Con los dictadores todo es posible

Nicolás Maduro fue proclamado vencedor de las elecciones del 28J por el CNE sin mostrar las actas de escrutinio hasta el día de hoy. Foto: Archivo

Manuel Castro M.

No hay que hacerse ilusiones con un dictador, ni las razones, ni el humanismo, ni el respeto a los que le rodean o le combaten, ni al pueblo, le valen. Por ello a un dictador que le pidieron explicaciones sobre su abuso e irrespeto a todos los valores, contestó: Estoy en el poder y es suficiente ¿Acaso la sinrazón no vale nada?

¿Acaso la sinrazón no vale nada ?

El dictador reparte prebendas para tener de su parte a sus áulicos y palaciegos serviles, temor a la mayoría que se rebele (y cumple con la represión, tortura y muerte a los que irrespeten su voluntad omnímoda). “Al enemigo todo, menos justicia”, proclamaba Perón.

Hay información suficiente sobre la ferocidad escandalosa de los dictadores, sean estos Torquemada, Macbeth, Nerón, Calibán, Napoleón,

Maximiliano, Hitler, Lenin, Stalin, etcétera. Los personajes, algunos imaginarios, existieron en la realidad.  Algunos notables personalidades, conquistadores y hacederos de pueblos, y otros como dice Filipo: “En las’’revueltxa de los pueblos suele el más ruin alzarse con el mando”. Hoy tenemos tales ejemplares como Maduro, Ortega, Díaz-Canel.

Alejandro Magno no era magnánimo

Alejandro III de Macedonia, más conocido como Alejandro Magno o Alejandro el Grande, nacido en el año 356 a.C fue un conquistador que formó uno de los más grandes imperios de la historia. Nació en Macedonia cuando era un reino al norte de Grecia, hijo del rey Filipo, heredó el trono de su padre tras su fallecimiento (asesinado) y expandió el territorio hasta el norte de la India y se hizo proclamar emperador. Es una de las grandes figuras históricas que han pasado a la posteridad como un gran y temido conquistador que formó un gran imperio breve (13 años) pero muy extenso. Su firme autoridad y poderío le permitían algunas bondades y permanentes abusos, como una guerra de venganza de los griegos contra los persas, actitudes propias de los dictadores. Por ello durante años fue el general más temido del mundo, pero en su último lustro de vida su imperio se empezó a desmoronar, resquebrajándose tras su fallecimiento. La historia de los dictadores, grandes y pequeños, se ha repetido inexorablemente. Murió a los 33 años de edad, posiblemente de paludismo o tifoidea, como muchos de sus soldados que le acompañaron.

Se cuenta, en las Vidas Paralelas de Plutarco, que infundió tal miedo Alejandro en Casandro, rey de Macedonia, después de la muerte de Alejandro Magno, cuando ya reinaba en Macedonia y dominaba Grecia, que paseándose en Delfos y viendo las estatuas, al poner los ojos en la imagen de Alejandro se quedó repentinamente pasmado y se le estremeció todo el cuerpo, de tal manera, que con dificultad pudo recobrarse del susto que aquella vista le causó.

Luego de que Alejandro cedió a los temores religiosos, quedó con la mente perturbada de terror y espanto; y no había cosa tan pequeña, como fuese desusada y extraña, de que no hiciese una señal y un prodigio, con lo que el palacio estaba siempre lleno de sacerdotes, de expiadores y de adivinos, y así volvió a los sacrificios y a los banquetes, bajo tales supersticiones. Hubo sospechas de que su muerte fue por haber sido envenado, dizque por parte de los muchos que había matado. Formas de mantener la impunidad de los autores.

Julio César, Dictador Perpetuo
Cayo o Gayo Julio César (100 a.C- 44 a.C) fue un político y militar romano del siglo I a.C., miembro de los patricios Julios Césares, que alcanzó las más altas magistraturas del Estado romano, tanto que fue Dictador de la República Romana. Su gobierno se caracterizó por una política muy agresiva con la que sometió prácticamente a la totalidad de los pueblos celtas, en varias campañas, conflicto conocido como la “guerra de las Galias”; sus dominios se extendieron sobre los territorios que hoy integran Francia, Bélgica, Países Bajos y parte de Alemania. Sus enemigos estaban sobre todo en el Senado, lo que le llevó al famoso cruce del “Rubicón”, cuando pronunció la frase “alea iacta est” (“la suerte está echada”) e inició una nueva guerra civil, y las sucesivas batallas le hicieron amo de la República, así se hizo nombrar cónsul y dictador perpetuo. Algunos senadores vieron a César como un tirano que ambicionaba restaurar la monarquía romana. Sus hombres de confianza Marco Julio Bruto, Cayo Casio, Cayo Trebonio y Décimo Junio Bruto Albino urdieron una conspiración, que culminó cuando, en los “idus de marzo”, los conspiradores asesinaron a César. Era evidente, pues, que César tenía el derecho exclusivo de disponer de las finanzas del estado, y quien prepararía las listas de candidatos al consulado y demás magistraturas, o sea todos los poderes de un monarca, no le faltaba más que el título, fue llamado Pontífice Máximo o como “dictador” y optó por esta última calidad.

