El gobierno federal de loja

Los historiadores nacionales no se han atrevido a criticar la opción lojana de 1859, no han ido más allá de soslayar estos hechos históricos y quizá alguno a insinuar motivaciones separatistas que, como se ha visto de los propios documentos, no tienen mayor sustento. Sin embargo, hay alguno que comprende bien la motivación de Loja; Wilfrido Loor cree que: “En lo relativo a los males puestos por la naturaleza sobre la dependencia de Loja a Cuenca, quizá eran solo del sistema de Gobierno: el centralismo y caciquismo departamental, que llevaba al federalismo como supremo remedio, y que era igual en Cuenca y Loja, Guayaquil y Manabí, Quito y Chimborazo.

El Departamento era motivo de odios entre vecinos sin compensación de beneficios, y García Moreno con gran visión de la realidad lo suprimiría más tarde, por antidemocrático y por conservar la concordia y la unidad de la República. Establecido ya el nuevo régimen provincial, Loja desistió de su federalismo, porque no dependía ya de Cuenca: el mal no era de la naturaleza sino de los hombres”.

Los autores lojanos, unánimemente han elogiado el Movimiento Federal, del que Pio Jaramillo llega a decir que “Esta revolución federal, tiene para la provincia de Loja el significado histórico de su emancipación política”.

Alfredo Mora Reyes considera que “ese fervor autonomista, que tiene ya fuerza de tradición para nuestro pueblo, ha sido la base más firme para defender el progreso de Loja y la dignidad de la provincia, en jornadas heroicas, que merecen el homenaje del recuerdo”. afirmando también que “La evocación del movimiento Federalista lojano, constituye una página de gloria en el Calendario Cívico de nuestro pueblo; y por eso, en los momentos de peligro y abandono, Loja Ciudad y provincia ha vuelto los ojos anhelantes de esperanza y de progreso, a la figura patricia y consular de Don Manuel Carrión Pinzano”. para luego agregar: “ante el determinismo histórico de tener frente a nuestra frontera el peligro permanente de un mal vecino, Loja, como ayer y como siempre, proclama con orgullo su más alto destino, de ser el Centinela alerta de la defensa de la Patria; pero advirtiendo también a las autoridades centralistas, que no deben confundir jamás las manifestaciones de defensa del progreso provincial, con bastardas ideas de desviación separatista, que jamás pueden tener cabida en el corazón de los lojanos, que siempre se han enorgullecido de su blasón de ecuatorianidad; de manera que estas inculpaciones ignominiosas constituyen la peor ofensa contra el impoluto patriotismo lojano”.

Por otro lado, no deja de llamar la atención que en el estrecho y accidentado espacio de poco más de un año se haya podido desarrollar un plan de gobierno que cimentó las bases de la cultura de Loja, a través del establecimiento del “Instituto de Instrucción”, germen de la vida universitaria; sentado el fundamento de la paz social con la creación del Tribunal de Justicia para impartirla pronta y eficazmente; la consolidación del desarrollo y progreso regional por medio de una división territorial adecuada a una realidad geográfica y orográfica tan difícil y caprichosa, parecida a la de “un papel arrugado” como la describiera el propio García Moreno; y, el complemento de las conquistas del espíritu y de la concordia humana, con la erección del Obispado. Todas estas conquistas han dado sustentación a la vida autónoma de la provincia.

Para concluir, Pío Jaramillo se refiere al más importante logro del Movimiento Lojano y que trascendió a nivel nacional: el fin del sistema departamental: “Si no era adaptable a nuestro medio el sistema federal, el gobierno provincial en goce de su perfecta descentralización, como el que ejerció el Sr. Carrión Pinzano en 1859, probó, al Sr. García Moreno, inclusive, la urgente necesidad de dar a las provincias toda la categoría gubernativa a que tienen derecho. Y el respeto a su autonomía, para evitar toda intervención egoista distrital, germen de la disolución contraria a la unidad nacional, para resolver los grandes problemas que exigen el esfuerzo conjunto para su realización”.

FINAL DEL GOBIERNO FEDERAL DE LOJA.

