Muertes policiales

En lo que va del año, siete agentes de policía han perdido la vida en manos de la delincuencia en el país. Además de los sueños truncados y de la tragedia familiar que yace detrás de cada caso, esta serie de muertes denota una tendencia preocupante, tradicionalmente ajena a la sociedad ecuatoriana.

Pueden esgrimirse diferentes hipótesis para intentar explicar estos lamentables hechos. Probablemente la transformación sociodemográfica que ha sufrido el país también se refleja en cambios en la delincuencia, que la institución policial todavía no ha terminado de asimilar. Igualmente, es posible que el país esté comenzando a enfrentar crimen organizado de una envergadura y tenacidad que no había conocido antes y que diversos factores exógenos estén en juego.

Es urgente resistirse al cinismo ante esta lamentable situación. Bajo ninguna circunstancia se debe equiparar las muertes policiales en su gravedad y connotación con aquellas con las que convive el mundo del crimen, y menos aún minimizar la peligrosidad de los comportamientos y actitudes que estas delatan.

De la misma forma en que los agentes policiales son juzgados, en tanto agentes del Estado, bajo un estándar especialmente riguroso cuando actúan contra el crimen, es necesario proceder con especial severidad contra quienes asesinan a quienes representan como nadie la fuerza del propio Estado. El continente ofrece suficientes ejemplos macabros del curso que toma una sociedad cuando se muestra permisiva e indolente con los ataques a los representantes de sus instituciones fundamentales.

FRASES DEL DÍA

«Le atribuyo mi éxito a lo siguiente: nunca toleré ni tampoco empleé excusa alguna.”

Florence Nightingale (1820-1910)
Enfermera y estadística británica.

«Lo peor del despotismo no es su dureza, sino su inconsecuencia.”

Juan Bautista Alberdi (1810-1884)
Jurista argentino