Boric revela su especial decencia

Autor: Alan Cathey Dávalos | RS 69


Curioso nombre que el presidente Lula ha dado al encuentro que se celebró a finales del mes pasado en Brasilia, con la asistencia de prácticamente todos los presidentes sudamericanos, con la excepción de la presidenta peruana Dina Boluarte, pues hasta el presidente Lasso de Ecuador asistió, pese a su reciente intervención quirúrgica en los Estados Unidos.

Honores a Maduro.
También fue invitado al “retiro”, el dictador venezolano Nicolás Maduro, quien fue el primero en llegar, para recibir honores de jefe de estado, tras varios años de aislamiento internacional, originados en su ejercicio dictatorial y sus sistemáticas e inveteradas violaciones a los derechos humanos, que han sido documentadas abundantemente por la Alta Comisión de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, y que están siendo conocidas por la Corte Penal Internacional.

Cambio de piel
Al parecer, al presidente Lula, antes tan crítico de estas acciones, se le ha engrosado mucho la piel y ha perdido la repugnancia que antes, cuando actuaban en su país, sentía, al estar sometido a dictadores. Lo demostró ya con su visita a Putin, siguiendo los pasos de su antecesor, el expresidente Bolsonaro, nada menos.

Con Putin estableció lazos fraternos, al punto de responsabilizar por la agresión a Ucrania, a la UE, y a Estados Unidos, al tiempo que le exhortaba a Ucrania a “negociar”, léase a ceder territorio pues no cabía que aspirase a quedarse con el territorio que, según todos los acuerdos y tratados internacionales que se celebraron tras la disolución del Imperio Soviético, habían sido reconocidos, incluso y en especial, por Rusia, otro de los estados sucesores del derrumbe de la URSS.

La fuerza, argumento jurídico
El exhorto de Lula, que, para aplacar a Rusia, Ucrania le entregue los territorios que ésta reclama y se apropia como suyos, en contra de cualquier norma de Ley internacional, es el reconocer que la imposición, por la fuerza, de la voluntad de un estado sobre otro, es válido y aceptable. Esto significa abrir la caja de Pandora en las relaciones Interestatales, y en efecto, la invalidación de todo tratado o acuerdo territorial establecido, delimitando las fronteras entre países, un precedente que puede ser nefasto para mantener un orden internacional ya de por sí, inestable.

Tan solo imaginemos que podría suceder, entre los países que surgieron tras la disolución de la ex Yugoslavia, si éste novedoso concepto de las relaciones internacionales planteado por el presidente Lula, fuese invocado por uno o varios de los estados sucesores. Si hoy, por un conflicto de placas y alcaldías entre Serbia y Kosovo, la primera moviliza su Ejército, nos podemos imaginar el escenario cuando uno u otro pretenda redibujar las fronteras.

¿Quid pro quo?
Eso sí, el presidente Lula obtuvo el decisivo apoyo ruso para el nombramiento de su protegida y sucesora, Dilma Roussef, para la presidencia del Banco de los BRICS, grupo al cual pretende integrar a Venezuela, donde de seguro estará muy a gusto, igualando a las 2 dictaduras, China y Rusia, que se encuentran en minoría.

Es una pena constatar que la Cancillería brasileña, prestigiosa en todo el mundo por su profesionalismo y por su digna e histórica postura en defensa del Derecho Internacional y de principios esenciales, y no negociables, de derechos humanos y de libertades, hoy se haga de la vista gorda ante dictadores que se encuentran encausados por la más alta Corte Internacional, por crímenes de guerra el uno, Putin, y por delitos atroces, como la tortura y las desapariciones forzosas y ejecuciones extra judiciales, el otro, Maduro.

Ser y parecer
Es con estos antecedentes, que Brasil y Lula pretenden relanzar, durante este peculiar “retiro”, por enésima vez, UNASUR, el proyecto de integración sudamericana que impulsara Lula cuando fue presidente antes, y del que Brasil busca ser líder principal. Cabe preguntarse si habrá sido de ayuda a este propósito, la calurosa recepción brindada a Maduro, con agenda bilateral de por medio, y las destempladas expresiones que Lula expresó, al reclamar que se exija a Venezuela democracia, y que no se lo haga a Arabia Saudita.

Grave confusión
Al parecer, se le cayeron los papeles al presidente brasileño, y junto con ellos, el sentido común.

