Cuento: Soldado Mina

A la memoria de un buen General.

El sargento todo endiosado
Minaaaa Frasiannnn.. ¡pasoalFREN.. !
Firmeh mi Sargento…

Guarda la joroba…colorado… ¡Eso…!, pero no tanto, ahora mete la guata. ¿Frasian..? Ja ja ja ja já. iSilencio los demás… Aquí el único que se ríe soy yo… ¿Entendido? Qué ¿tu taita era francés, gringo? ¡Y además Frasian Mandela, ja ja já! ¿Porsiacaso de chiquito no te ponían faldas negrura?. Ji ji ji

¡Silencio he dicho!
El negro contuvo el salivazo y se prometió, para sus adentros, tomarse algún día revancha partiéndole en dos el coco a este militarote alzado. La saliva le rodó lentamente hasta el estómago y los ojos le brillaron como bolichas detrás de dos lágrimas pasmadas.

No obstante que desde la escuelita del recinto natal padeció mucho por nombrecito tan raro, el soldado Mina no se había preguntado antes sobre el origen de su nombre. La mayoría de alumnos provenían de una comunidad Cayapa cercana. Sólo él y un primo eran afrodescendientes.

Tan solo por fastidiarlo le preguntaban y preguntaban su nombre y se le mofaban. Tras una ocasión en que dió un trompón en la naríz a uno de los niños y la profesora requirió la presencia de algún representante, fue la abuelita la que acudió a recibir la queja. De regreso a casa con Frasian castigado, la viejita le preparó una limonada, le rascó la cabeza y mirándole a los ojos le recomendó: Si te sigen jodiendo con eso de que ¿cómo te yamas? sólo diles Costal de llamas… Y si te piden explicación ándales con el cuento que así se dice Frasian en cristiano y deja de andarte sufriendo. Peor pegando a loh demá. ¿Tamo?. ¿Y si me preguntan por mi apeyido leh digo Sapo encogío? Bromeó riendo el negrito. ¡Eso, eso..! festejó ella y le hundió en su abrazo.

Lo cierto es que un día la juguetona atención de los pequeños se concentró en lo de Costal de llamas, a tal punto que luego de una solemne conversa sostenida durante un largo recreo, los pequeños cayapas resolvieron por unanimidad comunicar al negrito la traducción que en su criterio sería la más acertada para su lengua: ¡Oye Costal de llamas…¡ Para nosotros eres Juyungo, le dijeron con mucha solemnidad y sin burla. Y no le sonó mal. Más tarde supo que para el pueblo Cayapa Juyungo era el diablo, pero no un diablo cualquiera… Quizás por eso Frasian siempre se intuyó como un diablito bueno, un diablito flameante, pícaro, peleador y también justiciero, aunque tímido de natural. Quizás esa haya sido la razón por la cual nunca se disgustó de que así lo apodaran sus amiguitos de la primaria.

Pero ya para la época de la conscripción había vuelto a ser Frasian gracias a su cédula de identidad.
Su abuelo se llamó Eloy. Y su finado padre, José María, en honor a un incansable político que se pintó siempre como profético redentor de las masas oprimidas, aunque poco o nada logró redimirlas durante sus cinco presidencias. También tenía un tío Galo y otro Camilo. Y a su hermanita, la primera, la llamaron María Elvira, por una señora muy querida en el país y presidenta de la Cruz Roja, una de cuyas pintas de sangre había salvado de milagro la vida de la mamacita por el excesivo sangrado del parto con que dio a luz a su negrita. A su otro hermano, nacido en 1961, esto es año y medio antes que él, le habían puesto Carlos Julio, nombre del que luego se arrepentirían. Y es que de joven al ñañito Carloulio un tiempo se le dió por el trago – vicio perenne del presidente del que prestaron su nombre – y se les maduró en la conciencia familiar el complejo de que había sido su peor decisión así llamarlo. La mamá insistía en que ese era tal vez un buen ejemplo de lo que llaman mal agüero.

En el desquite no hay venganza

El viernes que viene sale franco dos días y viajará a Tonsupa para preguntarle a su madrecita ¿Porqué diabloh me pusieron nombre e’gringo? Frasian Mandela Mina Anangonó mueve lentamente los labios mientras estruja la cédula de identidad acostado, inquieto, en la cama.

