La disyuntiva de Lasso

Eduardo Antonio Chiriboga Aponte
Eduardo Antonio Chiriboga Aponte

El señor Lasso, que, gracias a su visión, trabajo y la ayuda de un cuñado, llegó a ser uno de los hombres más ricos del país, hoy, cristalizado su viejo anhelo de ser presidente, le ha tocado “bailar con la más fea”. Coge a un país en medio de una pandemia atroz, con una economía recesiva, endeudado, y corrupción en todos sus niveles. Corrupción que él sabe bien de dónde proviene, por lo que, si quiere destacarse, deberá tomar decisiones difíciles pero históricas. O respeta los excesos de esas mafias que inclusive le apoyaron para llegar al poder, en cuyo caso nada cambiará; o decidirse por entrar en la historia y encarar los desafíos que tiene por delante, procediendo a hacer transformaciones insoslayables, muy alejadas de la ortodoxia de administrar al país como todo gobierno de derecha.

Y con nuestras ventajas comparativas, convertirnos en un país comercial, nos alejaría de nuestro verdadero futuro: ser un gran país agroexportador de productos elaborados con encadenamientos productivos justos; obviamente, ejecutando paralelamente lo macro, las inversiones en sectores estratégicos que arrojen en corto tiempo divisas para país. Claro está, lo primero es un proceso que deberá dejarlo encaminado, basándolo en una educación y visión, muy diferente a la que tenemos.

Lograrlo, dependerá de la política “tipo Singapur”, que anhelamos se adopte. Erradicar la corrupción vía expedición o aplicación de leyes, es como preguntarles a los presos si quieren trabajar para pagar su sustento, o a los peces si quieren vivir fuera del agua. Es obvio que no hay honestidad mental en la gran mayoría de legisladores, por lo que, si los dirigentes sindicales, empresarios y el Ejecutivo no llegan a un acuerdo tripartito para definir el futuro de la patria, Lasso deberá enfrentar su disyuntiva: gobernar a través de múltiples Consultas populares, o pedir un apoyo condicionado a los cuarteles. No hacerlo, lo convertiría en otro mediocre. Y visiblemente, no es su estilo.

Ninguna transformación histórica, se la ha logrado pidiendo permiso. Lo cierto es, que la ley del péndulo, la mañosería, y las crisis, ya no pueden continuar.

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