Como se llevaron California

Autor: Gerardo Luzuriaga Arias | RS 58

En la literatura estadounidense relacionada con California en la segunda mitad del Siglo XIX, llama la atención una novela de María Ruiz de Burton, una escritora oriunda de Baja California.

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Esta obra, publicada originalmente en inglés en 1885 se llama The Squatter and the Don y podría traducirse como “El Colono Usurpador y el Hidalgo”, El título apunta al problema de la adquisición y tenencia de la tierra en la nueva California, pero la autora es mucho más ambiciosa e incluye una historia sentimental y una crítica vigorosa de las autoridades y de la clase adinerada.

La autora
María Amparo Ruiz de Burton (1832¬1895) nació en el seno de una familia prominente, en Baja California, cuando ese territorio pertenecía a México. Entre sus ancestros, figuraba su abuelo materno, comandante del ejército mexicano en la frontera norte, dueño de extensas tierras en la comarca de Ensenada y Gobernador (entre 1822 y 1825). Antes de llegar a la edad adulta, María Ruiz fue sacudida por la Guerra entre México y Estados Unidos, y no muchos años después por la Guerra Civil estadounidense. Durante el cerco y la toma de La Paz, en Baja California, María conoció a quien llegaría a ser su esposo, Henry S. Burton, oriundo de Nueva York, alto oficial del ejército invasor. Burton les ayudó a María y a otros familiares de ella a trasladarse a Monterey, Alta California, con el objeto de que ejercieran el derecho a la ciudadanía estadunidense, garantizado por el gobierno de Estados Unidos, en el Tratado de Guadalupe Hidalgo (1848), para todos los que residían entonces en los territorios anexionados a la Unión Americana.

De especial interés para el lector de The Squatter and the Don es un artículo del Tratado Guadalupe Hidalgo que confirmaba la legitimidad de las Land grants conferidas por el Gobierno de México con anterioridad a la Gura.

Los años adultos de Ruiz de Burton
Transcurrieron entre San Diego (donde Henry S. Burton compró el Rancho Jamul) y ocasionalmente, en algunos lugares de la zona atlántica del país, en razón de las obligaciones militares de su esposo. En las dos regiones, María Ruiz se movió en los círculos de la alta sociedad. Estas particularidades de su vida se manifestarán en sus escritos, de diversas y a veces contradictorias maneras. Su educación fue sin duda privilegiada, como convenía a su clase social. Se supone que en Monterey recibió clases de inglés de un tutor británico, y posiblemente también clases de francés. María Ruiz fue una persona de muchas lecturas, incluso filosóficas (Thomas Carlyle, Ralph Aldo Emerson, Herbert Spencer), que llegó a conocer bien la cultura y la historia reciente de California y de Estados Unidos. Ruiz de Burton se casó muy joven y después de enviudar, a los 37 años dedicó tiempo y dinero en pugnas legales tratando de defender la legalidad de propiedades de su familia en California. A la vez, ella emprendió negocios que estaban reservados a los hombres: por ejemplo, una fábrica de cemento y una empresa agrícola, entre otros.

La novela
En The Squatter and the Don (Los paracaidistas y el Don), María Ruiz de Burton cuenta una historia de amor entre la jovencita Mercedes (hija de un ranchero adinerado, Don Mariano Alamar) y Clarence (miembro de una familia de squatters, los Darnells). Este improbable romance se hace realidad gracias a que el pretendiente no está de acuerdo con los métodos ilegales de tomar posesión de la tierra —que ha seguido su progenitor—, también a que él es una persona razonable y conciliadora, que no se guía por prejuicios o por estereotipos; a la vez, opera en favor de esa relación romántica el hecho de que Clarence sabe de inversiones y finanzas, y de que ha hecho mucho dinero, lo cual le ha granjeado una muy buena posición económica, para su edad y origen.

El tema amoroso
El relato amoroso evoluciona dentro de los parámetros habituales de la literatura sentimental de la época, con las consabidas vicisitudes y momentos de suspenso característicos del género y con los esperados obstáculos que debe superar la pareja elegida por Cupido, para poder arribar a la ansiada resolución final.

El manejo narrativo de esta línea temática privilegia el melodrama; sin embargo, cuando el sentimentalismo arrecia, a veces es posible detectar vislumbres de una mirada irónica.

