Vamos a las mingas

Verónica Narváez

Hace aproximadamente 5 años escuché por primera vez a un funcionario público decir que no se debe limpiar lo que los otros ensucian, cinco años después vuelvo a escucharlo de otra persona. En ese entonces, estaba en desacuerdo al igual que ahora. Soy creyente de la capacidad de cambio e incidencia de la acción colectiva como las mingas, de la participación ciudadana nacen las necesidades de reformar las leyes, la planificación, en efecto la gobernanza.

Las mingas de limpieza son el ejemplo de la apropiación de nuestro espacio, es la capacidad de hacer algo por el planeta, es cumplir nuestra parte, tener responsabilidad por las acciones de los que aún no experimentan este tipo de trabajo comunitario y desconocen el vinculo del consumo vs la generación de residuos.

Cuando se participa en una minga descubrimos las variables de consumo en diferentes sectores, podemos conocer aspectos de costumbres y mucho más. Hay lugares en la ruralidad donde se encuentra gran presencia de envolturas de caramelos y palos de chupetes, hablamos de recolectar cientos de palos de chupetes en poblaciones relativamente pequeñas, así también en otros lugares hemos sido parte de la recolección de cientos de colillas de tabaco, en otros lugares gran cantidad de fundas de agua o bolos, en la zona urbana como en el Bombolí una y otra vez se recogen botellas de cerveza, platos de plástico, entre otros.

Esto nos lleva a reflexionar profundamente de nuestros hábitos que se dan en la zona rural y urbana, vemos que no son solo adultos que arrojan residuos a la calle son jóvenes y niños los mismos que son integrados a las actividades de limpieza y hacen conciencia de su responsabilidad con el planeta y la sociedad.

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