Delincuencia y drogadicción

CARLOS CONCHA JIJÓN
CARLOS CONCHA JIJÓN

Las cifras lo demuestran con los actos delincuenciales que han desbordado cualquier cálculo de estudios en el país, que determinan un alto índice de inseguridad y drogadicción calificada como alarmante, por decir lo menos.

Existe un ambiente de inmenso nerviosismo en una conciencia abrumada sumida en la impotencia. El país sucumbe en una selva de irrespeto a la vida, amenazada en cada instante, porque la muerte merodea bajo los brazos de los criminales haciendo mofa de la justicia.

Se ha perdido el respeto imponiendo el irrespeto, en un clima en que han desaparecido los principios éticos, abandonando la senda del buen vivir, distorsionando la buena conducta, como esencia reguladora de un comportamiento armónico de la sociedad.

No cabe duda que este laberinto de inconsistencia social deviene de las drogas, que constituyen el eje central que origina desordenes escalofriantes en la sociedad.

Los asaltos son el pan de todos los días, los robos constituyen una constante, que certifican el terror, los asesinatos son frecuentes con un reguero de sangre, como producto del tráfico y consumo de drogas, calificado como un gran negocio, concomitante con el negocio de las armas, que son mensajeras y ejecutoras de las muertes.

El país se inundó de drogas cuando en el gobierno de la robolución ciudadana se eliminó la base de Manta, acción negativa que se fortaleció irresponsablemente y criminal con la famosa tabla de consumo de drogas; es decir que se legalizó su consumo.

También abonaron al consumo de drogas en el país el negociado de los radares chinos que nunca funcionaron y aportaron para que el territorio nacional se convierta en pistas abiertas de las narco avionetas.