Alba Calderón Zatizábal (1908-1992) fue una pintora ecuatoriana destacada por su compromiso social y su influencia en el realismo social. Su legado artístico ha sido homenajeado dentro y fuera de Ecuador, dejando una huella imborrable en la historia del arte.
Una vida marcada por la tragedia y el arte
Nacida el 27 de julio de 1908 en la Hacienda «Vuelta Larga» en Esmeraldas, Ecuador, Alba Calderón Zatizábal vivió una infancia marcada por las adversidades. Su padre, Manuel Felipe Calderón Lemos, falleció a causa de las heridas sufridas en el combate de Las Piedras en 1914. La pérdida de varios familiares cercanos, incluyendo a su hermano mayor Enrique, debido a enfermedades como la viruela y la violencia de la época, dejó una huella profunda en su vida. En medio de este entorno trágico, Alba encontró refugio en el dibujo y la recitación, mostrando desde joven un talento innato que la llevaría a convertirse en una de las pintoras más destacadas de su país.
Su paso por la educación formal fue igualmente excepcional. Gracias a su destacada trayectoria académica, recibió una beca para estudiar en Quito. Primero en el colegio mixto Normal Juan Montalvo y luego en el colegio Manuela Cañizares, su talento llamó la atención. Finalmente, encontró su verdadera vocación en la Escuela de Bellas Artes, donde compartió aulas con figuras como Guillermo Coronel y Alfredo Palacio. Aunque no completó sus estudios, su dedicación al arte no se detuvo.
Consolidación artística en Guayaquil
En la década de 1930, Alba se mudó a Guayaquil, donde comenzó a impartir clases de dibujo y pintura a domicilio. Su habilidad para captar la esencia de la realidad social a través de su arte la convirtió en una figura respetada, especialmente entre las familias de la alta sociedad. En 1933, conoció a Enrique Gil Gilbert, destacado escritor ecuatoriano, con quien se casó un año después. Su matrimonio no solo consolidó una unión personal, sino también artística y política, ya que ambos compartían ideales comunistas y un profundo compromiso con las causas sociales.
Durante este periodo, Alba volvió a dedicarse intensamente a la pintura, influenciada por sus contemporáneos Galo Galecio y Alfredo Palacio. Su participación en la Agrupación Allere Flammam y posteriormente en la Sociedad de Artistas y Escritores Independientes fue fundamental para su desarrollo como artista. Su obra se centró en el realismo social, una corriente que buscaba reflejar las luchas y vivencias de las clases trabajadoras y campesinas del Ecuador.
Reconocimiento internacional y legado
Alba Calderón alcanzó un reconocimiento más allá de las fronteras de Ecuador. Sus obras, cargadas de simbolismo y crónicas sociales, fueron exhibidas en ciudades como Nueva York, París, Caracas, Lima y Santiago. Este logro no solo destacó su talento, sino también su capacidad para transmitir mensajes universales desde una perspectiva local. Además de su carrera artística, Alba fue miembro del Partido Comunista del Ecuador y ocupó un lugar en su Comité Central, demostrando su compromiso con el cambio social.
En 2008, Ecuador celebró el centenario de su nacimiento con una exhibición en el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC), donde se presentaron 50 de sus obras. Este homenaje reafirmó su importancia como una de las figuras más influyentes del arte ecuatoriano del siglo XX. La vida y obra de Alba Calderón continúan siendo un testimonio de la lucha por la justicia y la equidad, plasmadas con maestría en cada pincelada.(JNG)