‘Mi vida y mi muerte son de Esmeraldas ’

MISIONERO. El monseñor Eugenio Arellano estuvo al frente del obispado de Esmeraldas por 26 años; se jubiló a los 75 años de edad.
MISIONERO. El monseñor Eugenio Arellano estuvo al frente del obispado de Esmeraldas por 26 años; se jubiló a los 75 años de edad.

Eugenio Arellano Fernández, el obispo que dedicó su vida para velar por los más pobres de Esmeraldas.  Su anhelo es que al morir lo sepulten en la tierra Verde.

Vestido con una sotana de color blanco y un crucifijo que lo hacía brillar a lo lejos, inició en su sacerdocio Eugenio Arellano Fernández en el cantón San Lorenzo, norte de la provincia de Esmeraldas en 1977, allí recorrió pueblos y comunidades cuando tenía 34 años de edad.

El obispo misionero, que comenzó su sacerdocio pasando largas temporadas visitando pueblos en canoa, con una mochila al hombro, le entusiasma vivir con sus fieles, una comunidad de afros, indígenas, emigrantes y refugiados.

Fue nombrado sacerdote en 1972 y cinco años después llegó a Esmeraldas, donde trabajó al principio en San Lorenzo; en 1982 fue nombrado párroco de la Iglesia Santa Marianita en Esmeraldas; fue designado Superior Provincial de los Combonianos de Ecuador y Colombia; y fue designado obispo de Esmeraldas el 20 de agosto de 1995.

Siempre ha sido un misionero que ha defendido la juventud y la familia y ha tenido un papel importante en la organización social de la zona, hasta el punto de participar en alguna manifestación pacífica y de ser señalado por el expresidente, Rafael Correa.

Arellano nació en Corella (Navarra), España, el 11 de noviembre de 1944, fue criado por sus padres José y Rufina juntos a sus dos hermanos en un ambiente sano y familiar, donde lo llamaban “pequeño”, pero con una vocación grande para servir a la comunidad y sobre todo a los más pobres con la sabiduría de Dios, comenta.

El obispo relata que en su niñez luego de haber terminado el bachillerato en su natal Navarra, estudió para ser profesor y decidió concursar para ganar un lugar en uno de los colegios fiscomisionales de la zona y lo ganó, ahí estuvo enseñando por tres años.

Pero hubo un día que comenzaron sus inquietudes vocacionales por el sacerdocio comboniano, ya que había estado muy cerca de algunos sacerdotes escuchando sus historias y se preguntó ¿por qué yo no?,  fue en aquel entonces cuando tenía 18 años que tomó la mejor decisión de su vida al iniciar su formación de misionero comboniano, comenta al recordar sus inicios.

Enviado a Esmeraldas

Con su deseo de trabajar en África decidió irse de su pueblo para iniciar con su vocación y llegó a la casa de formación de los misioneros combonianos para estudiar Filosofía en Portugal durante 4 años, luego fue hasta París donde realizó otros estudios de culminación en Teología, fue para 1972 que lo ordenaron sacerdote y fue enviado a Barcelona a los 24 años

Al estar en España recibió un telegrama donde indicaba que sería enviado a Ecuador- Esmeraldas, lo que en su momento le sorprendió porque no conocía nada del país y menos de la ciudad donde lo habían enviado.

Lo primero que hizo fue buscar sobre Esmeraldas y lo único que halló  fue la Refinería. Llegando al cantón San Lorenzo, le impactó la máxima pobreza en la que vivían todas las comunidades, ahí nace el impulso de enfocar su trabajo en los pueblos fronterizos de Eloy Alfaro y San Lorenzo para que temgan mayor acceso a la educación.

Lazo de paz

Monseñor también ha intervenido para apaciguar incidentes por conflictos de tierra entre comuneros de Eloy Alfaro y San Lorenzo y estuvo siempre activo en diversas marchas por la paz en San Lorenzo del Pailón.

“Recuerdo como los más bellos años, con mi mochila recorrí durante cinco años todas las comunidades, conviví con el pueblo y me di cuenta de la sabiduría de la gente, también descubrí que las mujeres eran unas auténticas damas, cuando siendo pobres y necesitándolo todo, repartían lo poco que tenía”, comenta.