Los episodios románticos están entretejidos, de modo alternante, con la trama de índole histórica, que se enfoca en el tema del despojo de las tierras de los “californios” (que es como los historiadores llaman a los mexicanos nacidos entre 1769 y 1848 en Alta California, o sea la actual California) por parte de inmigrantes venidos de otras regiones del país.

Dos familias contrapuestas y su simbolismo
La autora enfrenta, inicialmente, a las dos familias de los jóvenes enamorados: los mexicanos Alamar, de tradición católica, de costumbres honorables, dueños de un rancho en las cercanías de San Diego, y la familia Darnells, inmigrantes angloamericanos protestantes, de una condición social inferior, oriundos de la Costa Este, que se han tomado parte de ese rancho de los Alamar.

Estas familias simbolizan las dos posiciones contrapuestas en torno al problema de la adquisición y tenencia de la tierra a mediados del Siglo XIX en la recién sometida Alta California: por un lado, los que defienden sus extensas propiedades rurales, que fueron obtenidas legítimamente, y por otro, los que consideran que esas tierras pertenecen al nuevo Estado y que por tanto pueden ser poseídas por los colonos, sin que importe demasiado la manera de apoderarse de ellas.

Despojo de tierras
En este segundo grupo, es preciso hacer distinción entre los squatters (los paracaidistas, que simplemente ocupan las tierras ajenas con el objeto de obtener derechos sobre esa propiedad, después de unos años) y los settlers (los colonos como Clarence, que compran la tierra, a precios muy bajos, y que se atienen a las leyes correspondientes, pero sacándoles provecho si se presenta la oportunidad). La usurpación de las apetecidas tierras que poseían los mexicanos de la ex Alta California constituye el tema de fondo de la obra. La escritora trata este asunto histórico en forma abarcadora y a la vez meticulosa, y para ello se vale de recursos tales como narración de eventos y descripción de lugares por parte de un narrador que corrobora frecuentemente la tesis sociopolítica de la obra; asiduas discusiones entre los personajes principales, orientadas a dilucidar asuntos legales y políticos; además de ocasionales apelaciones directas al lector.

Este despojo de tierras cobra especial relevancia histórica si se recuerda que se llevó a cabo al amparo del Manifest Destiny, la noción divulgada en los años previos a la Guerra entre Estados Unidos y México (y relacionada con el expansionismo territorial estadounidense) de que la Unión Americana (léase su población blanco-europea) tenía la misión moral de ocupar, colonizar y civilizar el “bárbaro” Oeste del país. Por eso, no debería sorprender demasiado el que los nuevos colonos, sobre todo los squatters, actuaran como si tuvieran carta blanca para ocupar Alta California y expoliar de sus tierras a sus legítimos dueños.

Una y otra vez, la novela vuelve a la proposición de que muchos residentes californianos de origen mexicano fueron desposeídos de sus propiedades con todo tipo de artimañas y maniobras legales, y que de ese modo fueron condenados a un creciente empobrecimiento y a la marginalidad social y económica. En respaldo de esta tesis, la novela presenta casos como el de Gabriel, modelado quizás en un caso específico de algún pariente de la propia autora, que en la novela es representado como un californio rico pero que, al perder sus propiedades, se vio obligado a trabajar como albañil para sobrevivir. Conviene observar a este propósito que de hecho en la obra se hace referencia, asimismo, a varios matrimonios entre damas de la élite mexicana y jóvenes anglosajones adinerados, que podría entenderse como una especie de estrategia de ascenso socioeconómico.

Grupos minoritarios
La novelista se concentra en el destino de estos dos sectores de la nueva sociedad: los inmigrantes de la Costa Atlántica y los californios ricos. Este énfasis implica una desestimación de otros grupos demográficos de la California de entonces, tales los mexicanos de nivel social bajo y, desde luego, toda la población indígena, quienes, como norma, tenían que realizar trabajos manuales y duros, desde antes de la anexión de Alta California a la Unión Americana, y también después.