¡Serrano abusivo! -piensa, mientras vuelve a rondarle por su cabeza el Sargento Manolo Añazco, que, en su fantasía, aparece con el ojo morado por el jab de izquierda que mentalmente le ha propinado adelantando el desquite. Cuando salga del cuartel voy a meterme a boxeaor que pa´ eso somos bueno loh negro – se dice – haciendo rápidos movimientos de sombra contra el aire, que ahora es Añazco.

¿Qué te pasa Mina, contra quién te peleas..? – entra al dormitorio preguntándole su pana Chamorro, que le retribuye con sincera amistad por ser de los pocos que jamás ha hecho burla de su condición de ´pastuso`, tan insistentemente machacada por el sargento.

Te cuento ñañito que ´mi Sargento` – lo dice el carchense fingiendo cariño – se va con el pase a Sucúa. El Comandante Jaramillo se ha puesto cabrera por los abusos del man… ¡Mira nomás…! Ya de la alegría estoy hablando entre mono y serrano.

Dicen que lo ha revolcado por no ser gente y le ha dado a escoger entre la baja y el pase. Ya bien entrada la noche Mina decidió no pensar más en el asunto y luego de rezar rápidamente un Padre Nuestro, en el cual no dejó de pedir cristianamente a la misericordia divina interceda también para cambiar el carácter del sargento, se tapó la cabeza con la sábana y se durmió sin que sus suaves ronquidos fastidiaran a los compañeros de cuarto.

El negro se durmió de guan y está con la paloma hecha un cañón – bromeó Bermúdez. Debe estar enchufándosela a mi Sargento -complementó Carrerita riendo de buena gana.

En el sueño el recluta se había imaginado disfrazado de rubia coqueta, bailando en brazos de Añazco, quien, pasadito de copas y escuchando extasiado su vocecita impostada que le decía mordisqueándole el pabellón de la oreja

¡…Eso papito lindo, venga que le voy a atender como a General, que usté se merece!, se vería de pronto en calzoncillos en medio del cuarto diciendo ¿Cómo te llamas… Frasian? … Lindo nombre suquita… Y él: ¡Anda despacio chico que no me toques ahí todavía!. Y ´mi Sargento`, guasote, zas rasgaría de un manotazo falda y calzonario y se vería ¡…oh sorpresa! huyendo despavorido, enredándose en el pantalón que lo tenía caído hasta los tobillos…

Mina despertó, fue al baño a orinar y, confuso pero contento del susto propinado en sueños a ´mi Sargento`, se bromeó a sí mismo: ¡Cuidaaaado Mina… ¡ Basta de soñar pendejadas, ¿tamos claros…?

Una penosa noticia

Serían diez o doce años de eso, cuando a Mina le sorprendería en Tonsupa, frente a una cerveza bien helada que había pedido para refrescarse en una ramadita de caña cerca de la playa, una noticia terrible. Tan taran taran tan tannn…tan tan tan tán… empezó a sonar el Himno Nacional y en el recuadro de la televisión portátil apareció Carlos de los Viveros francamente apesadumbrado:

Interrumpimos brevemente la programación para comunicar una trágica noticia. Acabamos de recibir una llamada de nuestro corresponsal en Limón-lndanza quien nos informa que el helicóptero que transportaba la misión comandada por el Sr. General de División Miguel Jaramillo se habría precipitado a tierra, apenas decolar, a escasos doscientos metros de un improvisado helipuerto cerca de la frontera con Perú. Aunque estamos a la expectativa de que se confirme oficialmente esta infausta noticia, se nos informa que nuestro Comandante General del Ejército habría fallecido. La comitiva presidida por él constaba de doce personas más, tres de las cuales también habrían muerto. El grupo se encontraba desde el día de ayer en viaje de inspección a los destacamentos fronterizos. Nuestro reportero ha recogido información de moradores en el sentido de que el jefe de los lwias habría compartido esta mañana, en sencilla ceremonia, los símbolos de mando de la nación Shuar con el General Jaramillo, mientras le expresaban su reconocimiento por desarrollar las fronteras vivas, por impulsar la justicia social para los nativos amazónicos y por promover su integración al convivir nacional en base a su desarrollo autónomo.

Se habla incluso de una coincidencia trágica: el General habría aceptado, para no herir la sensibilidad de los nativos, que la escuela construida allí con su colaboración y con el auspicio de las Fuerzas Armadas, tomara su nombre – tal era la petición de los indígenas – pero sólamente después de su muerte como así lo habría condicionado enfáticamente el propio Comandante, para lo cual en tono de broma -nosotros diríamos premonición- el General habría dicho que se comprometía a hacer lo posible para que su deceso ocurriera lo más pronto. Los lwias lloran ahora la muerte de su amigo soldado. La Patria está de luto. De los Viveros cerraría con un ceremonioso …Continúen con nuestra programación y estén atentos a la ampliación de esta infausta noticia en nuestro informativo de las ocho de la noche. Paz en la tumba de estos valerosos servidores de la patria… Es todo por el momento. Continúen con nuestra sintonía.

