El país atraviesa un momento esperanzador en materia judicial, al menos en algunos casos. Poco a poco, la verdad sale a luz y las injusticias —aunque pocas aún—, empiezan a corregirse. La declaratoria de inocencia de cuatro de los policías vinculados al 30-S es el más reciente episodio de una larga serie de procesos, tanto en instancias nacionales como internacionales, en los que las mentiras se derrumban. Parecería que el país finalmente está recuperando la cordura.
Más allá del irreparable daño causado a las víctimas y del inevitable costo económico que estos procesos conllevarán a la larga para el Estado, es admirable que la Justicia y la sociedad ecuatoriana en su conjunto se muestren dispuestas a admitir los excesos y arbitrariedades, disfrazados de legalidad, de un pasado no tan lejano.
A este paso, pronto se podrá pasar de la incredulidad y de la inevitable vergüenza que despiertan este tipo de casos, a una discusión bienintencionada y un mea culpa sincero que permitan, finalmente y de una vez por todas, concebir una nueva y verdadera Justicia para el país.
Vale recordarles a los representantes de los demás poderes del Estado que, más temprano que tarde, deberán enfrentar la crisis judicial heredada. Hay demasiados trapos sucios y asuntos pendientes —un legado envenenado del correísmo— como para suponer que se puede pasar la página e inaugurar un nuevo capítulo de la historia nacional sin hacerlo.
FRASES DEL DÍA
«Los grandes hombres mueren dos veces; una como hombres y otra como grandes.”
Paul Valéry (1871-1945), poeta francés
«Odio escribir; amo haber escrito.”
Dorothy Parker (1893-1967), escritora estadounidense