Ellos sí vivieron en la pobreza y en la marginalidad, debido en gran parte a enraizados prejuicios de clase social y de raza. No obstante estos reparos, a esta obra no se le pueden negar méritos de forma, inclusive el inglés fluido de la autora, salpicado de ocasionales y sabrosos diálogos o expresiones en castellano. A la vez, son dignas de destacar la caracterización convincente de los personajes principales y la imagen positiva y vigorosa de la mujer que presenta Ruiz de Burton, en especial la “matriarca” Doña Josefa, el ancla de la moralidad y de las buenas y honorables costumbres de la familia, quien opina y toma decisiones sin temor, a contramano de la realidad social de la mujer en ese entonces.
Perspectiva ética y crítica

La perspectiva del narrador está coloreada por una visión esencialmente ética y crítica, que por un lado elogia el comportamiento honorable de las personas, la nobleza de las buenas acciones, la importancia de los valores morales, la significatividad de las costumbres sanas y de las tradiciones familiares, todo ello personificado en el núcleo original de los Alamar, y por otro condena la corrupción, la falta de honorabilidad y de moral, tanto entre los squatters como entre jueces, legisladores y gobernantes.

En el desarrollo de esta línea temática, la escritora se acerca a la novela realista, aun a la novela didáctica, por el tono crítico y denunciatorio, sarcástico a veces, en varios tramos de la narración.

Es notable que no escapan a la vigorosa crítica y reprobación algunos personajes históricos, mencionados de forma pasajera en la obra, que han sido entronizados por los historiadores debido a sus actividades filantrópicas —por ejemplo— pero que en su busca bue da de fortuna, éxito o gloria, no dejaron de ocasionar atropellos.

Entre ellos, se encuentra Henry Huntington, potentado ferroviario, magnate de bienes raíces y coleccionista de arte, que por un tiempo fue tenido por el hombre más acaudalado del planeta, y Leland Stanford, empresario, político, promotor del ferrocarril en California y en el Sur Oeste, además fundador de la Universidad Stanford (establecida en 1885, el mismo año en que se publicó la novela que estamos comentando). Un nuevo modelo económico

Estos y muchos otros personajes poderosos en la historia de California de esa época fueron agente y producto de la nueva economía que se implantó y floreció en todo el estado.

Este modelo económico se contraponía radicalmente al que había prevalecido por generaciones en Alta California, o sea el que se fundaba en la agricultura y especialmente en la ganadería, de métodos tenidos por anticuados entre los empresarios anglosajones recién llegados.

Dichos métodos, en el caso específico de ese territorio mexicano, se remontaban a la Colonia española, que trasplantó a América muchas prácticas e instituciones sociales de la época medieval.

El nuevo régimen económico estaba cimentado en la industria, la banca, la bolsa de valores, la transportación moderna, el comercio y la actividad agropecuaria a gran escala, también en la diversificación de las inversiones (en la minería, los bienes raíces, la industria hotelera, el ferrocarril, el comercio, etc.).

Según se alude, claramente, en la novela de Ruiz, muchos de los potentados que medraron por esos años no eran ajenos a los propósitos y métodos ilegales, cuando menos inescrupulosos o cuestionables desde un punto de vista ético, en su búsqueda de fortuna y fama.Desde la óptica censuradora de Ruiz, en el ámbito de los negocios la norma parecía ser la ambición de un enriquecimiento rápido, el desdén por los valores comunitarios y por el bien social, la competencia desleal, el engaño, tácticas monopolizadoras, utilización de fondos públicos para beneficio personal, el cabildeo (lobbying), el soborno, etc. En la nueva sociedad, el dinero era todopoderoso y el éxito se medía por la riqueza. Era la nueva nobleza, la del dinero. Lo que llegaría a denominarse capitalismo corporativo, ya había entrado en vigencia en California, particularmente en la región norte del estado, según el testimonio que ofrece esta novela. Todavía hoy, el distrito Nob Hill, de San Francisco, rezuma el aire de riqueza, lujo y elegancia que originalmente le imprimieron los “Big Four” (los nuevos ricos que hicieron sus fortunas en el ferrocarril) y otros magnates de esa época, haciendo construir allí sus grandes mansiones.

Méritos de la novela
Ciertos sectores de la crítica literaria, en especial el mexicanoamericano y el chicano, han rescatado para su causa a María Ruiz de Burton, en una empresa no inmune a asuntos espinosos tales como la clase social a la que ella perteneció, ambigüedades de identidad étnica o cultural en sus obras, o también la caracterización prejuiciosa y despectiva de los indígenas y de los californios de baja condición social, en The Squatter and the Don.

Es preciso reconocer, sin embargo, que esta novela presenta con mucha fuerza y claridad el conflicto entre californianos nativos e inmigrantes, en el contexto de la transformación social, económica y política de la región a mediados del Siglo XIX.
Autor: Gerardo Luzuriaga Arias