Para 1982, Arellano fue designado párroco de la iglesia Santa Marianita en Esmeraldas y durante seis años fue superior provincial de los Combonianos de Ecuador y Colombia.

En aquel entonces a la parroquia había llegado un hombre de cabello cano, servicial y que con su sotana velaba por el bienestar de los jóvenes que más necesitaban, llegando también a los barrios de las riberas del río Esmeraldas, para poner paz a una guerra que se había formado. Sin más, se paró en medio de la balacera de dos pandillas y levantó sus manos para hablar con los rebeldes.

Arellano fue enviado a París para formar sacerdotes jóvenes durante cinco años, luego de haber estado en la parroquia Santa Marianita. Estando radicado recibió una carta del papa Juan Pablo II, en donde le indicaba que lo nombraba como Obispo de Esmeraldas.

“Estaba sorprendido pero muy feliz de regresar a mi tierra querida, donde se me ordenó en la Catedral de Cristo Rey un 20 de agosto de 1995”, comenta sonriendo al recordar su llegada como obispo. Recuerda que toda su comunidad lo recibió de la mejor manera y pudo construir toda su vida en la Catedral Cristo Rey.

Arellano ha estado en Esmeradas desde 1977 y, excepto por el periodo de cinco años que estuvo en tareas de formación en París.

Comunidad religiosa

Su actividad como obispo la destaca la propia Iglesia católica al reconocer su evangelización, vinculada a la promoción humana y a la defensa de los derechos humanos de los más pobres, manifiesta Carmen González, fiel católica y seguidora del obispo desde sus inicios.

Desde allí ha intervenido para apaciguar incidentes por conflictos de tierra entre comuneros de Eloy Alfaro y San Lorenzo, participó del paro de dos semanas en el 2002, con las fuerzas vivas de Esmeraldas, que reclamaban atención del Gobierno, luego del incendio por la rotura de una tubería de combustible y petróleo que causó un dantesco incendio con víctimas mortales y heridos.

En sus 44 años como sacerdote y 26 como obispo de Esmeraldas conoce de cerca los conflictos armados en el territorio fronterizo, como también de la tala ilegal de los bosques, minería, necesidades básicas insatisfechas, desempleo, que afectan a la población afroesmeraldeña y nacionalidades épera, awá y chachi. Ha trabajado por los grupos de pandillas juveniles en los barrios de la ribera del río Esmeraldas.

Apoyo a la educación fiscomisional

Arellano recuerda que antes, muchos niños afroecuatorianos no podían ir a la escuela porque no tenían ni zapatos, y ahora el Gobierno les paga el uniforme, los libros y cada vez les da más facilidades”. Ahora gracias a la iglesia católica y al obispo Eugenio Arellano, Esmeraldas se llenó de 35 planteles educativos fiscomisionales. “Ha llegado el tiempo de abrir la educación superior y mi mayor deseo sería que la iglesia pueda también contribuir con la apertura de universidades con cuotas bajas para brindarles a los más jóvenes todas las facilidades de estudio”, comenta. (MFC)

Presidente episcopal

Eugenio Arellano también fue presidente episcopal en  2017 por tres años, en donde su único objetivo fue acompañar a los ecuatorianos en medio de luces y sombras, anhelos y temores. Renunció en la catedral Cristo Rey al cumplir los 24 años de obispado y 75 años de edad en  2019, enviando una carta de su renuncia según el Derecho Canónico por los años cumplidos al papa Francisco, la misma que fue aceptada.

Se radicará en Tumaco

Al terminar su misión, acompañará a las comunidades afrodescendientes de la zona fronteriza de Tumaco. Se radicará ahí, por haber sido uno de los territorios donde trabajó en sus inicios como sacerdote.

El  deseo de Eugenio Arellano es que cuando muera lo entierren donde su comunidad católica esmeraldeña lo decida.
 Silvino Mina, vicario apostólico de Esmeraldas, describe al Obispo como un ser carismático y solidario con los más pobres de Esmeraldas desde que inició su sacerdocio hasta que termina su obispado.
Eugenio Arellano recibió un 20 de agosto de 2020 la condecoración Vicente Rocafuerte de la Asamblea Nacional, al mérito social por su labor realizada en el país.