México abrirá el camino

México será el primer país con el que el Gobierno firme un acuerdo comercial, el primer eslabón de una nueva política internacional al que supuestamente le seguirán muchos más. Es, sin duda, una elección osada; Ecuador mantiene una relación deficitaria con su nuevo socio.

En el último año, Ecuador le compró cuatro veces más de lo que vendió a México, su industria es incomparablemente superior a la nuestra y los productos ecuatorianos globalmente competitivos —camarón y banano— no entrarán con las mejores condiciones.

Pero también hay que ver el otro lado de la moneda. Poco representa el mercado ecuatoriano a los exportadores mexicanos; su interés viene más de sectores privados que quieren poder acceder a bienes ecuatorianos a menor precio. Al mismo tiempo, el mercado mexicano es diez veces mayor al ecuatoriano y su población ocho veces mayor, con mayor poder adquisitivo; significa una oportunidad inigualable para nuestros productos. Además, en los últimos años la economía mexicana experimentó un sorprendente proceso de modernización y tecnificación; la afinidad cultural e idiomática —así como la relación histórica— hace que sea más probable que Ecuador se beneficie de transferencia de conocimiento en esos campos.

A la larga, los principales beneficiarios de todo acuerdo comercial son los consumidores, pero ante un mercado tan grande los mayores ganadores entre los exportadores serán sectores inesperados que hoy no alcanzamos a vislumbrar. Por último, se entiende que esto pavimentará el ingreso del país a la Alianza del Pacífico, un anhelo de larga data. No tiene sentido seguir cerrados al mundo para proteger a sectores que, pese a décadas de beneficios, no se han vuelto competitivos.