Dejó su ciudad y llegó a servir a Atacames

TRABAJO. Las preocupaciones de Elicenia Vélez de Saldarriaga se centran en atender a la población más vulnerable.
TRABAJO. Las preocupaciones de Elicenia Vélez de Saldarriaga se centran en atender a la población más vulnerable.

La manabita pero atacameña de corazón, ha logrado llegar con ayuda hasta el último rincón en vulnerabilidad del sureño cantón.

Con nostalgia Elicenia Vélez de Saldarriaga, de 52 años, recuerda su niñez en su natal Chone, al estar junto a su familia donde tiene los más bellos momentos. Desde pequeña aspiraba ser una gran costurera porque su madre lo era  y soñaba con seguir los mismos pasos. La manabita de corazón noble, nació el 29 de abril de 1969, pero desde 1992 se volvió atacameña.

Amor a primera vista

En 1989 conoció al alcalde de Atacames Fredy Saldarriaga con quien lleva 30 años de matrimonio, cuando ambos estudiaban en la Universidad de Portoviejo la carrera de Marketing y en ese mismo año ella fue electa como Reina de su facultad.

“Yo era compañera de su hermana en aquel entonces, en donde por cuestiones de la vida nos conocimos con Fredy y nos enamoramos, fueron seis meses de relación y decidimos casarnos, yo tenía 22 años, hicimos como dice el refrán dos cucharadas al caldo y mano a la presa”, recuerda entre risas.

Su llegada a Atacames

Luego del matrimonio la pareja decidió irse a Pedernales a trabajar y a construir su familia juntos, mientras ella se dedicaba al hogar, Fredy se hizo comerciante en la compra y venta de camarón, hasta que después de casi dos años la compañía para la que trabajaba decide enviarlo a Atacames.

Con ilusión llegaron al ‘Paraíso’ como Vélez describe a su cantón, decidiendo quedarse para formar su hogar junto a sus hijos Gonzalo, María Elicenia y Michelle.

Desde aquel entonces decidió apoyar a su esposo en todos sus proyectos, dejando sus sueños a un costado para calar en los de Fredy, hasta que llegó a la Alcaldía.

Su labor social

Asimismo, Vélez fue quien inició la construcción del Patronato Municipal en Atacames. Se define como una mujer trabajadora e incansable, dice que no hay labor más satisfactoria que ver en los ojos de su gente el agradecimiento por la labor solidaria que realizan a diario, entre una de sus mayores alegrías y que recuerda con lágrimas, fue cuando trabajó en la erradicación del trabajo infantil y un niño que vendía corviche  la abrazo diciéndole que gracias a ella, hoy él, ya era un bachiller.  (MFC)

Tiempos de pandemia

Durante la pandemia ha enfrentado la crisis sanitaria en las calles, llegando a cada uno de los sectores y parroquias con ayuda humanitaria, toma de pruebas rápidas, kits alimenticios, mascarillas, ropa y demás implementos y enseres que han ayudado a solventar la difícil situación de las familias en vulnerabilidad por el coronavirus.