Soñar con un ‘subsidio’ escolar

Faltan menos de 15 días para que inicie el año escolar en el régimen Sierra-Amazonía, y el período de matriculación ya terminó. Pronto tendremos cifras sobre una esperada recuperación de la población educativa tras los más de 190.000 estudiantes que abandonaron las aulas -algunos de forma permanente- desde que arrancó el encierro por la pandemia en marzo de 2020.

Las cifras relevantes sobre la educación básica en Ecuador son espeluznantes. Y, para adelantarnos a lo que viene después, la respuesta es: “No, no todo es culpa de Guillermo Lasso”.

El abandono escolar, la baja comprensión lectora, la poca capacitación de gran parte del profesorado para preparar a niños y jóvenes en este mundo tan competitivo y voraz, toma años en gestarse. Cualquier solución, tomará tanto o más.

Lo que apremia, en estos momentos que deberían abordarse con la ilusión de volver a las aulas, por hacer y rehacer amistades, por explorar el mundo y sus misterios, por aprender cosas nuevas e impensadas todos los días, es la urgencia económica de miles de familias.

El Ministerio de Educación aún no se pronuncia sobre algunos detalles determinantes para las familias; ¿volveremos a exigir que los alumnos porten uniformes?, ¿se hará la transición del desayuno escolar hacia alimentos no procesados y bajos en azúcar? La lista de útiles escolares ya es pública, y queda el sinsabor de la ilusión: y, ¿si el subsidio, en lugar de combustibles fósiles, iría a pagar útiles escolares, uniformes, desayunos saludables, quizá incluso un computador o ‘tablet’ para los estudiantes del sistema público?