El monitor de la TV continuaría con el consabido Espacio Publicitario:

¿Estuviste en la fiesta? ¿La fiestaaaa? ¿Cuál fiesta…? ¡La farra.. dirás! ¿Y qué tomaron? Trópico Secco… ¿Y por qué todos toman Trópico Seccoooó?

Una vez vaciados dos vasos de su cerveza en seguidilla, Mina no pudo más. Y, con los ojos anegados en lágrimas, mientras pagaba la cuenta comentó en voz entrecortada: ¿Por qué caraho la maldita muerte tiene que yevarse siempre a loh güenoh?

Ya en casa se dirigió discretamente al cuarto y lloró un rato a moco tendido, aunque tratando de no hacer perceptible su sufrimiento. Enseguida juntó todo el valor que le quedaba y pensando que debería honrar valerosamente la memoria de quien más que un jefe había sido un guía y amigo para tantos soldados humildes como él, cesó de llorar y buscó en la cómoda el pequeño álbum en que conservaba los recuerdos de su paso por el Batallón Vencedores, como conscripto, en la capital.

En una foto se le apareció mi Comandante alzando en persona el brazo del Mina vencedor del torneo boxístico en el triangular entre el Ejército, la Aviación y la Marina. En otra estaba Mina luciendo un caricaturesco ajuar de bebé con un escandoloso chupón de cintita rosada metido en la boca, mientras era sostenido maternalmente en brazos por el más grandulón de los panas de la leva, vestido de viuda añosa y aguantando el peso de `mesejante negro´ con gran dificultad… Atrás el Padre Robayo, capellán de la unidad, salpicándole de agua bendita, y mi Comandante acolitando el bautizo con su sonrisa franca pero sin perder su proverbial seriedad para hacer de las cosas sencillas, acontecimientos de gran trascendencia. El resto de la foto, un marco impresionante de coshcos alegres, cabeza con cabeza para no salirse del recuadro. En el reverso de la foto Mina había anotado con letra patoja: Recuerdo de la celebración por mi cambio de nombre.

La fuerza de los recuerdos

El negro se recostó y se puso a revivir, en todos los detalles, el recuerdo de cómo naciera su vínculo de amistad, respeto y compañerismo con tan buen Comandante, para lo cual cerró levemente los ojos y apretó el álbum contra el pecho: Se retrotrajo al tiempo de la conscripción, cuando, un buen día, chocando sonoramente las botas y bajando con firmeza la mano derecha desde la frente hasta el muslo se presentó ante el llamado del jefe de la unidad.

¡Firmeh mi Comandante estoy a su llamao..!

Está bien recluta…descanso. Toma asiento… le pidió el entonces Capitán. Y mirándole pícaramente a los ojos le ensopetó: Me ha contado un pajarito que te andas averiguando de unos trámites para cambiarte de nombre… ¿Estoy en lo cierto? Esteeee… güeno… yo… pasa mi Comandante… la verdá, particulamente… cómo le diré… no é tanto que el nombre me haga digusto sino que …máj claro: no siento que Frasian haga realmente honooór al negro que soy … ecuatoriano …particulamente…
Pero, alguna razón habrán tenido tus papacitos para llamarte así pues, distinguido recluta de la bella tierra de las Esmeraldas y las esmeraldeñas…

Esteeee… Yo no sé… Mi madrecita no lo tiene tan claro. Parece que jue como un capricho… de papá, particulamente…

-iVamos mi negro, no te des tantas vueltas!

Esqueee… la verdá verdá… lo que voy a decile talvéh lastime a la Juerzah Armadah mi Comandante

¡A la Juerzah Armadah..! ¿qué tú está diciendo Mina? – replicó bromista y en tono de admiración el Comandante Jaramillo. Güeno… ya que usté me brinda la confianza pues… ahí le voy:

Por alguna razón que mi madrecita no sabe bien explicá, asegún dice, desde que papá supo que yo venía

en camino le había contao su voluntá de no seguile poniendo a suh hijos el nombre de algún presidente por máj malo que juera sido… Y como el patrón pal que trabajaba y le brindaba confianza, era un gringo holandés que tenía parando una hacienda bastante grandecita y se había mandao traer de su paí de nación un lindo caballo negro, de una raza Frasian, animalito que lo puso a su cuidao y lo tenía embobado a mi viejito con su nobleza y preciosura, pues le había parecío bonito nombre pa´ su negrito y, zas, me lo puso.