Sin duda, es un deber ético de todo demócrata, el exigir democracia a un régimen como el saudita, una monarquía teocrática represiva, que no tiene empacho en asesinar a sus opositores, incluso fuera de sus fronteras. Esa es la sindéresis que parece abandonó el presidente Lula cuando visitó a Putin, que nada tiene que envidiar, ni en lo monárquico o represivo, al reino saudita, y al que puede dar lecciones de como asesinar, en el extranjero o en casa, a sus opositores, con los venenos desarrollados en su Alma Mater, la antigua KGB soviética. Tampoco se lo vio incómodo al reunirse con Xi, quien con tanto esmero se ha empeñado en limpiar a China de indeseables musulmanes uighures, o de tibetanos atrasados.

“Una narrativa”
Cuando, indignado por que se demande democracia en Venezuela, habló de “una narrativa”, no se sabe si por alguna laguna mental, nunca se refirió a los desaparecidos y ejecutados por el régimen, ni a las torturas, ni a los 7 millones de venezolanos que han huido de su país para intentar sobrevivir fuera de él, muchos de los cuales han recalado en el propio Brasil, escapando del sistema de esclavitud montado por las mafias que gobiernan Venezuela, para la explotación ilegal del oro, contrabandeado, justamente, a esos paraísos dictatoriales a los que Lula se ha vuelto tan afecto.

Ojalá le aclaren que la preocupación por la democracia venezolana es importante porque están delante nuestro, ante los ojos de toda la región, los espectros que desfilan sin rumbo, huyendo de un régimen fracasado y ladrón.

Sea decente y ético, presidente
Nos debe preocupar, como preocupó a toda la región el intento de golpistas conspirando para impedir que el propio Lula asuma su mandato, al que, valga la pena aclarar, llegó tras elecciones libres, limpias, democráticas, que es lo que se debe exigir en Venezuela, además de la terminación de la represión y el terror estatal.

La región, presidente Lula, lo apoyó a usted en su momento de necesidad, y lo ético y decente, es que usted devuelva a esos demócratas ese apoyo, enfrentando con decisión a los tiranos, aunque se le presenten como supuestos afines ideológicos. No es solo Venezuela y su democracia por la que se debe levantar la voz, como dice usted, ni por Arabia Saudita.

Condenar toda tiranía
Se le olvidan los Ayatolás del Irán, donde se asesina a las muchachas por mostrar el pelo o ir sin velo, donde se ejecuta a los jóvenes por protestar contra la iniquidad y el oscurantismo, exactamente igual que en la Nicaragua que ve a Somoza reencarnado en Ortega, torturando, exilando y asesinando a su pueblo. Se le olvidan sus nuevos aliados, Rusia y China, y los viejos también, como la Cuba anclada al pasado, encarcelando a los que osan levantar la voz, reprimiendo a los jóvenes, y logrando, cada año, nuevas cotas de migrantes, que se escapan por cualquier medio. Demasiados olvidos, presidente Lula, para quien pretende liderar un proyecto que, por, sobre todo, exige legitimidad y autoridad moral.

Líderes honorables
Si llama la atención que presidentes de la región que han demostrado sindéresis, pero, sobre todo, decencia en sus posiciones, más allá de sus ideologías, respecto de los temas de fondo mencionados, hayan asistido a este “retiro”, a sabiendas de la presencia de un individuo como Maduro. El presidente del Uruguay, Lacalle Pou, difícilmente se habrá sentido a gusto con semejante convidado de piedra, y así lo expresó, negándose a aceptar el término de “narrativa” empleado por Lula, como eufemismo, cuando se refirió así a las atrocidades de la dictadura venezolana. Por fortuna, no estuvo solo, pues el presidente Boric, que ha sido muy duro en sus críticas a las dictaduras venezolana y nicaragüense, repudiando las violaciones a los derechos humanos, tampoco se tragó semejante rueda de molino.



En un gesto que lo enaltece, Boric otorgó la ciudadanía chilena al Dr. Sergio Ramírez, el gran escritor e intelectual nicaragüense, ex vicepresidente de su país, al que aquel par de esperpentos que fungen de gobernantes de Nicaragua, pretendieron despojar de su ciudadanía, sin alcanzar a entender nunca que le arrebataban un libreto intrascendente, emitido por una dictadura espuria. Las críticas de Boric a la dictadura venezolana, le han valido las agresiones y las groserías esperables de delincuentes como Diosdado Cabello, amén de las jaurías de trolls asalariados por las izquierdas radicales de la región.