La corriente de indignación contra el régimen de Franco y el “Tratado” que había celebrado también llegó a Loja, la que patrióticamente vió llegar el tiempo de la reunificación al lado del Gobierno Provisorio que se abanderaba con la causa justa.
La reacción contra Franco dejaba, como se ha dicho, sólo dos alternativas, la primera: había fracasado un intento de acuerdo. La segunda: la guerra. La preparación de ésta hacía que García Moreno se movilice de un lugar a otro preparando a la Sierra para el enfrentamiento con un enemigo poderoso militarmente y que además contaba con el respaldo eventual del Mariscal Castilla, conforme a lo estipulado en el propio Tratado de Mapasingue.

Desaparecido ya el Gobierno de Cuenca, García Moreno que se encontraba en ésa ciudad el 18 de marzo, dirige una comunicación al Jefe del Gobierno Federal de Loja, perurgiendo la colaboración de la provincia para la preparación de la campaña militar contra Franco. Recuerda en ella la obligación de Loja derivada de su vinculación a la República, ciertamente nunca olvidada, de contribuir a la solución nacional.

Luego de asegurar que no utilizará las armas para someter a la provincia pues “debo asegurar a Ud. que ninguno de sus actos (del Gobierno Provisorio) podrá jamás ser hostíl a las libertades de ningun pueblo” pero, “Si haré notar a Ud. que si el Gobierno Provisorio respeta la voluntad del pueblo lojano, que ha querido constituirse de la manera que le ha parecido más conveniente, extraña solamente que una parte de la familia ecuatoriana permanezca indiferente espectadora de los peligros de la Patria” y “El Gobierno Provisorio en nada pretende alterar la forma administrativa interior que Loja ha querido darse, pero está en el derecho de reclamar los auxilios que todo Gobierno central recibe de las secciones confederadas… Loja, por medio de los impuestos que haya creado, podría sostener todo el tren de empleados que estimase conveniente al rango de su Gobierno Interior; el Gobierno provisorio en nada modificaría este régimen interior, pero está en el deber de reclamar en auxilio de las necesidades de la Patria las rentas generales de la provincia, siendo además indispensable que el Gobierno General sea reconocido para todos aquellos actos que son de su exclusivo resorte”.

No hacía falta mucha insistencia. Loja estaba convencida de que su interés fundamental era el régimen interno que había decidido darse. Jamás habría pensado en una desmembración o en olvidar las necesidades de la Patria Grande. La ayuda de Loja tan sólo se condicionó a la convocatoria de una Convención Nacional.

Con el fin de adelantar los acuerdos entre Loja y Quito, llegó a Loja el Dr. Mariano Cueva, vinculado por familia a Loja, y con quien se inició la negociación.

Para concretar personalmente el pedido de ayuda y la reincorporación plena de Loja a la Defensa Nacional, el propio García Moreno decidió visitar Loja. El 23 de marzo de 1860 se suscribió un “Convenio” entre los Gobiernos Provisorio de Quito y Federal de Loja, éste último representado por el Dr. Ramón Samaniego, pues conocida es la antipatía personal que se profesaban García Moreno y Carrión Pinzano.

En lo principal este Convenio establece: “Artículo 1o. El Gobierno de la provincia de Loja, deseando por su parte contribuir a la salvación de la República, reconoce al Supremo Gobierno Provisorio como al general de ella, para la administración de los negocios que le corresponden, tales como las Relaciones Exteriores, Organización y sostenimiento del Ejército permanente, dirección de las operaciones militares, para la defensa del territorio nacional y vindicación de sus derechos, y convocatoria de la Convención Nacional.

Artículo 2o. El Gobierno Provisorio reconoce al de la provincia de Loja con absoluta independencia para el manejo de la administración, arreglo de su Gobierno, elección de sus gobernantes, establecimiento del Tribunal de Justicia, división territorial, y en fin, para todos los demás asuntos que le pertenecen mientras se reúne el Cuerpo Constituyente que ha de reorganizar el país.
Artículo 3o. El Gobierno de Loja contribuye durante la guerra, con la suma de dos mil pesos mensuales, por cuanto se reserva también el manejo de las rentas públicas.