Según Plutarco, César muere a los 56 años cumplidos de edad, no habiendo sobrevivido a Pompeyo (a quien derrotó César en la batalla de Farsalia) más que cuatro años, sin haber sacado otro fruto que la nombradía y una gloria muy sujeta a la envidia de sus conciudadanos de aquel mando y de aquel poder, tras que toda su vida anduvo entre los mayores peligros; pero que aquel genio o numen mientras vivió cuidó de él le siguió después de su muerte para ser vengador de ella, haciendo huir y acosando por mar y por tierra a los matadores hasta no dejar ninguno, y antes, acabando con cuantos con la obra o con el consejo tuvieron parte en aquel designio, tanto que en el caso de Casio se pasó el cuerpo con aquella misma espada de que usó contra César. La suerte está echada de los dictadores y de sus aduladores luego convertidos en traidores.

El dictador moderno criminal y racista: Hitler

Los principales líderes del “eje” de la II Guerra Mundial fueron Adolfo Hitler de la Alemania nazi, Benito Mussolini de Italia y el emperador Hirohito de Japón,  La finalidad del Tercer Reich (Reinado) alemán fue la eliminación de los pueblos de “raza inferior” (judíos y romaníes) y de los enemigos políticos implacables (comunistas) de las regiones donde vivían alemanes y conquistar “espacio vital” (territorios en Europa).

Hitler provocó la II Guerra Mundial (1939-1945), asesinó seis millones de judíos, hubo en dicha guerra 50 millones de muertos, entre civiles y militares. Finalmente, la Alemania nazi fue derrotada por los Aliados (Estados Unidos, Rusia, Inglaterra y Francia), Hitler se suicidó y sus lugartenientes fueron juzgados y condenados a la horca por el Tribunal de Nuremberg (1946).

Mussolini creador del fascismo totalitario y su fin
Benito Mussolini, fue un político militar y dictador italiano, líder Partido Nacional Fascista. Gobernó con un partido único basado en el totalitarismo y la autocracia de la ideología fascista. Fue aliado de Hitler.

Fue destituido en 1943 por el Gran Consejo del Fascismo, rescatado por Hitler. Fue fusilado al llegar a la frontera con Suiza el 28 de abril de 1945 por partisanos comunistas, a los 61 años de edad. Su cadáver fue masacrado y colgado, junto a sus acompañantes, en Milán.

Solo la mala salud le impidió ser el supremo y eterno dictador
Lenin (1870-1924), revolucionario y político ruso. Denunció la guerra mundial (1914-1918) como un conflicto entre imperialismos rivales y propugnó la conversión de la guerra entre naciones en guerra civil de lucha entre clases. En 1917 estructuró las bases políticas e ideológicas de la transformación de la naturaleza de clase del Estado. Dirigió la insurrección de Octubre y ocupó la presidencia del Consejo de los Comisarios del Pueblo. Impuso un tipo férreo de economía política, llamado “comunismo de guerra”. En 1920 publicó “El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo”. Tuvo medidas radicales con los que se le oponían, represión y muerte. El zar y su familia fueron ejecutados por su orden y transformó el antiguo imperio ruso en la Unión de las de Repúblicas Socialistas Soviéticas. A partir de ello su deficiente estado de salud le obligó a abandonar progresivamente la actividad política.

Stalin: el más grande genocida en números
José Stalin (1879-1953), político soviético. A los 15 años entró en el Seminario Ortodoxo de Tiflis. Participó en la Revolución de Octubre (1917) y formó parte del primer gobierno de Lenin como Comisario de Nacionalidades.

En 1922 fue elegido Secretario General del Comité Central e inició el dominio del aparato del Partido Comunista. Después de la muerte de Lenin (1924) acumuló progresivamente la mayor parte de los órganos de dirección política. Entre 1936 y 1938 organizó los “Procesos de Moscú”, para eliminar cualquier tipo de oposición, mediante ejecuciones y deportaciones contra los mandos militares y contra toda oposición. Hubo “purgas” o sea muertes de 20 millones de opositores. Firmó un pacto de no agresión con Alemania nazi (1939), que no impidió la posterior invasión del territorio soviético por los alemanes.

