¿Alguien quiere pensar en los niños?

FABRICIO GUERRERO
FABRICIO GUERRERO

Las escuelas deben ser los últimos lugares en cerrar y los primeros en reabrir durante la pandemia de COVID-19” (UNICEF, 17 de enero de 2022). Sin embargo, estábamos a punto de reabrir los estadios por un partido de fútbol antes que las escuelas en 193 cantones. Este 24 el retorno fue voluntario, pero la amenaza de nuevamente cerrar las escuelas mientras los bares siguen atendiendo sigue latente, por ilógico que parezca. ¿Qué mensaje estamos dando al futuro? Quiero mencionar tres puntos por lo cual veo ilógico que el COE Nacional vuelva a cerrar las escuelas.

Primero, actualmente existe un proceso de vacunación en marcha, el 75,48% estudiantes cuenta con la primera dosis y un 57,68% con la segunda. En el caso de Esmeraldas, el Director Distrital de Educación, Romel Ruiz, se ha encargado del proceso de vacunación a los planteles educativos. Asimismo la ministra de educación María Brown ha asegurado que las instituciones NO son un foco de contagio además de mencionar que el regreso a clases no solo es un criterio nacional, sino internacional. Según UNICEF, mantener las escuelas cerradas es hipotecar el futuro de los niños y del país, y por lo visto, estuvimos dispuestos a correr ese riesgo.

Segundo, según informes del INEC (2017) en la tierra verde apenas el 43,9% utiliza computadora, estamos en penúltimo lugar en porcentaje de personas con teléfono celular con un 45,9% y por último, somos la provincia con el tercer menor porcentaje de uso de internet con un 46,9%. Tristemente, en ni un caso superamos el 50%. En otras palabras, la educación en línea es un privilegio para Esmeraldas y especialmente para sus zonas rurales como Carlos Concha, Majua o Tabiazo.

Tercero y como bien lo dije alguna vez en otra columna, la educación es un derecho que permite el desarrollo social y abre paso a una vida democrática en pro de una sociedad más justa. Pero las consecuencias del encierro están aquí, desde competencias básicas de lectura y aritmética deterioradas drásticamente hasta cuadros de ansiedad duplicándose y niveles de estrés sin precedentes. Tal vez en el pasado era lo más normal que un niño no quiera ir a la escuela, pero ahora es lo que más desean, el volver a las aulas con sus compañeros y compañeras, en un ambiente de aprendizaje, algo que sin duda, no podemos seguir negándoles. No podemos cerrar las aulas si la educación en línea es un privilegio.