¿Qué quiere el gobierno?

Hace más de un año, Ecuador celebró el encomiable acierto del obierno del presidente Guillermo Lasso en la conducción del programa de vacunación contra el COVID-19. Luego, se prometió a los ecuatorianos, se trabajaría en la reedificación de la economía —con una estructura sincera y sostenible, idónea para el crecimiento, alejada definitivamente del populismo y sus engaños—. La estrategia de la lucha contra el narcotráfico, se dijo, sería aislar a nuestra economía de esa industria: evitar que insumos para la producción de dichas sustancias se exportaran desde nuestro país e impedir que el producto refinado ingresara a nuestro territorio.

Nada de eso ha sucedido.

En lo económico, el país sigue entrampado en el mismo diseño fallido que nos legó el correísmo —mismo régimen laboral y comercial, misma estructura financiera, mismas fuentes de ingresos, mismo gasto en burocracia—, solo que con más impuestos, menos producción petrolera y poquísima inversión pública. La inexplicable incapacidad de negociar maduramente y alcanzar acuerdos sustanciales con otras fuerzas políticas han truncado la posibilidad de cualquier reforma duradera.

En materia de seguridad, el régimen nos ofrece ahora un Plan Ecuador —con militarización y armas de punta—, vemos a zonas de Guayas, Esmeraldas y Los Ríos descender a niveles propios de guerrilla urbana, llegaremos a tres mil asesinatos al año y parece que tenemos tantos peces gordos locales que será necesario extraditarlos. A la par, se debilita el Ministerio encargado de la seguridad.

Lo que quiere la gente es claro: paz y trabajo; pero, ¿qué es lo que busca el gobierno?