÑALES DE ALARMA.
Los síntomas en la etapa previa fueron: Cambios en los patrones de sueño, en los hábitos alimenticios, un alejamiento de todas las cosas que solían darle alegría”. “Pasamos un verano sin que viera a sus amigos. Había reactividad. Podías hacer una simple pregunta y obtener una respuesta exagerada. Había perdido la chispa, las cosas que la hacían ser Issy”.

Según la madre de la adolescente, “saltar ante cualquier ruido fuerte, ser completamente incapaz de concentrarse o escuchar, o dormir todo el día eran los impactos fisiológicos de la ansiedad en su sistema nervioso”. “Era la ‘respuesta de lucha o huida’ —manifestó—, el estado de congelación, el agotamiento cuando su cuerpo gastaba toda su energía en un estado de hiperactivación. Era la respuesta de su cuerpo al miedo o a la falta de seguridad, percibida o real. Eso me ayudó a dejar de centrarme en los comportamientos porque me di cuenta de que, físicamente, Issy no podía cambiarlos.

Había que ver qué había detrás”.
Es que es difícil saber cuándo un comportamiento “desafiante” es “típico de las hormonas adolescentes” o un motivo de alarma. Expertos aconsejan fijarse en el nivel de retraimiento. “Si tu hijo antes estaba entusiasmado por ir al fútbol y ahora quiere dejarlo, toma las comidas en su habitación, pasa excesivo tiempo alejado de la familia y los amigos, es necesario averiguar qué está pasando… ser un poco detective”.
Los niños y adolescentes con depresión pueden presentar una disminución en la caacidad de disfrutar actividades ue antes les resultaban Get

2.- VIGILAR SU VIDA
EN LAS REDES SOCIALES

1“Tratábamos el tiempo de pantalla de nuestra hija como un espacio privado”, aseveró Rachel, que descubrió que su hija de 15 años luchaba contra la ansiedad y se autolesionaba durante el encierro.

“Cuando descubrimos que se autolesionaba, empezamos a mirar de cerca sus redes sociales y a comprobar su historial de búsquedas. Pasaba mucho tiempo en chats de autolesiones, en los que algunas personas parecían incitar a otras de forma extraña y solapada. Era horroroso”.

“Nunca dejaríamos que nuestro hijo de 14 años saliera una noche y no nos dijera lo que está haciendo”, afirmó. “La idea de que deben tener cuentas seguras a las que los padres no puedan acceder es falsa, peligrosa y delirante. Hay que hacerlo para entender lo que esté pasando”.
Los trastornos de ansiedad en niños y adolescentes, fobias, depresión e irritabilidad dulicaron su durante la t Imae

3. SU COMPORTAMIENTO
NO ES UNA ELECCIÓN

“Como padres, nos culpamos y nos preguntamos: ‘¿Por qué no puedo parar esto?, “Reconocer que el comportamiento de cualquier joven no es una elección consciente de su parte y que no es algo que ella o yo pudiéramos controlar, lo despersonalizó para mí”.Un niño que cursa una depresión puede presentar ideas de no querer estar vivo dormirse no desertarse ameritan la consulta médica

4. NO HAY UNA SOLUCIÓN RÁPIDA

“Hay días buenos y días malos, y muchos días intermedios”, “Al principio, pensé que cuando finalmente acudiéramos a los Servicios de Salud Mental para Niños y Adolescentes (CAMHS, por sus siglas en inglés), ellos tendrían las respuestas. Para algunas personas, sí las tienen, pero mi hijo no se implicaba mucho con ellos”. ¿Qué le ayudó? “Encontrar cualquier forma de establecer una conexión más profunda. Enviarnos vídeos de perros por Instagram. Hacer cosas divertidas juntos: pasear al perro, jugar a la pelota fuera con él, preparar sus comidas favoritas y comerlas juntos. Escucharle siempre que hablaba y enviarle recursos en línea con los que se implicaba un poco más. Poco a poco, los días buenos fueron superando a los malos. Ahora está en la universidad y le va muy bien”, detalló sobre su experiencia una madre de un chico que atravesó esta experiencia.

Hay multitud de recursos digitales diseñados para ayudar a los jóvenes, lastimosamente, la mayoría de ellos están en inglés, ya que las investigaciones en los países latinoamericanos están en etapas iniciales y, sus autores no se atreven todavía a publicarlos.

ORCHA, la biblioteca de aplicaciones digitales para la salud es un buen punto de partida. Wysa es una aplicación galardonada, esencialmente un chat bot que ofrece herramientas cognitivo-conductuales y orientación para los jóvenes que se sienten más seguros hablando con un robot.
Silvercloud’s Children and Young People (CYP) tiene una serie de programas para niños y adolescentes que tratan la ansiedad y el bajo estado de ánimo. Calm Harm es una aplicación que ayuda a los jóvenes a controlar el impulso de autolesionarse, y la aplicación Clear Fear pretende ayudarles con la ansiedad; ambas son recomendables.

5. EL AUTOCUIDADO ES ESENCIAL

“No ayudaremos si nos agobiamos, culpamos o centramos por completo en nuestros hijos”, explicó Alderson. “Es clave poder ser su modelo o su brújula. Al principio, la emoción era tan profunda, tan fuerte, que me las arreglaba caminando por el campo, lejos de casa, gritando y bebiendo vino. Es muy habitual ver a padres quejarse de que no consiguen que sus hijos hagan terapia, pero si las preguntas van dirigidas a ellos sobre si acudirían a recibir apoyo profesional, la respuesta es tajante: ‘No lo necesito’”.

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6. POR DOLOROSO QUE SEA, PASARÁ

La hija de la señora Alderson tiene ahora 21 años y está prosperando. Ella ha descrito su viaje en su libro, Never Let Go, destacando que el camino de cada uno será diferente. “Es posible que tengas que abandonar el plan que tenías en la cabeza para tu hijo”, su hija abandonó un colegio privado selectivo donde sufría acoso escolar. “Pero escuchando, apoyando y defendiendo, puedes establecer una conexión más profunda. Es una oportunidad dolorosa, difícil y traumática”.

Emma Taylor, enfermera consultora en salud mental y responsable clínica de Wysa, afirmó que los jóvenes pueden salir fortalecidos y con más capacidad de recuperación, y de hecho lo hacen. “Los padres suelen buscar un ‘punto final’ en el que su hijo vuelva a ser quien era antes”, aseveró, “pero su hijo habrá aprendido mucho, tendrá nuevas habilidades, no será el mismo. Y la salud mental será algo en lo que seguirán trabajando, como lo es para todos”.