Ricardo Rivera y el poder que permanece

El dinero es poder. Cuando la justicia sentencia a quienes conspiraron para saquear el Estado, debilitarlo y apoderarse de todas sus instituciones pero no confisca lo robado, el Estado está tolerando una gravísima amenaza.

Murió Ricardo Rivera, el chivo expiatorio que fue sentenciado por el caso Odebrecht. Hace pocas semanas, el tío del exvicepresidente y también reo, Jorge Glas, había cambiado la cárcel por un régimen semiabierto. Y aunque aún se encontraba bajo la tutela del Estado, las autoridades no han mostrado evidencia irrefutable de la causa de su muerte, más allá de las declaraciones de un abogado —quien afirma que se trató de un cuadro de COVID-19—. El condenado dejó este mundo sin haber devuelto al Estado aquello que, según la justicia, robó.

¿Para qué existe la Ley de Extinción de Dominio y figuras como el comiso sin condena, si familiares, compadres y testaferros continúan gozando de lo robado incluso después de la ‘muerte del titular’? Cada día que pasa sin que se recupere el dinero mal habido de los sentenciados ni se hurgue el pasado reciente para transparentar la podredumbre, crece la impotencia y la desesperanza entre la gente.

No es posible que un país necesitado tenga que soportar privaciones mientras quienes saquearon sus finanzas, corrompieron sus instituciones, se apoderaron de la justicia, silenciaron opositores, persiguieron a la prensa libre y compraron silencio a manos llenas parten sin devolver aquello que nunca fue suyo.

¿Cómo explicarán las autoridades a las futuras generaciones, —cuando los corruptos vuelvan armados de toda esa riqueza mal habida—, que por pusilánimes cálculos electorales no se atrevieron a hacer su trabajo?

FRASES DEL DÍA

«El mal de amores es como marearse en un barco; a la gente tu estado le parece divertido, pero tú te sientes morir.”

Rosa Montero (1951), escritora española

 

«Al proteger a los débiles y al protegerse uno mismo, no hay más pecado que la cobardía.”

Dean Koontz (1945), escritor norteamericano