¿Derecha o izquierda?

Eduardo Antonio Chiriboga Aponte
Eduardo Antonio Chiriboga Aponte

Es hora de que la ciudadanía vaya percatándose, de que ya no es procedente seguir encasillando en dogmáticas ideologías al accionar de los gobiernos. Eso de izquierda, centro o derecha, hace años empezó a dejar de tener sentido. Las sociedades evolucionan y sus necesidades van cambiando. Los derechos y las obligaciones de las personas, tienen que apegarse a las realidades de cada país y su situación.

Desde épocas feudales, se sintió la mutua necesidad entre patrones y empleados. Los unos sin los otros, no son nada. Desde la revolución industrial, las maquinas dejaron de requerir mano de obra no calificada, acentuándose la explotación del trabajador, provocando legítimas protestas populares, que degeneraron en ideologías, y dividiendo al mundo.

Pero el tiempo pone todo en su lugar. El socialismo no demoró ni un siglo en mostrar su inviabilidad. Matar los incentivos y la libertad ciudadana, nunca tuvo futuro. Pero el capitalismo salvaje, hace décadas viene siendo cuestionado, inclusive dentro de los mismos estados capitalistas, donde reputados politólogos y premios Nobel en economía, analizaron sus efectos nocivos contra el desarrollo de los pueblos.

La derecha sin conciencia social, no tiene futuro. Peor la izquierda, donde se exigen demasiados derechos a cambio de pocas obligaciones. Donde los factores de la producción reposan en manos corruptas, ineficientes y equivocadas. Donde han estigmatizado al empresario, quien corre los riesgos y pone el pan en cada una de las mesas de sus empleados, y de cuyos impuestos se nutre el funcionamiento de cualquier Estado. Disminuir el malsano revanchismo social, es cuestión de educación en visión, principios y valores.

En la vida, todos somos útiles en el lugar que nos corresponde actuar. Lo importante es tomar conciencia que las ideologías se van fundiendo entre sí, pues van naciendo nuevas necesidades sociales, y de mercado, a las que hay que atender, para que un país funcione en debida forma.

Si en Singapur, donde conviven cuatro razas, culturas e idiomas muy diferentes, pudieron ponerse de acuerdo en el pacto para desarrollar su sociedad, ¿por qué no podemos nosotros lograrlo?

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