Esmeraldas cuida su turismo

Autor: Revista Semanal | RS 57

Sin desmanes ni violencia, Same , Casablanca y sus otras playas, volvieron a la vida en carnaval

Repleta y segura, así estuvo la playa de Same en Esmeraldas, en toda su extensión y casi hasta el pueblo pescador de Tonchigüe, durante el feriado de carnaval este 2023.

Quienes se aventuraron a salir de la Sierra el sábado 18 de febrero hacia la Costa, tuvieron una jornada por demás larga y pesada, pues el tráfico fue -propio de un buen feriado largo- excesivamente lento. Hasta ocho horas demoraron en llegar algunas familias, sin importar la elección de vías, ya sea por Santo Domingo o Los Bancos.
De todas formas, la espera y paciencia valieron la pena. El sol brilló, en ocasiones de forma cunicular, y hubo uno que otro chapuzón, pero el clima premió a los turistas.

Las playas de Esmeraldas se habían preparado para el feriado y obtuvieron su recompensa. Los turistas inundaron playas como Same y, a pesar del aguaje que trajo palos y ‘aguas malas’ en inusual clima pues ni siquiera el agua del mar se sentía fría, el feriado concurrió con tranquilidad.

Los distintos y numerosos conjuntos que otrora conformaban el exclusivo club Casablanca, y que comparten la playa con los habitantes y turistas que llegan al par de hosterías en la playa de Same, estuvieron seguros y sin mayor contratiempo. No se reportaron mayores incidentes y, sobre todo, nada parecido a los salvajes desmanes que gracias a las redes sociales vimos en las playas de Guayas y Santa Elena. Como hace muchos años, las playas de Esmeraldas volvieron a mostrarse como un santuario para familias y adolescentes de la Sierra, en busca de un poco de fiesta, sol y delicias del mar.

Precauciones en el mar y la salud
Aunque la naturaleza y el clima hicieron lo suyo, las precauciones de quienes nadan en las traicioneras costas esmeraldeñas nunca están de más. En “bandera roja” permaneció la alerta en la playa durante todo el feriado, aunque eso no detuvo a grandes y chicos al ‘pelear’ las olas a diario.Algo de organización para dotar de “salvavidas” falta, y debería quedar en manos de quienes administran hoteles y hostales en las playas, para dar algo más de seguridad a los bañistas.

Como nunca falta en una vacación con niños y adolescentes, hubo uno que otro accidentado, cuyos padres tuvieron que salir a Atacames en busca de pediatra y farmacia. Para heridas mayores, un hombro dislocado que requería rayos-X, por ejemplo, en el centro de salud de Atacames advirtieron a la familia no acudir al hospital de Esmeraldas que, según dijeron en el centro, se encuentra en “zona complicada” de la ciudad. No es raro, aunque sí una lástima, que en balnearios y zonas turísticas del país, especialmente en las más hermosas, escasean los servicios de salud -para locales y turistas-. La economía del arrendatario

El creciente mercado de los alquileres vacacionales trajo una segunda vida a balnearios playeros, aunque aún falta generar cultura de convivencia tanto en los arrendatarios como en los propietarios. Hay quienes adquieren propiedades como inversión. Las manejan desde la Capital, buscan arrendatarios de corto plazo para las vacaciones de verano y los feriados, en sitios como el portal Airbnb, Facebook y otras redes sociales. El conflicto nace entre la cultura del ‘propietario original’, de los cuales quedan pocos, pues lo que hoy se conoce como el ‘complejo vacacional Casablanca’ se empezó a construir en 1987, y las nuevas generaciones de propietarios, con un perfil más inversionista que familiar. En el centro del conflicto, sin embargo, está el deplorable comportamiento de los arrendatarios.

Las quejas son numerosas y comunes: decenas de adolescentes que ocupan departamentos por encima de su capacidad, que farrean a todo volúmen hasta la madrugada e invaden las piscinas que se vuelven inaccesibles para niños pequeños; adultos que no respetan las normas de uso de los espacios públicos, bebiendo y dejando rastros de comida en carpas y tumbonas de piscina; madres y padres de familia que por comodidad o falta de costumbre bañan a sus infantes sin pañales de agua, desparramando bacterias y logrando que la piscina se clausure para todo el condominio, por 24 horas.

Quienes alquilan por Airbnb sostienen que las normas son más estrictas y el mecanismo de sanción más efectivo, pudiendo expulsar a los arrendatarios que las incumplen, en el acto. Lo que no ocurre cuando los propietarios alquilan o prestan sus apartamentos a “familiares y amigos” con actitud de “intocables”.

Son las consecuencias del crecimiento y el progreso; obstáculos que tienen solución, pero reflejan que este familiar balneario va retomando vida y energía, de cara al feriado de Semana Santa y las vacaciones de verano en la Sierra. (DLH)

Servicios y alimentos
El turista va sofisticándose y se vuelve más práctico. Atrás quedaron los días en los que había que cargar cajas de comida desde la Capital para vacacionar en la playa. Muchos viajeros optaron por viajar ‘liviano’ y abastecerse de alimentos en supermercados de Atacames.

La oferta es amplia, desde el tradicional Tía hasta un Gran Aki, pasando por las fruterías del camino y las tiendas al borde de la carretera. Para los más cómodos, está la tienda frente al viejo hotel Casablanca que, aunque tiene precios exorbitantes es conveniente y tiene una variedad útil; para los tecnológicos, hay acceso a pedir por ‘Tipti on the beach’.

¿Hasta cuándo el monstruo abandonado?
Nadie entiende por qué el alcalde de Atacames aún no ordena la demolición de aquel edificio abandonado que el BIESS y un tramposo fideicomiso dejaron en plena playa de Same.