Acotaciones a nuestra música vernácula

Cristóbal Ojeda Dávila

Gonzalo Sevilla Miño | [email protected]

Alma Lojana
Cristóbal Ojeda Dávila, el autor de la música del hermoso pasillo “Alma lojana”, según cuenta Alejandro Carrión, no era lojano, era quiteño, quien, por ciertas casualidades de la vida, fue invitado por su querido amigo, Luis Emilio Eguiguren, a visitar Loja, en un viaje que, en ese entonces (finales de los años 20), tomaba varios días.

Gracias a esa invitación, se quedó tres años en la “Capital musical y cultural del Ecuador”.

Al cabo de ese tiempo, regresó a Quito, por cuanto, el gran musicólogo quiteño, Sixto María Durán, había enviado, para participar en un concurso en la Scala de Milán, Italia, una “suite” compuesta por Ojeda. Ganó el concurso, pero, lamentablemente, en la época en la que debía viajar, se produjo la guerra de los cuatro días y, también, por esas casualidades de la vida, una bala perdida, le causó la muerte.

Murió el gran juglar que no alcanzó a disfrutar de sus grandes creaciones.  Luis Emilio Eguiguren, revisando los papeles de Cristóbal encontró la partitura de “Alma lojana” y se la entregó a Emiliano Ortega, también lojano, y fue él quien concibió un poema para cantarlo con ella. Esta preciosa canción se ha constituido en el segundo himno de Loja:

«A orillas del Zamora, tan bellas

De verdes saucedales, tranquilas

Campiñas de mi tierra, risueña

Casita de mis padres, mi amor

Tristezas del recuerdo, me matan

Casita de mis padres, mi amor»

«A orillas del Zamora

Como te añora mi corazón

A orilla del Zamora

Como te añora mi corazón». 

(REFERENCIA: Alejandro Carrión/Una cierta sonrisa)

Odio y amor
Víctor Aurelio Paredes, quiteño, a fines de 1923, compuso el pasillo instrumental “Mis quejas”, que posteriormente se le cambió el nombre a Odio y Amor. Se trata de una composición que se enmarca en el género del pasillo ligero o rápido. Una de las mejores interpretaciones la grabó Luis Aníbal Granja; sin embargo, la ha versionado, con éxito, el doctor Nelson Maldonado, prestigiado pianista quiteño, en un recital en el que lo acompañó, al violín, el japonés Tadashi Maeda, gran artista que, lamentablemente, falleció en 2021.

Fue Víctor Emilio Paredes un compositor que revolucionó el pasillo ecuatoriano dándole calidad y elegancia según lo manifiesta el crítico Neptalí de Jesús Oñate que dijo que sus composiciones tenían “entonación clásica, depuración y originalidad… con nostalgia de altura, de ideal, de perfección”. (Fuente: Fernando Jurado Noboa/Rincones que Cantan)

Sangre ecuatoriana
Es este un pasodoble instrumental compuesto por el maestro Julio César Cañar, oriundo de Baños de Agua Santa. Compuso esta preciosa canción cuando, para una película de toros de cine mudo, se necesitaba música de fondo. Posteriormente, en la plaza Arenas de Quito, en 1930, la interpretó la Banda Municipal, con el director Carlos Ramírez. Trascendió el pasodoble hasta ser internacionalizado por muchas orquestas y bandas del mundo entero. Una versión la interpreta la orquesta típica argentina dirigida por Enrique Rodríguez.

Invernal
El periodista y escritor ecuatoriano, Juan Carlos Morales hace la crónica del pasillo “Invernal”, cuenta que, en un viaje de Manaos a Belem, por el río Amazonas, les tomaba siete días de navegación, pero por algún desperfecto se quedaron varados y, de alguna manera, lograron acoderar en una rivera.

Para pasar el tiempo decidieron cantar, y a él, se le vino a la memoria la estrofa, «Ingenuamente pones en tu balcón florido, la nota más romántica de esta tarde de lluvia», pasillo escrito por José María Egas y musicalizado por Nicasio Safadi, y fue ahí en donde comprendió la nostalgia y el desarraigo del pasillo como la saudade del fado, y sus letras poéticas de corte modernista. Conjuntamente con otros investigadores hicieron la consultoría para la validación del pasillo como patrimonio inmaterial del Ecuador.  Con ese trabajo dedujo que el pasillo no ha tenido la correcta difusión que debió tener, y por esa razón decidió escuchar una magnífica versión de Invernal interpretado por María Tejada, cantante ecuatoriana que lo hace estupendamente bien:

«Ingenuamente pones en tu balcón florido

La nota más romántica de esta tarde de lluvia

Voy a hilar mi nostalgia de sol que se ha dormido

En la seda fragante de tu melena rubia»

«Hay un libro de versos en tus manos de luna

En el libro un poema que se deshoja en rosas

Tiendes la vista al cielo y en tus ojos hay una

Devoción infinita para mirar las cosas».

A continuación, me permito mencionar a algunos autores ecuatorianos que han compuesto maravillosas canciones del pentagrama musical de nuestro país:

Nicasio Safadi
Una de las más bonitas melodías que tenemos es el pasillo “Guayaquil de mis Amores”. Se trata de una canción escrita por el poeta orense Lauro Dávila y musicalizada por el compositor de origen libanés, pero guayaquileño de corazón, Nicasio Safadi.

Fue Safadi un fértil artista que compuso más de trescientas canciones entre pasillos, valses, yaravíes.

El pasillo Invernal mencionado en líneas anteriores, es autoría de este compositor.

Conjuntamente con Enrique Ibáñez Mora formaron el dúo Ecuador que, en 1930, por iniciativa del pionero promotor y visionario, José Domingo Feraud Guzmán, viajaron a Estados Unidos a la casa disquera Columbian Phonograph Company of New York para grabar, por primera vez, con sus propios intérpretes, la música del Ecuador.

Considerado como maestro de maestros, Nicasio Safadi, tuvo entre sus discípulos a Julio Jaramillo, a Carlos Rubira Infante, a Olimpo Cárdenas.

 Cuando falleció en Guayaquil, el 29 de octubre de 1968, fue sepultado mientras sus seguidores, parientes y amigos, entonaban su máxima creación, Guayaquil de mis Amores.

Carlos Rubira Infante
Se lo conoce como el compositor que nació para cantarle al Ecuador. Basta oír Ambato Tierra de Flores o Guayaquileño Madera de Guerrero para saber de quién se trata.

Carlos Rubira Infante fue una de las más destacadas figuras de la música nacional ecuatoriana. 

Compuso música y letra de pasacalles, pasillos, albazos, valses, dedicados a las principales ciudades y provincias del país. Se constituyó en una verdadera leyenda por su larga trayectoria artística. Fueron intérpretes de su música, Julio y Pepe Jaramillo, Olimpo Cárdenas, los hermanos Miño Naranjo.   

Recibió múltiples felicitaciones y reconocimientos en todas las ciudades a las que homenajeó con su música.

Ingresó al Salón de la Fama de la Música Latinoamericana en la ciudad de Miami Florida. Nació en Guayaquil el 16 de septiembre de 1921 y falleció en su ciudad natal el 14 de septiembre de 2018, dos días antes de cumplir 97 años.

Gonzalo Sevilla Miño | [email protected]