Sobrevivir a un ACV

Shakespeare Abarca Córdova
Shakespeare Abarca Córdova

Hace dos años, desperté en una cama de hospital, con la misma horrible sensación que debió sentir el protagonista del relato “La Metamorfosis” de Franz Kafka, quien se había convertido en un enorme escarabajo, y es obvio, ya que al igual que este insecto, por más que trataba de volverse de espaldas o ponerse de lado, no podía hacerlo.

Así me sentí yo hace dos años, fue muy deprimente lo vulnerable y necesitado de asistencia que estaba, hasta para lo más esencial. Darme cuenta que mi lado dominante, mi lado derecho, estaba totalmente paralizado, mi lenguaje era inentendible: pero yo era totalmente consciente de lo que me sucedía, pues en todo el percance no perdí el conocimiento ni la claridad mental, eso era un buen signo, pero muy triste, como dije, estar consciente de mi situación.

Una estenosis en mi carótida izquierda, había infartado ese lóbulo cerebral, dejando de fluir sangre oxigenada, esto provocó que mis extremidades del lado derecho sufran parálisis, cuya secuela padezco hasta hoy. Por casi cuatro meses utilicé silla de ruedas, pero debo sentirme afortunado, cuando estuve hospitalizado un neurólogo había comentado con mi primo Edgard, también médico, que tal vez yo no vuelva a caminar, hoy después de dos años me lo cuenta, feliz de que aunque con dificultad he vuelto a hacerlo..

Yo mismo le escuché a otra neuróloga, que recuperar mi brazo y mi mano derecha llevaría como mínimo dos años, ella si no se equivocó, hoy aún mi brazo sigue semiparalizado y mi mano inutilizada. No firmo ni escribo, pero continúo con la fisioterapia, los avances de mejoría en un ACV son a pasos de hormiga, hay que tener mucha paciencia, voluntad y fe.

Ya no tendré la actividad de antes, pero doy gracias a la vida y a Dios, por la nueva oportunidad que se me dio, y seguiré adelante, como dice un monólogo de Rocky: “Nadie nos golpeará más fuerte que la vida, lo importante es no quedarse caído, resistir y seguir avanzando.”

Relato mi experiencia para quienes han sufrido una trombosis o quizás la sufrirán, pónganle fe y ganas a la recuperación, lo peor que puede pasarles es dejarse abatir por la depresión, no se dejen ganar por ella, siempre habrá buenos amigos que, al igual que a mí, nos dirán: ¡Animo! ¡No te des por vencido! La silla de ruedas, hoy gracias a Dios, es sólo un recuerdo.

[email protected]