Pocas esperanzas ante lo que venga del CPCCS

Los resultados de las recientes elecciones dejaron a la institucionalidad y al sistema político del país en una situación muy precaria frente al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (Cpccs). Es cierto que los vocales del Cpccs, como siempre, tuvieron una votación bajísima —el promedio es inferior al 8% de los votos válidos y ninguno de los candidatos tuvo más votos que el nulo—. Sin embargo, en esa misma elección, por testarudez o falta de interés, la ciudadanía quiso que este mamotreto de institución, inútil y faraónica, conservara todas sus atribuciones.

Las consecuencias estaban cantadas. Primero, se avecina un tropel de designaciones a cargo del Cpccs, que estaba represado desde la formación misma del Consejo Transitorio; cuando decían que se intentaba evitar el nombramiento de autoridades sin legitimidad, pero, cuatro años después, es precisamente lo que va a ocurrir. Segundo, cualquier decisión que tomen los actuales vocales, en los poco más de dos meses que les queda en funciones y en el momento político actual del país, tendrá fecha de caducidad ante la convulsión que se viene. Tercero, varios de los vocales electos en esta ocasión, especialmente los afines al correísmo, son ambiciosos, extrovertidos y bulliciosos, por lo que, además, se podrá esperar cualquier cosa menos apoyo a la escasa estabilidad que queda.

En estas circunstancias, mal haría el Gobierno y la ciudadanía en cifrar sus esperanzas en las próximas designaciones. La experiencia del Transitorio ya demostró que de nada sirven los intentos de comprar tiempo, cuando la trampa llega desde la Constitución.