Negociación en las cárceles

Por mucho que se intente sobredimensionar la capacidad del crimen organizado, el Estado ecuatoriano —como todo Estado moderno— es más poderoso que cualquier organización delictiva.

Hay los recursos, la capacidad y las herramientas; bastaría apenas la voluntad política y el apoyo ciudadano para que el Estado desate una represión sin cuartel sobre los presuntos causantes del auge delictivo que el país atraviesa. Pero, ¿es eso lo que queremos? ¿Sería eso justo? ¿Devolvería eso el orden y la tranquilidad? ¿Estamos buscando paz o apenas un ajuste de cuentas?

Ante situaciones dramáticas de violencia, como la que atraviesa el país, es fácil caer en la tentación del extremismo y de ver todo bajo el prisma de la absurda dicotomía de “héroes” y “villanos”. Se comienzan a repetir clichés más típicos del cine que de la vida real, como “con delincuentes no se negocia” o “no ceder ante la violencia”. Pero este es justo el momento en el que los ecuatorianos debemos obligarnos a recordar que los presos son seres humanos y deben ser tratados como tales. Olvidados a su suerte por el Estado, muchos de ellos sienten equivocadamente que, este momento, no tienen más opción que matar o morir; es ahora cuando las autoridades deben mostrarse dispuestas a escuchar a aquellos que quieren vivir.

Nadie conoce mejor las falencias y las necesidades del sistema penitenciario que los propios presos. Son ellos, cuyas vidas están en juego, los mayores interesados en que esta locura se termine. ¿Por qué no escucharlos? ¿Por qué no negociar? ¿Por qué no evitar muertes?

FRASES DEL DÍA

«Es más fácil combatir en nombre de los principios de uno que vivir acorde a ellos.”

Alfred Adler (1870-1937), psicoterapeuta austríaco

«No hay que vivir sin remordimientos; el punto es no odiarse por tenerlos.”

Kathryn Schulz (1974), periodista estadounidense