Alfabetización digital: Reto pendiente

Autor: Cristian Bravo | RS 58

De ser simples instrumentos de comunicación y relacionamiento, las redes sociales juegan hoy en día un rol determinante en la sociedad. Actualmente, plataformas como Facebook, Twitter, Instagram y TikTok, cumplen la función que décadas atrás lo hacían medios como la radio y la televisión los cuales contaban con gran incidencia en el ámbito político y social.

Estudios del Digital 2022 Global Overview Report, señalan que cerca del 58% de la población mundial es usuaria activa de redes sociales. En Ecuador, se estima que cerca del 80% de la población (aprox. 14 millones) es usuaria de alguna red social.
El uso de redes sociales se incrementó en la última década y, producto de la pandemia por la COVID 2020, este crecimiento se aceleró con fuerza, generando una inevitable repercusión de estas herramientas en todos los ámbitos de la sociedad.

Actualmente, commodities como el petróleo, han dejado de ser vistos como los recursos más valiosos para los países y líderes del mundo y se ha dado paso al interés por los datos.

Ello se ha podido visualizar en el ámbito político, donde se ha llegado a la compra de datos de millones de usuarios en redes, por parte de consultoras, con la finalidad de incidir en los procesos electorales.

En los procesos electorales, varios factores han motivado el uso de redes sociales y el big data, dentro de las estrategias generadas, como es la personalización del mensaje, la construcción de realidades y la distorsión de estas. Desde varios sectores sociales, se ha buscado difundir información y poner a la opinión pública a favor o en contra de algo, así ello no sea el reflejo de la realidad.

El uso de estos instrumentos ha sido destacado, en la medida que se ha dado voz a quienes antes no la tenían, al tiempo de que mandatarios puedan informar sobre sus acciones. Sin embargo, en los últimos años, estas se han convertido también en una herramienta de confrontación y polarización permanente.

El ejercicio del poder y la gestión realizada por un gobernante, hoy se da al calor y a la intensidad generada en los medios digitales, producto de una marcada polarización que se ha incrementado. En los últimos años, las redes han sido controladas por sectores que buscan generar confrontación, silenciando a ciudadanos interesados en discutir en torno a problemáticas, generándose así escenarios de permanente polarización.

En esa línea, uno de los retos pendientes de la era digital tiene que ver con lo que conocemos como fake news, aquella información que ignora, tergiversa, altera datos y hechos con la finalidad de causar daño a una persona u organización, manipular a la opinión pública o sembrar confusión, por la cercanía hacia una determinada ideología.

La información en torno al covid-19 tuvo dimensiones antes no vistas, que puso en evidencia los riesgos y amenazas producto de la proliferación de información falsa. Si bien el aumento en la conectividad ha permitido que las personas tengan acceso a grandes volúmenes de información, sin embargo, cada vez resulta más común encontrar información en línea que no es confiable.

La desinformación ha tenido un crecimiento alarmante en varios países, no solo por el desconocimiento del ciudadano, sino porque en la actualidad gobernantes y aspirantes al poder aprovechan este fenómeno para generar procesos de manipulación y polarización, haciendo que la desinformación se incremente de manera considerable.

Las coaliciones que se puedan generar desde la academia y desde la ciudadanía, permitirán emprender una cruzada, a fin de lograr una verdadera alfabetización digital.

Un mejor entendimiento sobre el funcionamiento del entorno digital permitirá un mejor uso de las herramientas digitales. Los roles a cumplirse desde el sector educativo, así como desde la propia ciudadanía, serán determinantes para dar paso a la era de la colaboración, tan necesaria para las administraciones e instituciones en la actualidad.

Cristian Bravo | Docente investigador Universidad Internacional del Ecuador