No culpen a las bases

Desde hace algunos años, un sector de la dirigencia indígena —comandado por el actual presidente de la Conaie, Leonidas Iza— inició un trabajo sostenido de radicalización de las bases. Envalentonados por los ‘logros’ de octubre de 2019, agudizaron desde entonces su trabajo de adoctrinamiento, incluso a costa de dividir profundamente su movimiento y de obstaculizar la gobernabilidad del país. El resultado es una masa de adherentes excesivamente exaltados que han hecho suyos los peligrosos conceptos y los anhelos, tan desmedidos como irrealizables, con los que esa dirigencia los sedujo.

Así como un líder entiende las motivaciones de sus seguidores y las emplea para movilizarlos, también debe ser lo suficientemente prudente como para no generar en ellos falsas expectativas.

Los conductores del paro convencieron a sus bases de que era factible y deseable derrocar al Presidente de la República, que el Ejecutivo debía y podía acabar con la inflación como por arte de magia, y que el Gobierno cuenta con los recursos para resolver inmediatamente sus penurias. Estas personas los siguieron, asumiendo un costo muy significativo en su vida y, comprensiblemente no quieren volver con las manos vacías. Iza y sus acólitos empiezan a percibir que espolearon demasiado a su movimiento y que amenaza con desbocarse.

Los dirigentes de la Conaie no pueden caer ahora en la burla de culpar a las bases y lavarse las manos llamando a sucesivas asambleas con tal de no asumir sus errores. Con la comunicación y el liderazgo apropiado, pueden comenzar una oportuna desescalada. Si tienen que elegir entre acariciar su ego y prestigio a corto plazo, y la paz de toda una nación, la respuesta debería ser obvia.