Artículo 4o. En virtud de este Convenio el Gobierno Provisorio no reconocerá ni aceptará ningún pronunciamiento que se haga en la provincia, ni permitirá su desmembración.

Artículo 5o. El Gobierno de Loja hará por su parte cuantos sacrificios le sean posibles para el sostenimiento de la integridad del Ecuador y auxilio de la causa nacional, que tan heroica y dignamente defiende el Gobierno Provisorio.”.

Este Convenio fue suscrito por los doctores García Moreno y Mariano Cueva, por el Gobierno Provisorio y por los doctores Ramón Samaniego y José Benigno Carrión, por el de la provincia de Loja.

En el Convenio, Loja reconocía al Gobierno de Quito como al general de la República y se comprometía a contribuir con los gastos que demandaba la campaña contra Franco; pero, al mismo tiempo mantenía, como siempre fue su espíritu, ciertas competencias del estatuto federal, reservándose, como se ha visto de su texto, algunas prerrogativas de los gobiernos federales; esto es, el manejo de las rentas internas y propias, de su organización política y territorial, su administración de justicia, entre otras; pero concedió al Gobierno Central o General el manejo de la guerra y las relaciones exteriores.

Como se verá luego, la campaña organizada por García Moreno contra Guayaquil concluye el 24 de septiembre de 1860 con el triunfo del Gobierno de Quito y la desaparición del beligerante de Guayaquil; y conforme se había convenido, el 26 de octubre del mismo año se expide el Decreto de convocatoria a la Convención Nacional, que debía reunirse en Quito, el ocho de enero de 1861. El Gobierno de Loja, conociendo de la convocatoria, a su vez, el seis de noviembre de 1860, expide el siguiente Decreto: “Artículo 1o. Cúmplase y publíquese por bando con la solemnidad debida los decretos de convocatoria a la Convención Nacional y reglamentario de elecciones que ha expedido el Supremo Gobierno Provisorio con fecha 26 de octubre del presente año.”. Además, el Jefe Civil y Militar y su Secretario General se excluyen de la posibilidad de ser candidatos e incluso de intervenir en la contienda, encargando las funciones de dirección de la elecciones al Contador Mayor. En tales elecciones fueron elegidos diputados de Loja los Doctores Toribio Mora y Francisco Arias
Al terminar el experimento de Gobierno Federal, el ocho de enero de 1861, Don Manuel Carrión Pinzano dirigió a la población la siguiente proclama que vale la pena transcribirla in extenso:

“LOJANOS. La revolución que ha causado tantos desastres a la Patria, pero que también le ha proporcionado grandes glorias, toca a su término, y de su seno, purificado por las tempestades, ha surgido como un iris de bonanza la Asamblea Nacional que se instala en este día. La voluntad del pueblo, que por primera vez se ha dejado conocer a la República en la plenitud y magnificencia del verdadero sufragio, ha organizado la Convención Constituyente que debe enjugar las lágrimas vertidas, cimentar la paz, y plantear el principio republicano como única base de nuestras futuras instituciones. Hoy mismo, ante la majestad de esa Corporación que reasume el ejercicio de la soberanía de más de un millón de ciudadanos libres, he resignado la autoridad que me confiasteis el 18 de septiembre de 1859.”

“Cuando toda la República se conmovía, buscando la fórmula que debiera salvarla en el cataclismo de la política, vosotros unánimemente proclamasteis la doctrina de la descentralización: a ella debéis, sin duda, el que la provincia de Loja haya salido ilesa en medio de las contiendas civiles, y sin dejarse guiar por el mal consejo de odios y parcialidades, hubiese auxiliado la defensa de la causa común, contribuyendo al heroico desenlace que ha tenido. Justo es, por tanto, que nuestros sabios legisladores, viendo de un lado la capacidad del pueblo para el gobierno propio, y de otro su vitalidad y patriotismo, acojan el voto consignado en nuestra acta de federación, y os deleguen lo que sin mengua del poder general os pertenece ya, por la lógica de los acontecimientos y por las conquistas del derecho. Nada importa, a este respecto, la pequeña defección que hemos sufrido, como no importó para el establecimiento de la ley cristiana, la traición de uno de los que componían el Santo Apostolado. Más, el Gobierno no ha tenido parte alguna en semejante emergencia, pues bien sabéis que para conservar la unión, la tranquilidad y el orden he sacrificado mis afecciones particulares, mis intereses aun los más queridos, y quién sabe si hasta la dignidad de la Suprema Magistratura a que me elevó vuestra benevolencia.”