Ya en la guerra hizo alianza con los Gobiernos de Gran Bretaña y Francia. Acabada la II Guerra Mundial negoció el “estatus” de su país en la futura organización de las Naciones Unidas, esto es, impuso con intransigencia sus tesis en la URSS y en todo el movimiento comunista mundial, que extendió a los nuevos regímenes de la Europa oriental. Después de su muerte (1953, se dice que se lo asesinó), el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (1956) bajo la dirección de Kruschov, denunció los crímenes y errores de Stalin, derivados del “culto a la personalidad” y emprendió una campaña de desestalinización que culminó con la retirada de sus restos mortales del Kremlin.

Los actuales dictadores en América Latina
América Latina tiene dictadores desenmascarados: los Castro o sus sucesores en Cuba, país sin libertades, sin progreso, sin alimentos y poca

atención a la salud. Lleva 65 años de gobiernos marxistas. Un pueblo al momento sin esperanzas ni futuro. Triste pero tiene amos, cuando su revolución en 1959 era para acabar con la dictadura de Batista, implantar una auténtica democracia, sin embargo terminó de pequeño satélite de la URRS y hoy país “entenado” de Putin, un dictador de otro continente.

Maduro no necesita presentación como dictador. Un hombre burdo, impreparado, que tiene en la ruina a un país de inmensa riqueza como Venezuela. Usa la represión, el crimen, el fraude, para mantenerse en el poder.

Tiene sometidas a las fuerzas armadas, a la policía, a las funciones judicial y electoral, tal vez pagadas o temerosas. Como todo dictador tendrá su trágico fin, pero lo grave es que dejará un país golpeado, dividido, con una economía quebrada. No faltarán políticos sin honor, compadres totalitarios gobernantes, que le reciban y le disculpen. La historia nos hace ver que el crimen no paga.

Ortega en Nicaragua es un dictador folclórico, junto con su esposa que es la segunda mandataria, santera y revolucionaria.

El crimen es el único sostén de tales gobernantes, quienes empezaron como auténticos revolucionarios y terminan de pequeños dictadores, indolentes, abusivos y ajenos a las realidades de un pueblo que, al momento está en silencio, pero que nos les soporta. La pareja gobernante es enemiga de Dios (Iglesia Católica) y del Diablo (según ellos los Estados Unidos).

Farsa de un dictador: “ubú” rey
El humor absurdo se vuelve real cuando se pinta un dictador. Es el resumen, la vida, de quien logra ser dueño de un país o región, aspirando a apoderarse del mundo, si lo permiten los que le rodean y el pueblo. Alfred Jarry (1873-1907), escritor francés con humor surrealista y cruel produjo su obra más original: Ubú Rey, farsa en cinco actos.

Ubú es el arquetipo del cinismo, la grosería, la ineptitud hecha autoridad y el engreimiento ridículo. Jarry es el creador de una ciencia que llama “patafísica”, es decir lejos de la física, para describir sus simbólicos personajes, siendo el principal Ubú, quien hace de manera consciente lo que los demás hacen de manera inconsciente, y estos dictadores se vuelven “patateóricos, dan discursos cívicos tontos y groseros, ven enemigos invisibles, les hablan pajaritos -¡qué coincidencias con algún dictador latinoamericano!

“Ubú Rey” es humor implacable y destructor, expresión de inefable repugnancia que producen la estulticia, la falta de belleza y la hipocresía generalizada cuando llega a constituirse en la manera personal de los dictadores, que al final caen por el ansia de libertad de los pueblos.

El argumento es que Ubú, personaje innoble, después de varias acciones poco lícitas: mata al tirano rey de Polonia como acto justiciero y, una vez rey, acaba con los nobles, luego con los burócratas y después con los campesinos. Comete otros disparates (así llama a sus crímenes) y abusos, incluso con los adulones que le rodean (por si acaso se rebelen).

La farsa se desarrolla en cinco actos muy decidores: De fantoche a Ubú Rey; Ubú en la Colina (la cima del poder dictatorial); Ubú Cornudo; Ubú y fragmentos de su diario íntimo, preparado por un escritor a sueldo, pues Ubú es medio analfabeto; y finalmente Ubú Encadenado, cuando cae el telón y es el destino del violento dictador.

La obra se estrenó en París en 1896, en un siglo de transcurso desbordador y atormentado, lamentablemente como el que estamos viviendo.

Manuel Castro M.