¿Lo de mi segundo nombre…? Güeno… particularmente… mi viejita cuenta que don Tomás, un amigo de vecindá, brindando por el recién nacío, que ese había sido el motivo de la chupa de ese día, había pedío a mi papaito compromiso de amistá completándome el nombre con el de un negro de unah tierra leja, que, peleando contra la segregación de nuestra raza había caído preso y lo habían condenado a la cárcel pa´ toa la vida justo por esos díah de mi nacimiento.

Mamá dice que por alguna parte toavía guarda doblaíta la página de diario ´El Comercio` del que don Tomás les leyó de la prisión y condena perpetua del señor Mandela, cosa que había apenado a toíta la negritud del mundo y de por por acá también, claro, y que en cuanto la encuentre me la va a mostrá. ¡Y ya…! Esa no mah é… particularmente… toa la vaina mi Comandante, espero usté sabra disculpá.
Mi comandante es distinto

Y siguió recordando la imagen del Comandante con su codo en el escritorio y la mano en la frente, mientras él mismo clavada la vista al suelo y con las manos entrelazadas sobre los muslos y dominado por el incontrolable tic de sus piernas, que le venía siempre que se ponía nervioso o acholado como decían sus buenos amigos, esperaba su reacción hasta que le oyó decir:

¿Sabes una cosa Mina?, lo de Mandela me encanta… Fíjate que se trata de uno de los más grandes luchadores contra la esclavitud y contra el odio a los negros. Ahí le tienen preso los ingleses en su colonia sudafricana, pero no lograrán silenciarlo. Ya verás que un día termina liberando a su pueblo.

Y por acá tenemos a Jaime Hurtado, se recordó haberse aventurado a decir Mina con recelo y sintiendo más fuerte el tic de sus piernas…El Comandante le clavó la mirada y le pidió… ¡Mírame a los ojos, sí… ¡ Y dibujándole una suave sonrisa le recitó a su subordinado como quien da una lección:

Jaime Hurtado González, negro esmeraldeño de origen humilde, primero lustrabotas, luego escolar y colegial aprovechado, deportista y universitario, abogado y luchador en favor de los pobres. ¡Nada mal, eh! Ahora mismo, 1979, primer afrodescendiente diputado en el Congreso del Ecuador, en representación de un movimiento de pobres y excluidos. ¿Ya ves lo bien que sé de él?

Ese buen paisano tuyo, aunque demasiado izquierdoso para mi gusto, pero está en lo suyo, reclamando por unas causas justas y respetables. Fíjate que una ocasión, yo sentadito en el avión de TAME para viajar a Guayaquil, lo veo entrar por el pasillo luciendo su típica guayabera blanca y, uno y otro, sin pensarlo quedamos medio amigos con una venia. Y es que te digo una cosa Mina: los soldados de ahora ya no estamos solo con el ojo pelado para responder a otra guerra con los hermanos peruanos, que ojalá Dios no lo permita…

Fíjate qué coincidencia: acá nosotros tratando de favorecer el progreso de la patria para beneficio de todos con mi paisano el General “Bombita” durante su gobierno de 1972 a 1975; y por allá los peruanos con su General Juan Velasco, tratando de asegurar en su gobierno de 1968 a 1975 progreso y justicia para sus pobres incas desplazados y olvidados.

¿El General Rodríguez Lara también es de su Latacunga, entonces, mi Comandante…? se recordó diciendo Mina, mientras pensaba que durante el gobierno del General Rodríguez no faltaron las represiones policiales contra la Unión de Educadores y los colegiales y universitarios.

Y claro pues Negrito… Igual mi General es máchica con capolis como sé que me dicen unos queridos panas tuyos de por acá. La verdad sea dicha… mi tierra también si que ha dado buenos patriotas ¿Cierto? Y ya que te he despertado la curiosidad por los de mi patria chica, aprovecho para informarte que hace unos cincuenta años, en 1937 si no me equivoco, otro mashca con capolis, el General Alberto Enríquez Gallo, durante su corto gobierno expidió el Código Laboral para precautelar los derechos de los trabajadores hombres y mujeres del campo y de la ciudad… ¿Precautelar? Pues, asegurar mediante ley los derechos… Y grábatelo bien, Mina, que te lo preguntaré en una de las clases de acción cívica, ¿Sí? ¡El papel de los latacungueños por la Patria…! ¿Qué tal? Jaja…

Ni se le ocurra mi Comandante. Uté bien sabe que sufro… particularmente… de miedo ecsénico… Escénico, Mina. Repítelo conmigo, Esss-cénico… la ese antes que la cé..

