Leyendas y tradiciones esmeraldeña

De tradición en tradición se contaban historias sobre la tunda, el diablo, la gualgura, el riviel y muchos más personajes mitológicos que cobraban vida en  Esmeraldas.

La cultura afroesmeraldeña preserva aún la memoria colectiva transmitida de padres a hijos por medio de cuentos que hablaban de vivencias y supersticiones donde los personajes principales son seres mágicos o diabólicos que tienen poderes o cambian de forma. Para que la historia fuese creída, era necesario el acompañamiento de travesuras, sátira, magia, sustos o maldiciones que dejaban enseñanzas o moralejas. (Fotos  del libro Mitología esmeraldeña de Ramón Macías Cedeño)  (KLF)

La Tunda

Uno de los personajes mitológicos de Esmeraldas más populares y temidos de los últimos tiempos, ha sido la tunda que tiene cuerpo de mujer, su pie derecho se asemeja al de un niño pequeño y el pie izquierdo parece un molinillo. Su vestimenta larga ocultaba las deformidades de su parte inferior, así la recuerda Alfredo Cruz, ex pescador de 58 años en sus experiencias e historias contadas por su padre.

Se dice que el espíritu de la Tunda persigue o secuestra a niños y niñas que se portan mal con sus padres, el personaje adopta la forma de alguno de sus seres queridos invitándolos a atrapar camarones en el río del próximo poblado y al conseguir su objetivo se lleva a los infantes a cuevas o manglares de la zona.

Para mantener el control todo el tiempo, la Tunda arroja sobre la cara del niño una nube de gases pestilentes que saca desde su vientre dejándolo atontado, a esto se le llama estar “entundao”.  Para rescatarlo y espantar a la Tunda del sitio tenían que utilizar los ladridos de perros bravos y disparos de escopeta al aire, una vez a salvo el niño desaparecido lo limpiaban con agua bendita y sahumerios.

El Riviel

Otro de los seres mitológicos más recordados por Alfredo Cruz, es el Riviel, en una experiencia contada por un amigo suyo describió a este personaje muerto como un alma que vaga en pena. Los pescadores por lo general decían que este fenómeno en forma de diablo se presentaba a los hombres que trabajaban en el río hasta muy noche.

La historia del Riviel cuenta que como humano fue un hombre con vicios de alcohol, era despreocupado y maltrataba a su familia. Un día borracho golpeó a uno de sus hijos dejándolo casi muerto, la ebriedad de su cuerpo lo hizo convertirse en un monstruo al botar al río a su pequeño que estaba desmayado por la paliza y se ahogó.

Poco tiempo después tuvo el mismo final que el hijo que mató, pues por estar borracho se cayó de su canoa, murió en medio de gritos y desesperación. Los desdichados víctimas de la presencia del Riviel sabían que algo andaba mal cuando al estar navegando en los ríos se podía divisar a lo lejos una canoa mocha en forma de ataúd, acompañado de una luz débil que salía desde aquella embarcación.

El diablo

Para otras personas una entidad aún más diabólica, es la aparición del diablo en el camino. Washington Plaza, comerciante de Esmeraldas, recordó que a una mujer de su familia se le presentó un hombre vestido de negro el cual automáticamente cambió sus prendas a color rojo. El ente diabólico sostenía un cigarro con su mano y de su boca expulsaba una espesa nube de humo que olía a azufre, mientras se reía su dentadura de oro dejaba extrañado a más de uno.

Los testigos de haber visto al Diablo decían que de su cabeza se desprendían unos enormes cuernos, pero en público siempre estaban ocultos por un sombrero negro gigante con alas. Para espantarlo había quemar estopa de coco, regar agua bendita y rezar.

La Gualgura

La Gualgura se hizo famosa por tener un escenario campestre, a veces en las tardes la gente decía ver una gallina sola o con pollitos y por el sonido del pío pío pío correrían a ayudarla porque parecía perdida, sin embargo, al acercase cada vez más al ave se llevaban una experiencia terrorífica y un buen susto de muerte. La visión de la Gualgura era la forma de castigar a aquellos que se apoderan en algún momento de una gallina ajena, la matan y se la comen a escondidas.

Eladio Ayoví ,habitante de Esmeraldas, contó que cuando era pequeño visitaba las lomas y jugando un día “se me apareció un pollo con la cabeza cortada, no sabía qué hacer, yo pensé que era el diablo”. Todo el que intenta atrapar a la Gualgura transformada en gallina, corre al monte a perseguirla, al acercarse y cargarla para llevársela, esta le inserta un picotazo a su víctima para escapar.