Esmeraldas se debate entre el fútbol y el abandono estatal

Con más de un tercio de los 26 convocados por el entrenador Gustavo Alfaro a la competición mundialista Qatar 2022 corresponden 38.46 % a la provincia de Esmeraldas, es decir diez jugadores de una excelsa generación: Alexander Domínguez (Parroquia rural Tachina-Esmeraldas), Robert Arboleda (Barrio Boca de Lobo-ciudad), Félix Torres (San Lorenzo del Pailón), Jackson Porozo (San Lorenzo del Pailón), Piero Hincapié (Ciudadela Julio Estupiñán Tello, sur de la ciudad de Esmeraldas), Pervis Estupiñán (sector Propicia 2, sur de la ciudad de Esmeraldas.), William Pacho (Quinindé), José Cifuentes (Barrio Nuevos Horizontes de la ciudad), Ayrton Preciado (Calle Quito y 6 de diciembre-ciudad) y Enner Valencia (San Lorenzo del Pailón) de familias de escasos recursos económicos, ubicados en el umbral del quintil 1, habitaron en hacinamientos y en condiciones infrahumanas, forjándose en las polvorientas calles de los barrios marginados, girando en torno a tugurios, río y océano. La provincia verde es el sitio con la mayor concentración de afrodescendientes, fértil para el reclutamiento de talentos, erigiéndose como cantera, semillero, dando como resultado la consistencia de las condiciones biogenéticas de la fusión étnica entre aborigen y subsarianos.

El fútbol de los suburbios, barrios marginales define el arquetipo de la selección ecuatoriana, aunque estos lugares son considerados fuente de conflictos y zonas peligrosas donde campea el hampa, lumpen, pese a los golpes de la vida, no importa practicar deporte sea en canchas de tierra, hierbas o un escenario sofisticado, la ilusión ronda su deseo de superación a través de la dedicación, aprendizaje técnico-táctico, estado físico que el medio ambiente les provee, asimilando enseñanza en valores cívicos, disciplinarios, nutricional, zafándose de los tentáculos de acciones ofensivas.

El abandono de Esmeraldas es histórico, se evidencia en el atraso arquitectónico de su centro poblado, en el insuficiente ordenamiento territorial, en el arraigo de la pobreza y extrema, en sitios para el esparcimiento, entretenimiento; según cifras oficiales apenas dos de cada 10 esmeraldeños tienen un empleo adecuado, con el que ganan el salario básico. Otro indicador social, es la deserción escolar fluctúa 3.81 %, se convierte en la segunda provincia con el índice más alto, solo por detrás de Morona Santiago. Es más tiene una media de 63 muertes violentas por cada 100.000 habitantes equivale a la tasa más alta del país.

Los programas de gobiernos brillan por la ausencia, solo son digeribles en fiesta electoral, prometiendo el oro y el moro a fin de aprovecharse de las necesidades de los ciudadanos. Inexistencias de propuestas serias, comprometidas en reducir los niveles de pobreza y contribuir a que decenas de personas vulnerables tengan mejores oportunidades de vida.

En la provincia verde, la extracción de la minería contamina los ríos atenuando la producción de peces, mariscos; se suma a la deforestación para obtener maderas finas, la expansión de los cultivos de palma africana y los conflictos por tierras. Cuenta con la principal planta de refinación de petróleo del país, sin embargo recibe exigua canonjía por concepto de compensación.

En materia de escenarios deportivos, la situación es deplorable, a medida que se expande el crecimiento demográfico, aumenta las necesidades de realizar actividades, recreativas a nivel de fútbol. En cuanto se requiere presupuesto vinculado al mantenimiento de los ya existentes y crear otros para la masificación fortaleciendo el semillero distinguida cantera del balompié nacional.

El fútbol de élite conectado a la gestión patrimonial es clave para amasar fortuna mediante la inversión, pese a la caída en picada de sus ingresos una vez termina su carrera profesional, implicaría en el fomento de empleo a fin de agitar el movimiento económico local. En contraste los deportistas esmeraldeños que facturan ingentes capital, su aporte al crecimiento productivo es nulo, ni una cancha construyen.