Ecssssénico ¡Y dale con lo mismo…!

Y continuo el Negro con los recuerdos …
Ya no zarandées más las piernas… iÁnimo Mina, ánimo! , no te hagas a la idea de que estás frente a un Comandante… Has de cuenta que somos amigos nomás…

Entonces te pusieron Frasian en honor de algún caballito de raza ¿Cierto?

¿Kid Frasian Mina…no te suena bien?

No mi Comandante, nooo.

Entonces…que talll.. iKid Manolo Mina Anangonó! jaja

No me vacile así mi Comandante, no pué…

Hablo en serio mi recluta… Olvídate ya de Añazco. Sólo quiero decirte que cuentas con todo mi apoyo. Anda pensando en un auténtico nombre ecuatoriano para un soldado ecuatoriano. Ah, y prepárate para el bautizo, que las cosas tienen que hacerse con todas las de ley.

Kid Candela volvió a guardar cuidadosamente la foto, se prometió no llorar más la pena por la muerte de su Comandante, lanzó una rápida andanada de golpes contra el cielo por habérselo llevado y, para no desconectarse del hilo de los mejores recuerdos, cerró los ojos y se durmió pensando que cuando vaya a visitar su tumba le llevará las cocadas esmeraldeñas que tanto le gustaban, para ofrecérselas en símbolo de comunión…

La madre es siempre la madre

Al amanecer doña María Antonia lo despertó para el desayuno:

Porqué ha llorao mi niño..? Asegún veo, debe sé d’emoción… Anoche con tal de soñá ni siquiera merendó. Y en sueño volvió a sé campión… ¿Le cuento?

Ta bien… cuénteme Ma.

Pue, al entrá a apagá la lu que usté había olvidao como siempre prendía, lo trinqué cantando dormío: iSalve oh patria mil vece oh patria!,.. conquelegannncia, tal que aprendió en el cuarté, l’una mano al corazón y l’otra así pa’rriba, como si venteara la bandera de su Ecuadó del alma -dijo la negra flameando en alto su manita arrugada. Tan pasoso era su sueño que luego me vide yo misma dormía colgando en la paré su título e’ campión… iAlaito e’la Virgen de la Mercé, qué le parece. Y yo en un ranchito con haaarto animalito y harta cosecha pa´repartir como que si ya hubiésemo salío e´ la pobreza.

Ya vé: Soñá no le cuesta ná, madrecita mía.

Así es mi Frasian. ¡Y dale que dale usté…! Que ya no me llamo así mamá. No sea cansona ¿Sí?

E´ que se me olvida, pue. Máh bien antes de olvidarme otra cosa, le cuento que temprano pasó su amiguita preguntando que por qué ér Miguelito no había ido a la reunión de anoche con loh chicos de la extinción universitaria…

¡Entensión Universitaria Mamita, extensión…!

Güeno, extensión o lo que sea. Más bien le entrego antes de olvidarme el periódico y este libro lleno de dibujitos que le dejó su tal Jacinta a nombre de la brigada Rosita Paredes… Y siguió animando ese nuevo día de su negrito con el maternal desayuno: Sírvase m’hijo. Le acomodó tiernamente con el dorso de la mano el arroz recalentado de la víspera: ¡Loh moro y cristiano que tanto le gustan a mi adorao…!

Mientras desayunaba, el Negro puso un poco a un lado el periódico Patria Nueva y le dió más bien una rápida ojeada al librito Marx para principiantes, de Rius, que se lo venían pasando de mano en mano los muchachos de la la Juventud Revolucionaria de la zona desde hace un año, en que se los regaló el médico rural durante su pasantía por Tonsupa. Luego se puso el calentador, guardó el librito doblado en el bolsillo y salió a trotar en la playa, golpe va, golpe viene, jugando, como de costumbre, a no dejarse mojar por la entrada pícara y espumante de las olas.

A eso de la una Miguel Mandela Mina Anangonó oyó el llamado de su viejecita:

¡Fraaaasian, que ya se le enfría el almuerzo…!

Arturo Campaña Karolys