Tres ejes para la amenaza climática

La 27va Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) que se lleva a cabo en estos momentos en Egipto, arroja diagnósticos preocupantes y exige compromisos faraónicos.

Por su ubicación, Ecuador aún no sufre mayores presiones ambientales, y sus acciones no tendrán efecto planetario. Sin embargo, millones de ecuatorianos sufren cada vez peores tragedias, y los cambios que se avecinan en la economía global y en la distribución de recursos a escala mundial nos pueden dejar al margen de la historia.

Hay alternativas, pero la solución no será monolítica, como lo fue en su era, el petróleo, el cacao o el banano.

Recursos naturales. La cooperación internacional está presta para trabajar en la preservación y cuidado de la calidad del agua, y en la sostenida introducción de energías limpias. Se debe explorar proyectos alternativos, como la ‘tokenización’ de recursos mineros y forestales.

Protección humanitaria. El Estado debe planificar el efecto y protección de poblaciones vulnerables — amenazadas por sequías, inundaciones y desertificación— y presupuestando el costo económico que tendrán las catástrofes de origen climático.

Educación. Ecuador necesita ciudadanos educados para el mundo tecnológico del siglo XXI, no para el agrario del XIX, o el industrializado del XX. Las nuevas generaciones requieren habilidades y conocimientos acordes a las realidades que va imponiendo el cambio climático.

La oportunidad se presenta ahora en bandeja de plata a aquel que sueña con dejar un legado. Hacer lo correcto, hoy, puede ahorrar sufrimiento innecesario a los ecuatorianos del mañana.