Anda rondando el chisme

Autor: Fausto Jaramillo Y. | RS 58

Uno de los placeres que vino aparejado con la pandemia es la modernización de los caminos que recorre el chisme; sí, el chisme, que hasta antes del encierro obligatorio, se difundía como el coronavirus a través de compadres y comadres escondidos en cualquier rincón de los portales de las calles, en las tiendas, en los mercados, hasta en las puertas y bancas de las iglesias, allí el chisme encontraba su escenario ideal para internarse en los oídos de las buenas gentes.

El chisme es moneda corriente con la que se paga unos cuantos minutos de información sobre la vida y obras de los paisanos, de las paisanas, de los afuereños, de las afuereñas, de los viudos y las viudas, de los casados y las casadas, de los que no son ni solteros, ni casados, ni divorciados, ni viudos, (qué tan serían), todos estaban expuestos a transitar por el tamiz del cuchicheo de las comadres y de uno que otro compadre.

En los días de la pandemia, para chismear ya no era necesario salir a la calle; la comodidad de la sala era suficiente, con tal de tener un computador y el servicio de internet, así como formar parte de alguna comunidad electrónica o virtual como el Facebook, el twitter, el Instagram, y cualquiera de las tantas apps que existen, pues, en todas ellas, el chisme es el aliento y alimento del conocimiento cierto o inventado.

–¡Ay, calle comadre, no ve que el fulanito ha sido primo del delincuente ese! Igualito ha de ser él también.

–Calle, calle comadrita, por ahí dicen que el primo de ese ministro ha tenido una moza, a la que le presta más atención que a las leyes.

¡Chuta! La verdad es que el mejor espectáculo es asistir a las redes sociales. En ellas, uno se entera hasta de lo que se va a morir el primo del paisano, que es amigo de la cuñada del policía de la esquina y que por eso se las sabe todas las plenas; y lo mejor de todo es que no corres ningún peligro: nadie puede darte un quiño, nadie te puede gritar, nadie te puede enjuiciar porque hay libertad de expresión, nadie te puede contradecir porque si lo hace, lo hará después de unos cuantos minutos cuando ya a nadie le importa lo que diga.

Más tarde podrás comprobar cuántos “likes” tiene tu chisme, a cuántos les ha gustado lo que escribiste; cuántos lo compartieron, porque el chisme sigue su marcha, inundando el ciberespacio y la débil y calenturienta mente de los que se tragan tu chisme.

“Verás, pana. Ayer salió en la televisión una foto que le habían tomado a esa man, hace unos 100 años y en la que aparece, detrás de ella, ese cretino que ahora está acusado de haberse robado la silla del primo del director.
Y lo peor, es que el director ahora anda queriendo nombrarla a esa man, directora del departamento. Pero ¡qué bruto! Si ese puesto era para el primo de la otra mancita, la que anda coqueteando con mi pariente.

–¡Ay compadre que ese que ha nombrado el nuevo presidente ha sido de la gallada esa del otro presidente! Ele, esos vivísimos siempre caen parados.

–Eso no es nada, pana. El presi ya le nombró como secretaria a una man que tiene no se cuantos títulos, que dicen que ha trabajado para las Naciones Unidas, pero que antes de eso había trabajado para el otro presi, ese que ahora es fugitivo. ¡Qué bestia, como le va a nombrar!

Si ha de ser igualitita a toditos esos.

–Y vos, ¿no votarías por ese man, ese que anda prófugo? Ahí te quiero ver…

–Claro que voté por el man, pero no lo digas en voz alta, no ves que estoy esperando que el nuevo presi, me nombre asistente del portero del ministerio en el que “camello”.

Y así, el chisme sigue su marcha. Todos tenemos parientes, todos tenemos amigos, a todos nos habrán tomado una foto hace fuuu de años, todos tenemos nuestra historia.

Entonces, ¿a quién puede nombrar la nueva autoridad? ¿Dónde está ese ángel que no tiene parientes, que no tiene amigos, que nunca se juntó con nadie, que… que…-