Sí se puede alcanzar la estabilidad

Desde el inicio de su mandato, el presidente Guillermo Lasso y su equipo económico persiguieron la mejor relación posible con el capital internacional. Toda esa disciplinada labor desembocó en un valioso descenso de 800 puntos en el riesgo país. Sin embargo, pese a ello, Ecuador sigue teniendo el cuarto riesgo país más elevado de Latinoamérica —solo inferior al de Venezuela, Argentina y El Salvador—. Nuestro indicador duplica al promedio de la región, una zona de riesgo elevado en sí; por ejemplo, quintuplica al de Perú y Panamá, o es diez veces mayor al de Uruguay, países muy estables.

Pese a tanto esfuerzo, todavía queda mucho por hacer. Profunda es la desconfianza que genera Ecuador ante los ojos de los mercados internacionales, producto de varias décadas de políticas equivocadas. Por ello, la inversión extranjera directa en el país es prácticamente inexistente, resulta muy difícil encontrar financiamiento para proyectos públicos urgentes y los préstamos conllevan interés altísimo o severos compromisos de ajuste.

Si el Ecuador logra comportarse durante dos décadas con los mercados internacionales como el régimen de Lasso lo ha hecho en los últimos dos años, vendrán tiempos mucho mejores. No hace falta que el Estado juegue a salvador de la economía; basta con que no lo destroce todo, con que establezca reglas adecuadas y las respete, y la propia ciudadanía se encargará de que el bienestar florezca. Si los políticos aprenden a dejar a inversionistas y financistas fuera de sus maniobras populistas, habrán hecho suficiente.