No se puede pedir decoro

Mañana se llevará a cabo el juicio político en contra de Freddy Carrión, Defensor del Pueblo. Su caso es uno más de la reciente secuencia de escándalos y procesos judiciales protagonizados por importantes autoridades.

Tal ha sido el volumen y la gravedad de las acusaciones con las que se han acribillado los personajes de este drama que, independientemente del desenlace, quedará en la ciudadanía un profundo y nocivo sentimiento de repulsión.

Cualquiera que sea la verdad en el caso del defensor del Pueblo, resulta desesperanzadora en todas sus versiones. Las elaboradas teorías de persecución esgrimidas por Carrión retratan un país sumergido en un sistema capaz de perversas maquinaciones que debería poner a temblar a todo ciudadano. Asimismo, de ser verdad las acusaciones que se le hacen, estaríamos ante una autoridad no solo carente de probidad, sino capaz de renunciar hasta al más elemental escrúpulo con tal de salir impune.

Mientras, somos testigos del desparpajo con el que, de forma pública y en diferentes espacios, se ventilan asuntos profundamente íntimos, se exhibe documentación reservada, se elevan acusaciones temerarias, se vulnera la presunción de inocencia y se revictimiza a quienes no pueden defenderse.

Se suele repetir que las autoridades deberían renunciar -por decencia- ante problemas de este tipo. Pero, ¿qué sentimiento de vergüenza se le puede exigir a alguien cuando el ambiente del debate público se ha tornado idénticamente inescrupuloso?

FRASES DEL DÍA

«La mayoría desperdicia 30 años de su vida antes de superar las mentiras de su entorno.”

Isadora Duncan (1877-1927), bailarina norteamericana

«Entre todas las alegrías, la absurda es la más alegre.”

Azorín, (José Martínez Ruiz) (1873-1967), escritor español