La incautación de 13 toneladas de cocaína en el puerto español de Algeciras, en el sur de Andalucía, puede convertirse en algo devastador para Ecuador.
Esa cantidad de droga, que aquí ya parece normal, es la más grande incautación de esa sustancia ilegal en la historia de España.
Las autoridades del país europeo ya realizaron el seguimiento del destinatario de la fruta, un importador con residencia en Alicante. Hay un detenido.
Pero la red tiene tentáculos en toda España. La Policía pudo determinar que la droga, luego de llegar al puerto, se distribuía a varios países de Europa. Por eso, el caso sigue abierto en España.
El sector exportador sigue siendo golpeado por el narcotráfico, no solo con la contaminación de contenedores y el incremento de costos por resguardar sus cargamentos, sino también con los criminales que usan el sistema para enviar su venenoso producto.
Los puertos y contenedores ecuatorianos están marcados. Y mientras el país tiene empresarios honestos que se esfuerzan en abrir caminos para enviar los mejores productos ecuatorianos, otros se encargan de dañarlos con la droga.
Es un golpe reputacional que debe ser subsanado con total intervención gubernamental y de la Fuerza Pública. El sector privado sí hace un esfuerzo para ofrecer transparencia.
Por eso, es inaudito que, mientras el país conoce muy bien que la droga entra por la frontera norte y sale por los puertos, en especial por Guayaquil, no exista una estrategia contundente para taponar esos ‘huecos’. El control firme de los puertos es urgente.