Es de suponer que el presidente Lasso, ya contando los días para concluir su período, acortado a algo más de 2 años por su determinación de aplicar el mecanismo de la “muerte cruzada”, y sin necesidad de pose alguna que mantener como actor político, marque distancias con el dictador y quienes ven adecuado relacionarse con ese tipo de gentes.

La ideología, muerte de la integración
Ningún país le ha hecho más daño a la integración sudamericana, que la Venezuela chavista y madurista, que dejó colgada a la Corporación Andina de Naciones, que tenía ya 40 años de vigencia, con altos y bajos tal vez, pero que había servido para desarrollar experiencias valiosas en la integración, tema complejo que, como pocos, requiere sobre todo de pragmatismo y tolerancia. Más tarde, el ingreso de Venezuela a la UNASUR fue el comienzo del fin de esta, al tratar de ser utilizada por Chávez como otro instrumento ideológico para la difusión de su proyecto. Con el derrumbe de las franquicias de los SSXXI, cuando se les murió la gallina de los huevos de oro de la lotería de los comodities, los gobiernos sucesores se encontraron con un mamotreto ideológico inútil y oneroso, lo que determinó su abandono del mismo.

Perdida la cuenta
Ya se ha perdido la cuenta de los intentos de integración, sudamericanos, regionales, o más ambiciosos, latinoamericanos, que se han producido. Lamentablemente, siempre se ha interpuesto la intolerancia con cualquiera que se desvíe de la ideología dominante en la región, al no entender que el proceso en sí es un acuerdo esencialmente comercial, para facilitar el movimiento de bienes y servicios al interior del espacio comunitario, como es el caso de la UE, donde a nadie le interesa si el gobierno es de izquierda, de derecha o de centro, mientras se cumplan las normas que se establecen respecto del manejo de los recursos y mecanismos financieros comunes, además de unos sistemas políticos que estén fundamentados en democracias respetuosas de derechos humanos y libertades.

¡La lámpara mágica!
Por suerte, el presidente Petro ha encontrado la fórmula mágica para resolver la histórica dificultad que hemos tenido para integrarnos, dificultad que el propio Simón Bolívar señaló en su momento, al constatar cómo su sueño, la Gran Colombia, cayó tras apenas 8 años, devorada por los apetitos y ambiciones de los epígonos del Libertador. “He arado en el mar” sería su amarga frase, decepcionado por las pequeñeces humanas. Petro, sabio como es él, nos señala con certeza la ruta para que la integración funcione. Tan sólo ha habido que cambiarle de nombre a la difunta UNASUR, a “Asociación de Naciones Suramericanas para garantizar el pluralismo y la permanencia en el tiempo”. No se entiende como a nadie se le ocurrió antes esta solución, pero ése es el privilegio del genio. ¡Ave Petro, los que van a integrarse, te saludan!

Lo lírico vs lo práctico
Mientras no seamos capaces de comprender y aplicar estos conceptos, seguiremos, como hasta ahora, fracasando en proyectos en los que lo lírico prima sobre lo práctico.

En estos precisos momentos, por los caprichos del presidente López Obrador, uno de los más importantes proyectos integradores que se había producido en América, la Alianza del Pacífico, orientada al comercio con la región del mundo de más acelerado crecimiento del planeta, la llamada Asia-Pacífico, ha quedado empantanada por la negativa de López a dar cumplimiento a las normas y reglamentos de la organización, cuya dirección corresponde al Perú, una vez concluido el mandato de México. Como al Sr. López le molesta que la presidenta Boluarte haya reemplazado al expresidente Castillo, tras su ridículo intento de golpe de estado, se niega a cumplir la norma, con lo que se paraliza la Alianza.

Bromas en Disneylandia
Ésta es nuestra realidad, que revela el grado de sectarismo e informalidad que nos hacen tan poco creíbles e intrascendentes de cara al mundo.

Pretender, y hasta exigir que se nos tome en cuenta, después de semejantes actuaciones, es, por decir lo menos, audaz. Invoco un elemental respeto, por la inteligencia y la ética, para que las payasadas se queden en Disney. Ni el mundo, ni la región, estamos ya para tomaduras de pelo.