“COMPATRIOTAS. Estáis al cabo de las aflictivas ocurrencias domesticas que me han sobrevenido, y a pesar de ellas no os he abandonado un instante en el período revolucionario; pero mi mayor satisfacción en estas circunstancias es la de volver a la vida privada con la gloria de haber servido de centro a un pueblo ilustrado y pacífico que sabe elegir el principio que le conviene, y tiene valor y constancia para sostenerlo. Solamente llevaré un pesar al fondo de mi retiro, y es el de que no haya podido desarrollar, en toda su extensión, la obra de vuestros esfuerzos, para conseguir la práctica del bien que emana del grandioso depósito que resignasteis en mis débiles manos; pero muy limitado el tiempo en que debía coronar mis anhelos, conformes en todo con vuestros mandatos, y viendo delante de la provincia el espectro de la guerra que asolaba a toda la República, era preciso atender a la conservación antes que a la reforma, afianzar las garantías públicas y los derechos individuales, gérmenes de ese porvenir que hoy empieza para vosotros, más bien que emprender en nuevas labores que, sin la descentralización completa, serían tal vez estériles ensayos. Si lo establecido subsiste, sin embargo, quedan ya levantados los cimientos de ese alcázar de emancipación; pues adquirida la libertad y consolidada la paz, vendrá en pos la cultura social con los adelantos de la industria y el fomento de los intereses materiales.”

“CIUDADANOS ARMADOS. Después de las altas pruebas de valor y de civismo, y de vuestra absoluta fidelidad al Gobierno que formasteis en la acertada transformación política, todos habéis contribuido al sostén de ese Gobierno, sin que haya menguado vuestro celo ni flaqueado vuestra lealtad ni por los peligros, ni por las privaciones; todo esto y aún la penuria económica del Erario, en vez de haceros vacilar, han redoblado vuestra abnegación, actividad y entusiasmo. El Gobierno que presido y que os admira, recomienda vuestra conducta a la gratitud nacional: el pueblo os verá siempre como fieles guardianes de sus dogmas políticos; yo como un amigo reconocido, y todos, en fin, aplaudiremos vuestra lealtad al principio redentor que profesamos, y vuestra firme resistencia a las tentativas de trastorno.”

“CIUDADANOS. Acostumbrado a no mezclar nunca los asuntos públicos con los privados, y amante decidido de la justicia, al terminar la misión con que he sido honrado, abrigo en mi conciencia el convencimiento de no haber dado paso, durante su desempeño, con la intención de dañar a nadie; más, si he llevado por ventura el mal al corazón de alguna persona, ruegole deponga su resentimiento, pues si cuando subí al elevado puesto en que por unanimidad me colocasteis, sólo veía amigos a mi rededor, ahora que desciendo de él quiero verme rodeado de la misma manera, por serme esto más glorioso que todos los honores del mundo, que nunca me han fascinado. Como cristiano y republicano, y agente vuestro en todos los hechos cumplidos desde la revolución de Loja, hasta la entrega del poder que acabo de verificar a la Asamblea Nacional, no esquivó la responsabilidad legal de todos mis actos. Que los ofendidos por ellos sean mis acusadores; que el tribunal que deba juzgarme examine mi conducta pública, y la provincia y la nación fallen sobre ella; pues así como he sido inflexible en la ejecución de las leyes, justo es que el pueblo también lo sea conmigo, ya que no he tenido otra mira que la de obedecer sus órdenes y coadyuvar con fe y decisión a sus patrióticos deseos.”.

Autor: Genaro Eguiguren V