Migrantes, bajo esfuerzo y voluntad sobreviven en las calles

TRABAJO. Luis Rodríguez, de 26 años, labora como limpia vidrios en la intersección de la Av. Olmedo y Salinas, centro de Esmeraldas, añora con una oportunidad en su profesión de panadero.
TRABAJO. Luis Rodríguez, de 26 años, labora como limpia vidrios en la intersección de la Av. Olmedo y Salinas, centro de Esmeraldas, añora con una oportunidad en su profesión de panadero.

Solo el 11% de los migrantes venezolanos radicados en Ecuador y que trabajan cuentan con un contrato formal, estadística obtenida durante el proceso de registro biométrico de los migrantes venezolanos, que presentó en enero de 2020 el Ministerio de Gobierno.

Saludan, sonríen, buscan la forma de sobrevivir, un derecho que les fue arrebatado en su país de origen y que en una tierra extraña intentan sobresalir, ellos, son los ciudadanos extranjeros que vemos cada día en las principales calles de la ciudad de Esmeraldas.

Muchos son ignorados, otros batallan con la negación, pero aún así no se dan por vencidos, se levantan, intentan comercializar desde caramelos, mascarillas, dulces, cualquier golosina que les permita llevar el dinero a sus hogares y a su familia que no ven desde hace mucho tiempo.

Luis Rodríguez, de 26 años, emigró de Venezuela hace dos años, 40 días duró su primera expedición hasta Bogotá, Colombia, y de allí a Ecuador, recorrió Quito y hoy hace un mes llegó a Esmeraldas, ciudad que, para él, lo ha acogido con los brazos abiertos, donde la calidez humana de su gente lo ha hecho tomar un respiro de su viaje nómada que nunca duerme.

Convicción

“Fue bastante difícil lo que nos tocó pasar en carretera, aguantamos mucha sed, nos deshidratamos”, recuerda Luis, mientras se deslinda unos segundos de su trabajo como limpiavidrios en la avenida Olmedo y Salinas. Continúa para decirle a quien vea su historia, que es humilde, que trabaja duro, que sueña con tener un trabajo estable, y que su voluntad no decae porque la suerte sonríe a todos en algún momento de la vida.

“Mi profesión en Venezuela es la panadería, yo soy panadero profesional, pero no he tenido la oportunidad. Me gustaría que me den aquello, esa oportunidad de que me pongan a prueba, así, nada más”, sonríe y vuelve a trabajar, porque cada día debe reunir al menos 20 dólares para comida y hospedaje.

Convicción

En su mano sostiene varios chupetes y los brinda a los conductores en afán de su contribución para reunir lo suficiente y dar cobijo a sus necesidades, la de su madre y hermana. José Ignacio Rojas, de 24 años, es otro compatriota venezolano, que emigró de su natal Barinas hace un mes, mismo tiempo que lleva en la ciudad de Esmeraldas, de la que se siente cómoda hablar por la humanidad de su pueblo.

En cartones ha escrito leyendas para que los esmeraldeños conozcan su situación y lo apoyen a cambio de su esfuerzo y trabajo que lo realiza todos los días en la calle Juan Montalvo y Av. Libertad.

En Venezuela, José era militar, está capacitado para dar seguridad, pero reconoce que cuando alguien sale de su país la profesión queda en un segundo plano, por lo que no se avergüenza en vender golosinas si aquello le permite otra oportunidad de vida.

“Esmeraldas me gustó mucho, como me tratan, las personas son humildes. Y yo he llegado aquí, no he llegado a otro lado, es la primera vez que salgo”, precisó el joven con ilusión de un trabajo estable.

Más vicisitudes

Luis y José, no son los únicos que se esfuerzan diariamente, otros de sus compatriotas también realizan trabajos esporádicos, ven las oportunidades, lavan parabrisas, venden caramelos en los buses, la ‘buscan’ para seguir en este país.

Sofía, llegó de Venezuela acompañada de su hermana, recorren el centro de Esmeraldas vendiendo ropa y accesorios, precisan no dejarse tomar una fotografía, entienden que no buscan victimizarse, solo cuentan que cada día es duro, se enfrentan a ser ignoradas, añoran con volver a su país, eso sí, cuando todo haya mejorado, aunque no niegan que esta ciudad pueda volverse su segundo hogar.

Según cifras del Ministerio de Gobierno, desde el 2016 hasta el 18 de agosto de 2020, se registró el ingreso de un millón 863 mil 812 venezolanos al Ecuador, de los que, 350 mil 498 permanecen en el país.

Ingreso inusual

El flujo migratorio inusual de ciudadanos venezolanos hacia Ecuador, en su periodo más crítico, en julio de 2019, registró más de 7 mil ingresos en un día, registró el Plan Integral para la Atención y Protección de la Población Venezolana en Movilidad Humana en Ecuador 2020 – 2021.